Esta noticia está dirigida al Papa Benedicto XVI, al Arzobispo de Quito, a los defensores del celibato y al pueblo de Dios, a fín de que conozcan un caso de la realidad sobre la situación del clero de Quito. Hace pocos meses el P. Esteban era nuestro párroco en la parroquia de la Ascensión del Señor, Cumbayá, Arquidiócesis de Quito. Los dones y las virtudes de este insigne sacerdote lo catalogaron como un ejemplo en toda la arquidiócesis.
Logró unir a todos los feligreses de la parroquia sin distingos de clases, y atrajo también a otros que vivían en parroquias vecinas. El apostolado que desplegó permitió que participen en las acciones pastorales toda clase de gente, organizó grupos de apostolado, de manera especial “caritas” que se encargó de atender a las personas mas necesitadas de la parroquia.
El aporte económico que presentaba a las autoridades de la arquidiócesis era el más significativo de todas las parroquias.
El momento menos pensado, se supo que el P. Esteban se había ido a estudiar a Roma, pero más tarde se conoció que vivía en Tumbaco con su compañera.
Esta noticia a unos ha escandalizado, otros, lo hemos visto como una realidad humana. Porque el P. Esteban ha demostrado que tiene corazón, que sabe amar, que quiere ser feliz, libre, sincero, consigo mismo, con Dios y con la comunidad, no quiere engañar diciendo que vive el celibato.
Este paso trascendental en la vida, que repercute en el seno de las comunidades de creyentes, no significa de ninguna manera que ha abandonado a Dios, que ha roto la cruz, que ha sido infiel, que ha mirado hacía atrás, que ha dejado la iglesia por seguir a una mujer, u otros términos descabellados. Se trata del tema vigente en la Iglesia católica que se viene debatiendo desde antes del Concilio Vaticano II, en los Sínodos Episcopales, que han tratado sobre la formación de los sacerdotes para la época actual.
La realidad es que el Pueblo de Dios, las comunidades, tienen que decir su palabra, Las jerarquías, desde El Papa, tienen que escuchar la voz del pueblo. La Palabra de Dios, justifica al P. Esteban, y a los cien mil sacerdotes que en este momento en el mundo, en la Iglesia Católica, han dejado el ministerio sacerdotal por el motivo del celibato. Porque los apóstoles de Jesús fueron solteros y casados, a Pedro le encargó las llaves de la Iglesia. Desde el Siglo Cuarto se instauro la ley del celibato para preservar los bienes de la Iglesia.
Este caso y otros, suceden a diario en la Iglesia católica, el problema radica en que unos sectores conservadores, tradicionales de la Iglesia, que tienen intereses pugnan por mantener esta ley.
¿Me preguntó, porque no se hace una consulta al interior de la Iglesia, Pueblo de Dios, sobre este tema? Porque no consultar a la comunidad, si quieren que el P. Esteban continué al frente de la Parroquia de la Ascensión?
Acaso no seria conveniente que los sacerdotes católicos se casen antes que escuchar diariamente los escándalos de abusos sexuales y los pagos de grandes cantidades de dinero por juicios perdidos en los casos de abuso sexual a niños, en algunas diócesis de los Estados Unidos.
Que el Espíritu de Dios Ilumine a todas las autoridades de la Iglesia Católica, especialmente al Papa