[Mirada Global/JRS] La Iglesia siempre ha estado, de una u otra forma, cerca de las personas que se desplazan. Para las primeras comunidades cristianas, la hospitalidad era una actitud fundamental y una forma de vida. Durante siglos, los albergues ofrecieron refugio a viajeros y peregrinos, preocupándose especialmente por los vulnerables. Hoy en día, el servicio a los refugiados es un campo misionero clave, donde se proclama la Buena Nueva del amor y la compasión de Jesús. Recordando la observación del fundador del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), Pedro Arrupe, ?si el pueblo de Dios se mueve, la Iglesia se mueve a href=»http://blog.cristianismeijusticia.net/?p=11945&lang=es#more-11945″ class=»
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