Nuevamente un lunes amanezco con la homilía del domingo de Monseñor Antonio Cañizares Llovera, Cardenal de Toledo. Como ya me quité la careta de borrego y enseñé mis fauces el pasado día 11 de noviembre en mi escrito: Basta Ya o ¿porqué no te callas?, estoy dispuesto a seguir replicando cuando estime que su discurso se aleja de lo que nos debe identificar a los Cristianos.
Y nuevamente en un cóctel diabólico mezcla desde el aborto, otra vez el aborto, la eutanasia, EL TERRORISMO, hasta la investigación con embriones. Está bien Monseñor, desde ?su pulpito?? y desde ?su catedral??, tal parece que son exclusivamente suyos y no de todos, los cristianos y los ateos, ya que todos contribuimos con nuestros impuestos a su mantenimiento, se atreve a hablar de ?cristofobia?? y de ?sociedad enferma, muy enferma, de crisis de valores, etc.??
Vamos a ver Monseñor, dice usted que la sociedad está enferma, y sí, está enferma porque en ella existen corruptos, violadores, traficantes de drogas (no pobres diablos de menudeo), pedófilos, asesinos, maltratadores, banqueros sin escrúpulos y personajes como usted, a quienes les interesa más meter miedo a su feligresía que seguir el mensaje de Cristo. Y precisamente en el Evangelio de ayer, San Mateo 25, 31-46, tenía usted una lección magistral: Porque tuve hambre y no me diste de comer, tuve sed y no me diste de beber, fui extranjero y no me hospedaste, estuve desnudo y no me vestiste, estuve enfermo o en la cárcel y no me visitaste.
Perdóneme Monseñor, pero creo que está más preocupado por conservar su pompa, su boato, sus pesebres repletos, que de compartir (lo dijo Jesús: vete, vende todo lo que tengas, dáselo a los pobres y sígueme), de ayudar a los más necesitados, a los parias, a los excluidos, en fin, a las víctimas de los que convierten a esta Sociedad sana, joven y vital, en una sociedad enferma. Si, ya se, si tuviese el menor signo de humildad y me contestase. me hablaría de Caritas y toda su obra, pues bien como voluntario que fui en la Vicaría IV, de Madrid, en Vallecas, también le puedo explicar de la eficacia y la eficiencia en labores humanitarias: búsqueda de trabajo, de vivienda, de ayuda para ancianos e impedidos, de apoyo a la infancia. Una sola acción de esas vale más que mil discursos y homilías suyas, y le garantizo que con una sola de las joyas que usted atesora, podríamos resolver el problema de mil hermanos necesitados.
Y por favor, Monseñor, no iguale a víctimas y culpables: No es lo mismo una mujer que se ve obligada a abortar (no conozco ni un solo caso en el que lo hayan hecho por capricho o ?placer?? y sí personas marcadas de por vida) y un terrorista, ni este igual que un legislador que lo hace para 46 millones de personas, de toda raza, religión, creencia, status. Y que por cada uno que adoramos a Jesús en un Crucifijo, hay al menos cinco que se sienten a disgusto con El cerca (en muchos casos gracias al ejemplo que dimos los Católicos) . Eso, Monseñor, es RESPETO, también Cristo nos dejó ejemplos miles de esto, de tolerancia a los diferentes, de amor al prójimo, al que no piensa como nosotros (dice El, si amamos a los que nos aman ¿ qué mérito tenemos?). Y no obligue usted a que todos seamos mártires y santos, si una persona en los últimos momentos de su vida desea dejar de sufrir, el y su familia, está en su derecho a pedir que le desconecten o le asistan a morir en paz, aunque esa paz no sea SU PAZ, la de usted Monseñor.
Le reitero que soy Católico, y le garantizo que en mi entorno, incluso en mi familia, tengo muchas personas aconfesionales y de otras creencias, pero no he sentido ni siento que tengan CRISTOFOBIA y sí, en muchas ocasiones CA?IZARESFOBIA, ROUCOFOBIA, y similares fobias.