AMNESTY INTERNACIONAL. Jacques Gaillot, Obispo de Partenia

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Partenia

Desde hace años, aporto mi modesta contribución financiera a Amnesty, prestando mi apoyo a sus luchas y firmando para sus causas. Este mes me conmueve el testimonio estremecedor de esta escolar de 12 años y medio de Costa de Marfil. En el conflicto de este país, la violación se convirtió en una verdadera arma de guerra que sirve para castigar, humillar, aterrorizar.

« Llamaron a la puerta y me pidieron que les acompañara, bajo amenaza.
Algunos eran rebeldes, llevaban trajes de camuflaje.
Cuando llegamos a su campamento, me golpearon y entre cuatro me sujetaron las manos y los pies.
Mientras, más de diez hombres me violaron uno detrás de otro.

Al día siguiente, vinieron otros hombres.
Intenté escaparme diciéndoles que había sido violada, que tal vez tuviese el SIDA y que podía ser peligroso para ellos.
Me abofetearon con furor y repitieron la escena de la víspera.
Estaba a penas consciente de tanto como sufría.
Creo que luego me abandonaron en la selva donde quedé tumbada toda la noche.

Ahora, para mí, la vergüenza es mayor que el dolor. Me siento ensuciada para siempre y sé que mi familia me va a rechazar, que no podré continuar mis estudios y que me quedaré sola, sin nada que comer, como ya le ocurrió a otra estudiante.
No me atrevo a ir al centro médico. Por todas partes están violando a mujeres, las carreteras son peligrosas, tengo demasiado miedo.
Sólo tengo ganas de morirme. »