Vuelvo a hablar de Dios en esta mañana de otoño de infinita belleza y de tantos motivos de angustia. Digo “Dios” para decir todo lo que ven los ojos y lo que no pueden ver y lo que aún ni siquiera es. Digo “Dios” para rendirme a la belleza, sostener el ánimo, bendecir el mundo y sus mejores posibilidades sin condenar a nadie.
Digo “Dios”, pues con esa palabra nací, crecí, aprendí a hablar y a vivir, y a decir el Todo como bello, bueno y fiable, a pesar de todo. Pero no es necesario decir “Dios”, ni pensarlo ni decirlo, ni “creer” nada; basta mirar y ser lo que somos, como basta al petirrojo vivir y cantar. ··· Ver noticia ···