Por un Estado laico -- Enric Sopena

0
35

El Plural

Cabos sueltos
Coincidiendo con la voluntad política del Gobierno Zapatero para anuncia que España ha de ser un Estado más laico que el actual, el cardenal polaco Zenon Grocholewski -prefecto de la Congregación para la Educación católica de la Santa Sede- ha expresado su ?sorpresa y extrañeza?? por la situación de los medios de comunicación en España.
Este ministro del Gobierno del Vaticano -cuyo Jefe de Estado es el Papa- asegura que es ?anormal?? que ?una nación en la que el 90 por ciento de la población es católica, cuente con unos medios de comunicación que primen tanto las opiniones anticatólicas??.

Aparte de que esa cifra del 90 por ciento no se corresponde con la realidad, lo verdaderamente ?anormal?? es que un ministro de un Estado extranjero se permita criticar -de modo tan zafio- a los medios de comunicación de otro Estado soberano como es, en este caso, España.

Con la diferencia fundamental de que el Estado del Vaticano es el único en la UE que no es democrático y que sus gobernantes son nombrados por cooptación. Dicho de otro modo, se trata de un Estado teocrático cuyo Jefe máximo accede al Trono de San Pedro en virtud de la inspiración del Espíritu Santo, al que los integrantes del Cónclave dirigen sus plegarias. Ruegan a la tercera persona de la Santísima Trinidad que los ilumine a la hora de elegir al Sumo Pontífice.

Todo esto puede ser considerado por algunos como algo respetable. Allá cada cual con su sensibilidad y sus creencias. Pero nadie puede negar que estamos ante un peculiar procedimiento de selección de cargos- de gran importancia e influencia- que parece esotérico o mágico.

Antes de disparar contra el mensajero ?es decir, contra genéricamente los medios de comunicación-, el mencionado cardenal debería preguntarse a sí mismo las razones por las que la Iglesia católica provoca tanto rechazo o tantas discrepancias. ¿Son los periodistas los culpables de este estado de cosas o, por el contrario, ello obedece a otras causas, mucho más profundas, como la distancia cada vez más abismal entre lo que predican los jerarcas católicos y las enseñanzas de Cristo?

Grocholewski, además, tendría que saber que otra ?anormalidad?? es exactamente la cadena radiofónica controlada por el episcopado español. ¿No se ha enterado aún que en lugar de dedicarse a la espiritualidad desde la óptica cristiana, se dedica tal cadena a la política, con el agravante que lo hace no desde la pluralidad de opiniones, sino mediante argumentos en su mayoría mendaces, que rozan la extrema derecha y rebasan sin escrúpulos los límites de lo que comúnmente se conoce como caridad cristiana?

El ministro de la Santa Sede señala, por otra parte, ?la preocupación que ahora tiene la Iglesia por formar buenos periodistas que sean, al mismo tiempo, ejemplares cristianos??. ¿Acaso piensa Vuestra Eminencia Reverendísima que las gentes de este país somos débiles mentales o analfabetos? ¿O es que, Eminencia, algunos de los periodistas más descollantes de la cadena referida usted los describiría como ?ejemplares cristianos???

En España, Eminencia, la Iglesia ?con honradísimas excepciones- ha tomado partido casi siempre por la derecha. Los Gobiernos de izquierdas han sido acogidos de uñas por parte de la jerarquía y, en general, de la clerecía. Ocurrió en la II República nada más ser instaurada, y se ha vuelto a comprobar de la transición aquí, salvo el período del cardenal Tarancón. Con el Gobierno Zapatero, han promovido protestas callejeras, han montado cruzadas y han organizado, los obispos y cardenales, hasta un mitin para atacar la política del PSOE. Con el PP van del bracete. Con el PSOE, a la greña.

Claro que al PP le fascina la Constitución de Cádiz, a la que se agarra, probablemente para tapar o disimular sus vergüenzas en relación al franquismo. Pero veamos lo que dice el capítulo II de la Constitución de Cádiz: ?Art. 12. La religión de la nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra??.

¡Qué lastima, Eminencia, que no estemos en 1812! Nos hallamos en 2008 y sucede que en España hay millones de ciudadanos que están hartos del afán de mangoneo que sigue exhibiendo la jerarquía eclesiástica. Es un hartazgo similar al que Cristo mostró respecto a las autoridades religiosas de su época, a las que plantó cara. Esos millones de ciudadanos están a favor del laicismo. Esperamos, pues, que Zapatero logre por fin que España sea un Estado laico, donde han de caber, por supuesto -y con el máximo respeto- todos los creyentes. En definitiva, que se visualice que una cosa es Dios y la otra, el César. Así de sencillo, Eminencia.

Enric Sopena es director de El Plural