ALGUIEN TRAICION? AL PAPA. Eduardo Lliteras

0
64

Por esto

Después de la clamorosa renuncia del arzobispo de Varsovia, Stanislaw Wielgus, otro alto prelado de la Iglesia polaca ha dejado su cargo por su pasado de espía al servicio de la policía política comunista, los temibles servicios secretos polacos, la Sluzba Bezpieczenstwa (BP).

La segunda cabeza que ha tenido que cortar el Papa Benedicto XVI es la de Janusz Bielanski, quien estaba a cargo, nada menos, que de la Catedral de Wawel, Cracovia. Bielanski dimitió también por su pasado ligado a la BP, como señaló puntualmente el diario POR ESTO!

Como Bielanski y Wielgus en Polonia hay miles de sacerdotes y altos prelados que fungieron como informantes o espías disfrazados de sotanas de los regímenes comunistas; lo mismo ocurre en toda Europa del Este.

Según las cifras dadas a conocer en Polonia, entre el 10 y el 15 por ciento del clero polaco trabajó o colaboró con la BP. Esta realidad no es una sorpresa. La infiltración entre las filas de las Iglesias nacionales, e inclusive en el Vaticano, fue un objetivo de todos los servicios secretos del Este comunista durante los años de la Guerra Fría. De la militancia clerical en las filas de diversos servicios secretos, no sólo comunistas (léase la CIA), existen amplias informaciones.

La Caja de Pandora fue abierta sólo hasta la muerte del Papa Juan Pablo II por el Instituto de la Memoria Nacional, quizá por respeto a la gran figura de Karol Wojtyla.

Por ejemplo, Wielgus trabajó (al menos oficialmente) con la BP desde 1973 hasta 1978, año de la elección al trono de San Pedro de Juan Pablo II.

La dimisión de Wielgus, se dice en el Vaticano, ha sido una decisión histórica porque nunca un Obispo había sido enviado de vuelta a casa el mismo día de su toma de posesión en la Catedral.

El affaire Wielgus es un verdadero golpe bajo para el Vaticano y el Papa Benedicto XVI. La Sala de Prensa de la Santa Sede y la Secretaría de Estado del Vaticano actúan en estas horas como bomberos ante la emergencia.

Según filtraciones publicadas por la prensa italiana, el Papa tomó la decisión de destituir a Wielgus luego de que al Vaticano llegó, vía correo electrónico, un amplio dossier sobre el comprometedor pasado del Arzobispo polaco; la información habría llegado a los Palacios Pontificios la noche anterior a la ceremonia oficial en la Catedral de Cracovia. El mismo Papa habría analizado el documento luego de que ordenó que cada página fuera traducida del polaco al alemán. Dicha versión, sin embargo, contradice la que circuló días antes, cuando se afirmó que el Papa Benedicto XVI estaba completamente al tanto del pasado de Wielgus.

Creer que el Pontífice y la Curia Vaticana no sabían del pasado del Arzobispo ex espía sería, por decir lo menos, de ilusos.

Precisamente el mismo Wielgus puso en serios aprietos al Pontífice cuando aseguró, en días pasados, que «había confesado todo al Santo Padre» y que quedaba a la espera de su decisión.

«¿Qué tanto sabía Ratzinger?» sobre Wielgus, se preguntan algunos en la Curia Vaticana en estas horas, mientras otros dicen que el Papa alemán «fue traicionado». También hay quien cuestiona el motivo por el cual la información sobre el pasado de Wielgus llegó tan tarde al escritorio del Papa. ¿Alguien le jugó sucio al Pontífice? ¿O simplemente se está jugando ahora a desinformar a la opinión pública para encubrir el error del Papa?

La realidad, aparentemente, es que las declaraciones de Wielgus no gustaron en lo absoluto en el Vaticano; esto motivó el fulminante cese del Arzobispo y ex espía. La confesión de Wielgus fue juzgada en Roma como un exceso, y su modo de actuar ambiguo y contradictorio. Primero intentó minimizar la cuestión. Luego pidió disculpas, afirma el diario italiano Il Messaggero.

Quizá Benedicto XVI cayó preso de las sordas luchas internas por el poder que se escenifican tras bambalinas en la Iglesia Polaca. Se sabe que en Polonia se enfrentan varias corrientes del clero polaco. Existen quienes exigen la purificación de la Iglesia de aquellos miembros que militaron entre las filas de la BP. También hay vericuetos más oscuros, como los sectores ultra fundamentalistas que militan a favor de Radio María, la estación católica castigada por el Papa por sus excesos antisemitas y su militancia política a favor de la extrema derecha. Tal vez alguien le cobró el gesto a Ratzinger. De hecho, se sabe que Wielgus gozaba del apoyo de Radio María.

Oficialmente el Vaticano intenta salir al paso del terrible escándalo afirmando que existe un complot (como con las informaciones de los abusos sexuales perpetradas por sacerdotes) detrás de las revelaciones de los nexos del clero polaco con el enemigo comunista. Lo cierto es que estamos sólo ante la punta del iceberg. Nuevas embarazosas informaciones se esperan en los próximos días. Si los dossieres fueron ocultados o silenciados por el prestigio de Karol Woltyla, ahora el estallido del volcán no podrá ser detenido por Ratzinger. Al contrario, amenaza con arrastrarlo en el descrédito.

El secretario de Estado, Tarcisio Bertone, ha querido cortar de tajo las especulaciones que afirman que hay un complot contra el Papa, tejido por el mismo clero polaco. Ese clero que durante el pontificado de Karol Wojtyla se había posesionado en el Vaticano, con el consiguiente malestar de una parte importante de la Curia Vaticana que denunciaba el exceso de influencia en los Palacios Apostólicos del llamado Clan Polaco. Del que formaba parte, precisamente, el antiguo secretario personal de Juan Pablo II, Stanislao Dziwicsz, hoy gran promotor de la limpieza del clero polaco de los colaboracionistas del comunismo ateo. Falta ver dónde va a terminar esta historia.