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Y ALLÁ EN SU FRENTE ESTAMBUL. Xavier Pikaza

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Periodista Digital

Estambul.jpgFueron muchos los papas que antaño, desde la toma de Constantinopla (año 1453) hasta la caída de su imperio (1918), tomaron a Turquía como el reto más grande para el cristianismo, proclamando cruzadas y elevando oraciones a Dios por la derrota de la Sublime Puerta, que parecía representar una amenaza contra la Europa cristiana. Los tiempos han cambiado. Turquía perdió su imperio y de cabeza del Islam y se volvió un Estado laico, deseoso de imitar al occidente. Por fin, en los últimos decenios, Turquía ha querido ser Europa y ha pedido la entrada en la Unión Europea.

Pero las cosas no son tan sencilla y, con el auge de los integrismos, las cosas han cambiado. Mañana, 28 del XII del 2006, el Papa Benedicto XVI viaja a Turquia en medios de inciertos presagios. Muchos musulmanes, de Turquía y de fuera, le miran como un nuevo papa-rey cruzado, como el capitán pirata de los versos de Espronceda que se sienta en la popa de su barca y mira “allá en su frente Estambul” o Constantinopla

Una ocasión, un viaje

A través de un horrible genocidio o por expulsión-emigración casi forzada, desde la caída del imperio en el 1918, Turquía ha pedido la mayor parte de su población cristiana (ortodoxa armenia o griega), de manera que el Patriarca de Constantinopla parece casi un prisionero extraño, pastor sin rebaño (cabeza sin cuerpo, papa ortodoxo sin ciudad papal), en su reducto de el Fanar. Muchos piensan que eran mejores los sultanes, más tolerantes. Pero el imperio-sultanato pasó y Turquía ha querido hacerse una nación moderna, tolerante, abierta a la modernidad y al occidente. Ha pedido el ingreso en la Unidad Europea… Quiere ser Europa (Lustraciòn, pluralismo), sin dejar su religión musulmana. Éste es su reto, éste su problema.
Benedicto XVI viaja a Turquía sobre todo para visitar al Patriarca Ortodoxo (que ha venido varias veces para ver a los papas).

En principio, el gobierno turco que es laico, debería ser neutral. En principio, el Papa no va como político, sono como hombre de fe, un hombre de diálogo, que quiere ayudar a cada uno a encontrar s verdad, sin mentiras ni de unos (occidentales), ni de otros (musulamanes). Quiere ir como un hombre «neutral» en línea de polícita. Pero en una situación como la de hoy el neutralismo es casi imposible, de manera que su viajaPapa aparece como una operación arriesgada, peligrosa. De esa forma, lo que podía ser un signo de la alianza de civilizaciones, un gesto en línea de comunicación (vinculado a la entrada de Turquía en la Unión Europea) puede convertirse en signo de enfrentamiento.

Otro con menos arrestos se habría vuelto atrás, dejando el viaje para una ocasión mejor. Pero Benedicto XVI es un hombre valiente y viajará mañana y yo quiero desearle un viaje bueno, como hombre de paz. Estoy con él, me siento a su lado, como cristiano, como ccidental. Pero también quiero estar con los turcos, con sus desafíos religiosos y culturales, con su feurte historia, en una tierra que para mí es la más querida, como patria de la filosofía griega (Éfeso, Esmirna…), como uno de los centros principales del Cristianismo (tierra de los viajes de Pablo, de los grandas Padres de la Iglesia, de los Concilios principales). El Papa vuelve a una tierra que es tambien «mía», es nuestra, de todos los hombres cultos de occidente, de filósofos y científicos, de cristianos y los musulmanes, una tierra que quisiera espacio de concordia, lugar donde el pasado se reconcilia con el presente, camino en el que pueden acompasar sus pasos cristianos y musulmanes, creyentes y no creyentes, escuchándose entre sí, para aprender a creer de un modo mejor, más hondo, más dialogante. Pero tengo mis miedos.

Tengo miedo de algunos radicales turcos, que aprovechen la ocasión para fomentar la división y el rechazo en contra del cristianismo, a pesar de que muchos turcos defienden la división entre Religión y Estado y quieren poner de relieve el carácter neutral (laical) de su Estado, ingresando en la Unión Europea, como puente entre Europa el mundo árabe musulmán. Estos son los turcos que quieren dejar la religión (son en su mayoría musulmanes) en un plano privado, de vivencia y fe, que les vincula con todo el mundo musulmán, mayoritario hacia su Oriente. Son los turcos que quieren ser socialmente occidentales, tolerantes, abiertos hacia Europa. La estrada de Turquía es uno de los mayores retos culturales y sociales de la historia actual. Esperemos que se resuelva para bien de todos.

Pero tengo también miedo del Papa, cuyo mensaje admiro, aunque me parece difícil de compartir en algunas cosas. Éste es el Papa del Discurso de Ratisbona, que puede ser académicamente impecable, pero ecuménicamente arriesgado. Éste es el Papa que, siendo cardenal, hace dos años iba en contra de la entrada de Turquía en la Unión europea. Como teólogo, no comparto del todos su discurso. Pero estoy seguro de que el Papa quiere hacer un buen camino y será capaz de rectiricar si cree que eso es oportuno. Será una buena ocasiòn para el Papa y para el conjunto de la iglesia y quizà para el mismo encuentro y diálogo de cultura.

Pero tengo miedo, miedo de unos y de otros (y de mí mismo, de nosotros). En esta ocasión, destacando sobre todo el papel del Papa, quiero citar las palabras de una agencia religiosa y misionera fundamental de la iglesia católica del siglo XX. Ellas nos ayudan a enteder el reto de Benedictro XVI frente a Turquía, un reto que es de todos, aquí en occidente (porque, queremos o no, Turquía forma parte de lo que ha sido y quiere ser occidente)..
Institut von Missiologie de Steyl (Sankt Augustin, Austria)
E-Mail: missionswissenschaft@steyler.d

«Dentro de las sociedades secularizadas de Europa se plantea, por lo demás, la pregunta no menos intensa sobre el Islam, que se opone también a la marginalización de la religión en la vida pública, cosa que, por lo demás, para una parte considerable de la población europea, constituye un factor esencial de la construcción de identidad del mismo Islam. Ésta es una de las razones por las que la simple idea de un ingreso de Turquía en la Unión Europea suscita tantas dificultades, y esto no sólo en el círculo de los medios secularizados. En un interviú en el Figaro Magazine, el entonces Cardenal Ratzinger declaró que Europa debe definirse como un continente cultural, más que como un continente geográfico:
En ese sentido, a lo largo de toda nuestra historia, Turquía ha sido un continente distinto, en contraposición constante con Europa. Hubo ya guerras de Turquía contra el Imperio Romano de Oriente (contra el imperio bizantino); vino después la caída de Constantinopla, las guerras de los Balcanes, la amenaza contra Viena y contra Austria… Yo creo, según eso, que sería un error el querer juntar en uno estos dos continentes.

Esto supondría además la pérdida de una rica herencia, en el caso de que el aspecto cultural fuera relegado o ignorado, por causa de una razón económica. Ciertamente, religión y Estado se encuentran separadas en Turquía; pero, sin duda, aquel país tiene una base claramente musulmana y, según eso, sería preferible que intentara crear un continente cultural con sus países vecinos. De esa manea, Turquía podría ser protagonista de una cultura que tiene, ciertamente, su propia identidad cultural pero que, al mismo tiempo, participa de los grandes valores humanistas, que también nosotros debemos reconocer (Interviú en Figaro Magazine, 13.8.2004, págs. 32-34))

Este argumento tiene su lógica – aparentemente clara –, pero la referencia a la caída de Constantinopla y a la “amenaza” de Viena en las “guerras turcas” no es muy afortunada, para decirlo de un modo prudente, pues ella contribuye a la visión cada vez más extendida del Islam como una amenaza y sirve, al mismo tiempo, para presentar a Europa como un club exclusivista. Estas palabras dan la impresión de que el diálogo tiene unas fronteras y de que la mission civilisatrice [misión civilizadora] discurre sólo en una dirección (desde la iglesia católica hacia fuera).

Reflexión final.

Las palabras anteriores eran del Instituto de Misionología de Steyl , en un trabajo colectivo sobre Europa actual. Reflexiones sobre el concepto de misión, publicadas en varias lenguas, en un libro especializados sobre el tema de la misión en Europa (Edición primera en alemán, en Sankt Augutin, Austria).

Las palabras del Papa hace dos años son bien claras y se sitúan en una línea de diferencia y enfrentamiento, que ha seguido expresándose de algún modo en el famoso Discurso de Ratisbona, del pasado septiembre. Es muy posible que ahora, pasados dos años, siendo ya papa, J. Ratzinger plantee los temas de manera diferente, en línea de diálogo y aprendizaje mutuo, más que de división y enfrentamiento. De todas maneras, los temas son difíciles y las soluciones complejas. Es evidente que el Papa abre un camino de aceptación de la diferencia y de necesidad de cambios fuertes por ambos lados.

Conforme a la visión del Papa la primera que tiene que cambiar es la sociedad occidental, volviendo a su base religiosa. Pero también tiene que cambiar la sociedad musulmana (y en especial la turca) abriendo un camino de diálogo. Frente a una unión actual rápida, que sería falsa y violenta, el Papa quiere que las dos sociedades sigan separadas, haciendo su camino en diálogo, pero en distinción. Quizá más adelante, mucho más adelante, podrán vincularse de manera distinta, positiva.

Pero dejemos aquí el tema por hoy. Deseemos al Papa un buen viaje, pidamos por la paz y por la prosperidad humana y religiosa de Turquía. El Papa ha optado por una línea fuerte de diálogo en la diferencia. Posiblemente no es la única. Algunos pensamos que no es la mejor. Pero le deseamos un buen camino. Es evidente que los turcos tienen que aprender muchas cosas. Pero sería muy hermoso que aprendiera también y cambiara en muchas cosas nuestro Papa, viajero valiente, viajero

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