«Desde que se va a ir a Roma, se le nota más crecido». Era el comentario entre los periodistas y los «fontaneros» de la Casa de la Iglesia, durante la rueda de prensa, en la que el secretario del episcopado, padre Martínez Camino, daba cuenta de los acuerdos de la Comisión Permanente. Alegre,distendido y confiado, daba titulares sin parar y ponía en solfa, sobre todo a la EpC. Con chascarrillos incluidos. Y sin entrar, en las preguntas conflictivas, como la de Losantos atacando al Rey desde la cadena de los obispos. «Nunca enjuiciamos la conducta de los profesionales», se escabulló.
Todo transcurría plácidamente. Con la única preocupación, para él, de «vender» la sonora condena del episcopado a la editorial SM. «Se han sucitado dudas» sobre la publicación del manual del Islam con el conocimiento de la CEE, dijo para justificarlo. Pero no quiso ciontestar a quién las había suscitado ni por qué se tardó más de un año desde la publicación del libro para salir al paso de esas dudas suscitadas. Y eso que se le preguntó en varias ocasiones. ¿No quiso hacer publicidad a Javier Cortés, el director general de SM?
Sobrado, Camino llegó incluso presumir de que las posiciones de su Iglesia «son siempre previsibles. Otras instituciones, no. Eso sí, no voy a decir cuáles». Justificaba así la airada reacción episcopal contra la implantación por el Gobierno socialista de la asignatura Educación para la Ciudadanía.
Ya casi al final, cuando estaba a punto de salir por la puerta grande, un compañero le hizo la pregunta de si la Iglesia apoyaba las ayudas aprobadas por el gobierno a las madres solteras. Camino dudó unos segundos. Buscaba la respuesta más adecuada. Estaba feo decir que no, pero tampoco debía, a su juicio, decir que sí. Semblante preocupado unos instantes. Y al instante se le ilumina el rostro: encuentra una salida. Y la lanza. Distingue entre ayudar a los niños, por supuesto, pero no para promover «contextos familiares» que no sean el de la famiia tradicional de «padre y madre con un proyecto fiel y duradero».
Encontrada la solución al enigma, como buen apologeta (así le llaman en la Casa de la Iglesia) se explayó en repetir la idea una y otra vez. Y cada vez que la repetía no se daba cuenta de que empeoraba la cosa. Y así terminó la rueda de prensa. Y Camino se había metido en un nuevo charco. Del que le será difícil salir a él y que, por supuesto, salpica a la imagen