El combate político de los obispos españoles -- Fausto Antonio Ramírez

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Religión Digital

Las dos últimas Instrucciones Pastorales de la Conferencia Episcopal Española, publicadas el 30 de marzo y el 23 de noviembre de 2006, dejaban clara una postura, impulsada de hecho por Roma, para definirse frente a la corriente secularizadora que se está instalando en España.
Tal fue la importancia de estos documentos episcopales, que su redacción fue leída y corregida por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aquellos textos surgieron en el momento en el que el gobierno de Zapatero era muy duramente contestado por un gran sector de la Iglesia católica. En la palestra estaba la aprobación de la ley que permitía el matrimonio entre personas del mismo sexo, o los divorcios ?express??, así como el nuevo lugar concedido a la clase de religión en los colegios.

Las dos Instrucciones Pastorales fueron muy combativas, porque querían responder con dureza a una gestión del gobierno socialista, abiertamente laicista.

Los obispos españoles dejaban por escrito la impresión de que el laicismo, promovido por el gobierno, también estaba siendo favorecido por algunos sectores católicos, -concretamente por algunos teólogos- partidarios de la secularización de la Iglesia, inserta en una sociedad moderna.

La postura de la Conferencia Episcopal Española quería defender explícitamente los valores cristianos, adoptando una actitud de resistencia, tal y como pudo verse entonces en la gran manifestación que hubo en Madrid en junio de 2005, en la que participaron, además de millón y medio de personas, más de veinte obispos de todas las Diócesis españolas.

La Iglesia en España no hace más que seguir las directrices emprendidas por Benedicto XVI, y que en el fondo dan continuidad a la batalla emprendida, hace años, por Juan Pablo II. Ambos Pontífices deseaban ver el renacer de una Europa cristiana.

Esta postura de ?nueva cristiandad?? no es compartida por todos los obispos españoles, que en sus diferentes declaraciones, se están contradiciendo constantemente, con la consiguiente confusión por parte de los fieles. A la cabeza de las posturas más conservadoras, Rouco y Cañizares son los portavoces más combativos.

En el bando contrario, Blázquez y el siempre influyente obispo emérito de San Sebastián, Monseñor Setién, que no tiene pelos en la lengua al calificar de positiva la presencia de la Iglesia en medio de una sociedad laica, que no laicista.

Para el Papa Benedicto XVI su ofensiva evangelizadora sobre Europa no admite fisuras ni concesiones hacia los gobiernos de los diferentes países que integran el viejo continente.

El Pontífice, desde su primer discurso como Cardenal Ratzinger, justo antes del inicio del Cónclave en el que saldría elegido Papa, dejó clara su postura: hay que defender claramente y con contundencia los valores cristianos, frente al relativismo moral, y sobre los que no valen ningún tipo de concesiones.

Los obispos españoles ya han empezado su campaña electoral de cara a la elección del próximo presidente de la Conferencia Episcopal. Dos candidaturas se manejan en todos los mentideros clericales: la reelección de Blázquez, o el cambio, pensando de nuevo en Rouco, que ya estuvo en la presidencia.

No hay dudas de que el candidato de Roma es el Cardenal de Madrid, al que en las últimas semanas, hemos podido ver el peso y autoridad que tiene en Roma para que sus deseos se conviertan en órdenes.

Por una parte, en el nombramiento de Martínez Camino, el actual Secretario de la Conferencia Episcopal, como Auxiliar de Madrid, y por otra, en el nombramiento de su sobrino, Alfonso Carrasco Rouco, como obispo de Lugo.

La jerarquía española quiere actuar como grupo de presión para que el gobierno legisle de acuerdo con la propia moral de la Iglesia Católica. Este posicionamiento pretende que el partido político que acceda al poder se deje influenciar y manipular por sus dictados morales y políticos.

Este tipo de Iglesia desearía que fuera el PP el que volviera al poder para seguir manteniendo su dominio de actuación social en el conjunto de los ciudadanos.

Dos interrogantes, por tanto, decisivos que en pocos meses se resolverán y ante los que la Iglesia no podrá ocultar sus líneas de acción: ¿qué pasará si gana el PP y si Rouco es elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española? Seguramente, nos esperan muchas sorpresas.