Mauricio Oudet trabaja en Burkina desde hace más de 20 años para mejorar la situación de la población rural de aquel país. Un día, se dirigía con unos amigos a una reunión de la Unión de Cultivadores. Se pararon a comer en un pueblecito. Les sirvieron un «fricasé» de pollo sin forma ni gusto, en vez del clásico pollo africano, a veces correoso, pero muy agradable al paladar. Ante su sorpresa, el restauradorn que les servía se apresuró a explicarles que aquello era un pollo congelado de Europa.
¿Cómo ha llegado un pollo congelado europeo a suplantar al pollo africano en un punto perdido de la selva africana?
La historia del pollo congelado encuentra sus orígenes en los años en que los europeos comenzaban a preocuparse por la obesidad y el colesterol. Las revistas femeninas y los libros de cocina europeos no recomendaban ya el «medio pollo», sino tan sólo sus partes más magras. Lo restante se empleaba en la alimentación de los terneros. Luego, al abrigo de las primas que la UE concedía a la exportación, se pensó que era mucho más provechoso venderlo al extranjero. Así es como el pollo europeo ha llegado a los mercados africanos, en donde se vende a mitad de precio, más barato que el pollo local.
A todas las amas de casa del mundo les gusta el precio más barato, sobre todo, cuando no disponen más que de 1 euro al día para alimentar a su familia. Lo curioso del caso es que muchos granjeros africanos han construido sus granjas con préstamos concedidos por la UE. Ahí se ve lo absurdo de ciertas políticas europeas. Se ayuda por un lado y se roba por otro.
He aquí el ejemplo de Camerún: En 1994 importó 60 toneladas de carne de pollo; en 1996 el país siguió las consignas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Eso hizo que en 2003, las importaciones de carne de pollo alcanzaran la cifra de 22.153 toneladas. El resultado no se hizo esperar: quiebra de los productores africanos y pérdida de 10.000 puestos de trabajo. El Estado camerunés gastó 15 millones de euros en un producto que ya se producía en el país. Con el agravante de que el pollo tradicional
africano llegaba a los mercados en perfecto estado de salud. En cambio, los pollos congelados procedentes de Europa permanecían en los puertos durante varios días, bajo un sol abrasador, antes de ser transportados al mercado. Cuando llegaban a la mesa, ya no eran aptos para ser consumidos con suficientes garantías sanitarias.
Una investigación oficial ha establecido que el 83% del pollo importado, que se encuentra en los mercados de Camerún, no es apto para el consumo humano. La opinión pública se ha hecho eco de la cuestión. La prensa acusa con títulos como éste: «África, vertedero de Europa». Las medidas no se han hecho esperar. El presidente Biya, que dirige el país desde hace 22 años, ha impuesto una tasa a la importación, para que los productores dispongan de mejores oportunidades.
En Ghana pasa otro tanto. Los productores han llevado sus pollos al Parlamento, para obligar a los diputados a votar una ley que proteja los mercados locales.
Como era de esperar, los burócratas de la UE no estaban de acuerdo y empezaron a ejercer presiones sobre el presidente Kufuor para liberalizar el mercado. Al final la UE ha aceptado realizar ciertas mejoras para las futuras exportaciones, haciéndose responsable de la idoneidad de los productos destinados al consumidor, no solo en Europa, sino también en el extranjero.
El escándalo del pollo ilustra un problema mucho más amplio, que es el de las funestas consecuencias de las políticas comerciales de Europa y Estados Unidos. Vierten los excedentes de su agricultura, fuertemente subvencionada, en el mercado mundial a precios inferiores a su costo, (es lo que se llama dumping), destruyendo así los mercados locales y perjudicando a 3.000 millones de agricultores y ganaderos, que viven de su trabajo en todo el mundo. Mientras no cesen esos subsidios y las prácticas de
dumping, los esfuerzos para erradicar el escándalo de la pobreza continuarán siendo letra muerta.
Cuando las arañas tejen una red tupida, pueden atrapar a un león??
(proverbio Amhárico, Etiopía)