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Articular y globalizar la resistencia… -- Gabriel Sánchez (Montevido-Uruguay)

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Soberanía alimentaria: algo se mueve en Europa. Esther Vivas
Adital –
En Europa, más de mil explotaciones agrícolas desaparecen cada día, según datos de la Coordinadora Europea de la Vía Campesina (2008). La falta de voluntad política por parte de los gobiernos y de las instituciones internacionales por respaldar una agricultura local, familiar y campesina es la principal causa de este fenómeno.

La Política Agraria Común (PAC), en el marco de la Unión Europea (UE), y la regulación agraria de la Organización Mundial del Comercio (OMC) son un buen ejemplo de este proceso de globalización agroalimentaria al servicio de los intereses de la agroindustria y de las instituciones que las amparan. Unas políticas que anteponen el afán de lucro corporativo a las necesidades alimenticias de la población y a una producción local y respetuosa con el medio ambiente.

La PAC actual, según la Coordinadora Europea de la Vía Campesina (2008), es resultado de una mala PAC desde antes de 1992 y de unas malas reformas según los criterios de la OMC en 1992, 1999 y 2003. La aplicación de la PAC, con la industrialización de la agricultura y el estímulo de los precios garantizados, generó un aumento de la producción agrícola y la consiguiente caída de los precios, reforzando una dinámica productivista con un fuerte impacto social y ecológico (Soler, 2007).

Además, la PAC destina la mayor parte de sus ayudas a los grandes productores, en detrimento de las pequeñas explotaciones familiares. Como señala el informe Goliat contra David. Quién gana y quién pierde con la PAC en España y en los países pobres (Intermón Oxfam, 2005): «Las millonarias ayudas de la PAC sostienen un modelo de producción intensiva que premia al que más tiene y provoca importantes distorsiones en mercados internacionales, a menudo a costa de los países en desarrollo» y añade que «tras la maraña legal y técnica que acompaña el funcionamiento del sistema se esconde un principio muy simple: cuanto más produces y más tierras posees -es decir, cuanto más rico eres-, más apoyo público recibes».

Según datos de la Comisión Europea(1), en el año 2000, unos 2,3 millones de agricultores europeos recibieron tan sólo el 4% de las ayudas, mientras que el 5% de los mayores productores obtuvieron la mitad de las subvenciones. Ponemos algunos ejemplos. En Gran Bretaña, familias al frente de los rankings de las principales fortunas del país recibieron cuantiosas ayudas por parte de la UE: el duque de Westminster, 470.000 euros; sir Adrian Swire, 300.000 por su granja en Oxfordshire; el duque de Malborough, 535.000 por su explotación de cereales, entre otros. La misma lógica se repite en países como Francia, Alemania o el Estado español.

Según datos del gobierno francés, un cuarto del total de los agricultores no recibe ninguna ayuda, mientras que el 15% de las mayores explotaciones concentran seis de cada diez euros en subsidios (Watkins, 2003). Esta dinámica ha conducido a que, por ejemplo, en el Estado español, el 17% de los propietarios de las mayores explotaciones tengan unos ingresos muy por encima de la media general, mientras que el 60% de las explotaciones más pequeñas está por debajo de la misma (Intermón Oxfam, 2005).

Otro de los frentes de batalla en Europa, se da en la lucha contra los Organismos Modificados Genéticamente (OMG). El Estado español es el único país de la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala y en consecuencia se ha convertido en la puerta trasera de entrada de OMG en el continente. Anualmente importa unos nueve millones de toneladas de soja y de maíz de países que han optado por el uso masivo de transgénicos como Estados Unidos, Argentina y Brasil, aproximadamente la mitad de los cuales procede de cultivos transgénicos que se incorporan a la cadena alimentaria humana y animal. Sus importadores (Cargill, Bunge, Simsa, ADM, etc.) no separan los cereales convencionales de los modificados genéticamente, contaminando masivamente las partidas (Greenpeace España, 2004).

En Europa, al no darse una protección sistemática de las semillas convencionales y ecológicas y al aceptarse un umbral de contaminación accidental por transgénicos en las mismas, se atenta contra la libertad de elección de los campesinos y de los consumidores, a la vez que se ponen en peligro la producción agrícola convencional y orgánica.

Este modelo de agricultura industrial e intensiva, apoyada por la Unión Europea y los respectivos gobiernos, tiene un fuerte impacto social y medioambiental. En el Estado español, entre los años 1999 y 2003, desaparecieron 147.000 explotaciones familiares, provocando el despoblamiento de las zonas rurales, su empobrecimiento y la retirada de los servicios públicos esenciales (Intermón Oxfam, 2005). El impacto sobre el ecosistema no podía ser menor.

La erosión de la tierra debido al uso excesivo de pesticidas y fertilizantes y su agotamiento por la ausencia de cultivos rotativos y períodos de barbecho; la pérdida de biodiversidad como consecuencia de la extensión de los monocultivos, el creciente uso de variedades híbridas y la degradación del ecosistema; y la contaminación y el agotamiento del agua, con un gasto excesivo en cultivos de regadío y con un impacto directo en el proceso de desertificación del territorio, han sido algunas de sus consecuencias.

Alternativas y resistencias
La imposibilidad para llevar a cabo una vida y un trabajo digno en el campo europeo ha generado una respuesta social activa. Sindicatos campesinos, organizaciones ecologistas, grupos de consumidores, entidades de comercio justo, redes de economía solidaria, entre muchas otras, se han puesto manos a la obra en distintos países para denunciar el impacto de las políticas agrícolas de la Unión Europea y la necesidad de plantear alternativas reales a las mismas. Unas respuestas que han sido dispares entre unos países y otros, en función del tejido asociativo local, pero que en mayor o menor medida han consistido en: la creación y el fortalecimiento de alianzas entre distintos sectores afectados por estas políticas agroalimentarias y la elaboración de alternativas prácticas en el ámbito de la producción agrícola, la distribución y el consumo.

En Francia, por ejemplo, se han desarrollado redes de solidaridad entre productores y consumidores a través de las AMAP (Association pour le Maintien de l’Agriculture Paysanne). Una experiencia que parte de un «contrato solidario» entre un grupo de consumidores y un campesino local agroecológico, en base el cual los primeros pagan por adelantado el total de su consumo por un período determinado y el campesino les provee semanalmente de los productos de su huerta. Desde la creación de la primera AMAP, en abril del 2001 entre un grupo de consumidores de Aubagne y la explotación agrícola de las Olivades en la región de la Provenza, la experiencia se ha multiplicado por todo el país sumando hoy a 750 AMAP y suministrando a un total de 30 mil familias.

http://www.adital.org.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=41560————————————————————————
ARTICULAR Y GLOBALIZAR LA RESISTENCIA…

…eso de justicia infinita para unos, significa injusticia infinita para otros, y que la libertad duradera para unos, significa sometimiento duradero para otros». Arundhati Roy

Montevideo, 1 de octubre de 2009 – Gabriel Sánchez

Debo admitir que no soy un observador imparcial, porque realmente admiro la trayectoria y soy adicto a los análisis de Esther Vivas y aunque no tengo el gusto de conocerla, debo decir que es una las más documentadas y asertivas analistas que he leído…

Pero en realidad este análisis es una pieza de arte…al que me voy a atrever a adicionar una visión que me permito calificar de Latinoamericana, sin lugar a dudas, hace tiempo que los agricultores de Europa, se han quejado de la capacidad que han tenido los grandes de captar las ayuda en desmedro de los chicos, es que forman parte de un continente que ha optado mayoritariamente por una derecha impiadosa, que no esta dispuesta a arriesgar los índices de acumulación, en medio de la debacle del sistema a la que asistimos y que están intentando ocultar desesperadamente para que la confianza vuelva a fluir…, el índice de ajuste en toda actividad es para los de abajo y por supuesto no podía ser menos en la actividades agrícolas, en donde la multinacionales, dejan cada día menos espacio, apoderándose de recursos y envileciendo las semillas nativas, sin dejar de ver el daño sistemático e intenso que le ocasionan a los ecosistemas, pero si bien es triste ver como el gobierno de España ha optado por la ganancia antes que por la salud de su pueblo, no es menos desgarrante ver a Brasil y Argentina entregados a las multinacionales que casi le organizan un mini golpe de estado al actual gobierno cuando puso detracciones sobre los grandes productores con especial inclusión de los sojeros…

A tal punto que se habla de la patria sojera hoy en día, pero el análisis de Esther Vivas, nos descubre algo que resulta especialmente doloroso para los agricultores del tercer mundo y de Suramérica especialmente y es que mientras los gobiernos de Europa y EE.UU. pregonan no al proteccionismo, tiene métodos de protección casi carniceros, como son las subvenciones agrícolas…

Y que las estrategia del gran capital concretizado en las multinacionales alimentarías…esta plantea un verdadero aquelarre de acumulación, que nos hundirá en una fase de subalimentación de gran parte de los pueblos, se han empeñado en destruir a los pequeños y medianos emprendimientos campesinos, es por esto que la resistencia justamente debe articularse en forma multisectorial, como lo plantea la brillante analista, abarcando todos los extremos de la cadena, organizaciones que nuclean a los campesinos y a los consumidores y los ecologistas, en Latinoamérica, deberán sumarse los trabajadores y los sindicatos de servicios conexos, así como las Naciones Indoamericanas…

En este extremo se vuelve importante articular una organización globalizada, para escalonar y coordinar la resistencia, en estos momentos en que se ha dado la articulación del Banco del Sur…poder usar esa y otras fuente de financiamiento, para emprendimientos y proyectos comunes que pongan en marcha emprendimientos modelos de producción y comercialización…Es necesario organizar y globalizar la resistencia, en eso los consumidores tienen un enorme poder, si se pudiera articular el no consumo de productos transgénicos, por cada día que se logre, las multinacionales verían severamente afectada sus políticas.-

Es enorme el poder de transformación que una articulación por el estilo puede llegar a lograr, creemos que cada uno puede acercar un granito de arena desde su lugar, para que esta articulación se haga posible, cosas tan aparentemente intrascendentes como realizar listas de marcas y empresas que usan alimentos transgénicos, puede llegar a tener una enorme trascendencia, es hora de que a la mesa común de la lucha se haga posible, los trabajadores y los campesinos del primer mundo y los campesinos y trabajadores del tercer mundo nos unamos y comencemos articular un ámbito común, como diría los viejos militantes obreros, una trinchera unitaria de lucha, para resistir al poder del gran capital…que si bien hoy presenta su rostro más cruel, se vera enfrentado a la CONCIENCIA, A LA SOLIDARIDAD Y LA LUCHA DE LOS PUEBLOS, QUE HOY, MÀS QUE NUNCA, PUEDEN SER UNA REALIDAD…QUE CAMBIE EL ROSTRO DE LOS TIEMPOS POR VENIR…

(Información recibida de la Red MUndial de Comunidades Eclesiales de Base)

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