28 de Marzo Domingo -- José María Castillo, teólogo

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Lc 19, 28-40
En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles: ?Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: ¿Por qué lo desatáis?, contestadle: El Señor lo necesita??. Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataron el borrico, los dueños les preguntaron: ?¿Por qué desatáis el borrico???

Ellos contestaron: ?El Señor lo necesita??. Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo: ?¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto??. Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: ?Maestro, reprende a tus discípulos??. ?l replicó: ?Os digo, que si éstos callan, gritarán las piedras??.

1. Tal como está redactado este relato, produce la impresión de que, en realidad, lo que allí se produjo no fue una entrada triunfal, sino una manifestación popular de gente sencilla en defensa y exaltación de Jesús. El relato destaca que Jesús entró montado en borrico que nadie había montado. El término pólos , que usa el texto, significa en general ?animal joven??, ?cría de mamífero??. Aquí se debe traducir por ?pollino?? (cf. Zac 9, 9; Gen 49, 11; Jue 10, 4; 12, 14). Jesús no entra como un triunfador, sino como un campesino solidario con el pueblo.

2. Por eso, sin duda, Jesús quiso entrar así en la ciudad donde sabía que iba a consumar su fracaso. Se puede decir que él buscó con este gesto una finalidad, a la vez, instructiva y provocadora (J. D. G. Dunn). No olvidemos que Jesús aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado (G. Theissen). Entró aclamado por el pueblo. Pero aclamado por los últimos.

3. Seguramente, lo más llamativo de este episodio es que los cuatro evangelios coinciden en la aclamación que cantaba la gente: ?¡Bendito el que viene en nombre del Señor?? (Mc 10, 9; Mt 21, 9; Lc 19, 38; Jn 12, 13; cf. Sal 118, 25-26). Es la aclamación del pueblo amenazado y acosado, que se ve en peligro y sin esperanza (Sal 118, 5-14). Jesús, solidario con los últimos, es esperanza precisamente para ellos.