Del 28 de diciembre de 2006 al 1 de enero de 2007, Zagreb, capital de Croacia, está llamada, según las palabras del profeta Isaías, a «ensanchar» su espacio de vida para acoger a miles de jóvenes de toda Europa y de más lejos. Esta ciudad acogerá, el próximo fin de año el tradicional Encuentro Europeo de Jóvenes.
Un hermano de la comunidad ecuménica de Taizé ha efectuado recientemente varios viajes a Croacia y cuenta sus impresiones…
El tren sale del túnel que atraviesa el sur de los Alpes. La nueva locomotora y el coche restaurante apenas enganchado y ya el mozo está pasando: «Kava, kava…» El olor del café turco se difunde, legado de la presencia otomana durante varios siglos en la región.
Se atraviesa Eslovenia en menos de tres horas y se llega a lo que de momento todavía es la frontera exterior de la Unión Europea: «Welcome to Croatia!» ¿Qué es lo que nos espera del otro lado?Un país muy cercano y asombrosamente poco conocido Quizás no sea yo solamente quien recuerde esos bellos relatos de vacaciones a orillas del Adriático en un país que se llamaba entonces Yugoslavia y cuyo nombre hoy ya no se encuentra en los mapas. «Claro, se oye hablar de nuestro pequeño país por el turismo. Sus ingresos son muy importantes para nuestra economía. Pero más allá del aspecto económico, existe una antigua tradición de acogida a los extranjeros que aún hoy se palpa». Incluso la forma de las aldeas que uno atraviesa en el campo hace más fuerte esa impresión: las casas no se encuentran agrupadas alrededor de un centro, sino alineadas a lo largo de la carretera, como si cada uno quisiera ver quién pasa, saludarle e invitarle.
Sin embargo, por desgracia, esos relatos de vacaciones un día dejaron lugar a otras noticias. De repente la televisión mostraba imágenes de aldeas bombardeadas, monumentos históricos destruidos. Y ello, no muy lejos, a solo algunas horas de donde vivimos. La verdad es que no lo comprendíamos: ¿quién estaba contra quién y por qué?