1 de Noviembre. Han sido 498 beatos, pero no Todos los Santos -- Xavier Pikaza

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Xavier Pikaza

Xavier Pikaza.jpg Han sido muchos, pero no todos los beatos o santos, que hoy se celebran (día 1 del IX del 007). No voy a entrar ahora en la diferencia jurídica entre beatos y santos (que a la gente no le importa), sino a recordar a los 498 beatos, asesinados básicamente al comienzo de la guerra española del 1936-1939 (aunque algunos fueron asesinados ya antes, el año 1934) . Ellos han sido glorificados por la Iglesia Oficial, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el pasado domingo, 28 de octubre del año 2007 y son muy santos…, pero no son todos los que pueden y deben celebrarse. Yo estaba cerca, pero no fui. Tenía el convencimiento de que era la fiesta de unos santos muy grandes, pero no fiesta de Todos los Santos, que la Iglesia Universal celebra hoy. Por eso, no tuve ánimo para estar allí. Por escribo hoy este comentario melancólico y esperanzado.

Merecían más esos beatos

El sábado 27 de octubre llegué de mañana al aeropuerto de Roma (Fiumicino), que estaba lleno de españoles con colores de patria y banderas ostentosas, como si vinieran a un partido de final de fútbol. No todos debieron venir así (muchos vendrían con devoción pura), pero tuve la ?suerte?? de ver la llegada de dos o tres aviones con gente preparada para celebrar la fiesta (mientras yo esperaba a los que venían a recogerme para otra fiesta). Era un ambiente de fútbol nacional, con victoria segura del propio equipo. Así pensaba cuando llegaron unos ?amigos?? del Lanciano, en el Adriático, donde esa tarde les hablé sobre San Juan de la Cruz y el camino de la fe desnudamente amorosa, en la sala del palacio episcopal, con arzobispo presente y muy atento..

Cené en Lanciano. A la mañana siguiente me llevaron muy temprano a Pescara donde tomé el primer tren para Roma. Llegué con cierta holgura a Términi; podía haber tomado un taxi y participar durante una media hora en la fiesta de los nuevos beatos… Pero preferí acercarme a la Basílica de Santa María la Mayor, casi a la esquina de la estación, para rezar un rato, antes de tomar el tren para el aeropuerto, de vuelta a Madrid. Me sentí muy unido a los nuevos beatos, anticipando con ellos la fiesta de todos los Santos, con María, la Madre de la luciente Basílica, pero volví a saber que no eran todos?? Y sentí sobre todo que ellos merecían más, un homenaje mejor que esa beatificación de partido. Habían muerto por algo más grande. Ahora, pasados setenta años, la semilla de su sangre podía haberse convertido en potencial de reconciliación, de una fiesta en la que pudiera celebrarse la memoria de todos, de un lado y del otro…

Habían muerto por algo. He oído con estremecimiento la historia de bastantes de ellos, muchos muy jóvenes. Me la han contado sus compañeros supervivientes, sus familiares y amigos?? He leído algunos de los libros que tratan de ellos. Son un tesoro para la historia de los pueblos de España, un potencial de reconciliación y de Iglesia, un capital de humanidad. Pero ahora, en la ceremonia de su beatificación (según leía en un periódico, mientras iba ya en el tren hacia Fiumicino) se notaba la ausencia de los partidos políticos (¡ni los de derecha asistieron!)?? y las ganas de justificarse de los eclesiásticos, diciendo que los 498 eran mártires verdaderos de Cristo, no víctimas políticas. Ciertamente, merecían más esos beatos.

Unos beatos para la reconciliación

La Iglesia oficial ha desaprovechado el potencial cristiano de esos santos, celebrando por ellos la fiesta ?parcial?? de algunos, con una victoria también parcial, que no lleva a ninguna parte. Porque esos beatos no tenían que ser para un tipo de Iglesia, sino para todo los cristianos o, mejor dicho, para todos los hombres, como es Cristo, de manera que podrían presentarse como miembros importantes de un proceso y camino de reconciliación universal, en España y en el mundo entero (desde el gran salón de exposiciones de la Plaza de San Pedro).. Ellos son una parte esencial de la ?memoria histórica?? que muchos queremos potenciar, desde la víctimas, como elemento de un camino de paz duradera, por encima de partidos e iglesias particulares??

Por eso, hubiera sido bueno no haberlos separado, sino haberlos unido con todas la víctimas de la Guerra Civil (si es que a eso vamos), para ver si por ellas y con ellas se puede alcanzar en el futuro una reconciliación gozosa.

Me hubiera gustado recordar a todos que murieron como ellos, asesinados por razones religiosas: ¿Por qué esos 498? Quizá porque han tenido la suerte de tener unos procesos religiosos más rápidos?? o con más medios económicos. No me parece justo que estuvieran ellos solos. Me hubiera gustado que se recordara a no todos los ?mártires?? cristianos de la guerra, todos, aquellos cuyo nombre se conocer y aquellos otros de los que se ignora el nombre. Me hubiera gustado que se hubiera conservado en algún lugar la memoria de esa inmensa muchedumbre de la que habla el libro del Apocalipsis en la lectura de ese día de Todos los Santos (Ap 7, 2-14), nombre a nombre, caso a caso, con los lugares y las causas de su martirio.

Me hubiera gustado esperar y pedir a otros grupos que recordaran a sus mártires o, si prefiere, a sus víctimas. ?ste era un día para haber recordado a todos los ?muertos por falta de humanidad??, especialmente los ?no militares?? (podrían dejarse por ahora a un lado a los combatientes, de un lado o de otro)?? Habría que recordar a todos los que murieron por ser de otras ideas: víctimas obreras, enlaces sindicales, campesinos pobres a quienes tomaron como ?peligrosos??, comunistas, socialistas, nacionalistas de un lado o del otro. Sería bueno haber hecho una lista con todos los que murieron de un lado y del otro de la muralla de la guerra, por represión, limpieza étnica y social??, en la retaguardia, sin haber tirado un tiro, simplemente por ser distintos. Todos eran y son hijos de Dios. Recordar sólo a unos, en nombre de Dios, en la plaza de San Pedro, me parecía poco cristiano, es decir, poco mesiánico, y poco católico, es decir, poco universal.

¿Sería tan difícil haber tomado un tiempo para hacer la lista de un lado y del otros, de un costado y del otro costado??? No sería una lista completa, pero sería significativo. En ella habrían ocupado un lugar de honor esos 498, con otros muchos, cristianos o no, muertos por la dimisión social, por el odio y la violencia de un lado y del otro. Sería bueno haber buscado un lugar de la memoria para todas las víctimas no militares (¡dejemos por ahora a los militares!) de un lado y de otro?? para ponerlos ante Dios o ante la memoria histórica, hermanos en el afecto, con presencia de personas de un lado y de otro, dándose la mano, desde la víctimas comunes.

Creo que la Iglesia oficial no ha tenido los reflejos suficientes, ni la valentía necesaria para unir en su amor a todos los muertos?? En esta unión de todos los muertos, que podría recordarse en un tipo de ?Valle o Colina de todas las víctimas??, sin necesidad de edificios espectaculares, se podría haber celebrado una fiesta, en la que pudieran estar todos: políticos de izquierda y de derecha, obispos y enlaces sindicales??, familiares de los muertos de un lado y del otro. Todavía estamos a tiempo, todavía podría haberse celebrado esta fiesta de Todos los Santos, no en el Vaticano, sino en un campo o colina de las tierras de España. Sería para los cristianos una fiesta de todos los Santos. Sería para los no cristianos una fiesta de todas la Víctimas. Se podría invocar sobre ellos el nombre de Dios. Evidentemente, lo que digo de la falta de reflejos de la iglesia oficial quiero y debo ampliarlo a la falta de reflejos de otros colecitos sociales y partidos políticos (de un lado y de otro) que quieren rentabilizar a sus muertos, no a los muertos de todos.

Quiero el reconocimiento y memoria de todos los grupos polìticos y sociales, pero me fijo de un modo especial en la memoria de la iglesia, porque ella tiene una «obligación especial» de vincular a todas las víctimas con Cristo (es decir, con la nueva humanidad). La iglesia no está vinculada sólo a «sus» víctimas, sino a las víctimas de todos los grupos y partidos. Sólo de esa forma, la Iglesia podría haber dicho: ?todos éstos son para mí beatos????. Entonces otros grupos podrían haber dicho, en su lenguaje: ?estos son para mí héroes y víctimas??. Después sus nombres se podrían y se deberían haber unido, todos muertos por la violencia dura de la historia. Porque en su momento más profundo de revelación la Biblia cristiana no distingue a las víctimas de un lado o de otro, sino que las vincula a todas, de un modo mesiánico. La Biblia recuerda:

Toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el santuario y el altar (Mc 23, 35)

Toda la sangre de los profetas y de los santos
y de todos los asesinados sobre la tierra (Ap 18, 24)

Lz Biblia no distingue a las víctimas de un lado o del otro, sino que las une a todas. Pero la Iglesia oficial parece haber distinguido a sua mártires de lo otros. A ella se le pide más que a otros grupos sociales, porque ella quiere ser representante de todas las víctimas en Cristo. Ella tendría que haber colaborado más para que se edifique (espiritualmente al menos) una casas de memoria para todas las víctimas, como indicaré dentro de unos días (comentando la Ley de la Memoria Histórica que quiere votarse en el Parlamento de España).

Quiero que surja una iglesia que sea signo de universalidad, que no separe sus «mártires» para distanciarse de otros grupos, sin oque los presente al lado de otros mártires y víctimas, en un camino de reconciliaciòn, a través de la re-creaciòn de la memoria. Quiero un «pueblo de la memoria» abierto a todos los grupos… Pero de eso hablaré otro día.

Una lectura de reconciliación. Las bienaventuranzas

Este día de Todos los Santos, que es día de todas la Víctimas, la Iglesia lee el texto de las bienaventuranzas según Mateo (Mt 5, 112). No había que cambiar ni una palabra, pues ella vale para las víctimas de un lado y del otro. Ciertamente, se podrían y deberían leer otros pasajes, otros textos. Pero las bienaventuranzas podrían alzarse como un texto cristiano para todas las víctimas:

Dichosos los pobres de espíritu (mártires cristianos o no cristianos),
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos lo que lloran, porque ellos serán consolados
(no hay diferencia entre beatos cristianos y víctimas o cristianas)..
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Estaba pensando en ese texto de las bienaventuranzas cuando esperaba el avión de vuelta, a la una y media, el Fiumicino, Roma. Alguien puso una radio a mi lado. Se decía que la fiesta de San Pedro estaba terminando. Pensé que era la hora de empezar otra fiesta, una fiesta que pudiera ser para todos los mártires, para todas las víctimas, en verdad y justicia, en reconciliación.