Debe tratarse de uno de los cristianos beatificados últimamente más desconocidos: beato Antonio Rosmini, sacerdote católico, pensador y hereje. Y sin embargo, uno de los hombres más necesarios en esta hora de búsqueda de una iglesia acorde con los tiempos.
A Rosmini lo condenaron como hereje las autoridades de Roma por sus propuestas atrevidas que cuestionaban toda la estantería eclesial. No lo quemaron en una hoguera porque ya a mitad del siglo XIX los tiempos habían cambiado un tanto y los inquisidores no eran tan bestiales. Pero por lo menos 40 propuestas de sus escritos fueron señaladas como si fueran inspiración del diablo. Y condenadas, por lo tanto, con toda la autoridad de papas, cardenales monseñores y cuanto arribista se viste de fantasía en las altas esferas.
Por eso causa cierto rubor leer las declaraciones del cardenal Saraiva, encargado hasta hace poco tiempo del tema de las Causas de beatificación en el Vaticano, diciendo que ?se trata de una límpida figura sacerdotal, que ofreció todo su ser completamente a Jesús y a su Iglesia. Que sufrió por ello. Una figura que ha sido guía y consuelo para tantos cristianos que vinieron después de él. Rosmini es realmente un cristiano que vivió de la manera más alta las virtudes humanas y cristianas??.
Son las volteretas de la historia. En ninguna sociedad, tampoco en la eclesial, hay que dar normas conclusivas para toda la eternidad.
Quizá nos sirva, más de ciento setenta años después, el análisis que hizo Antonio Rosmini en 1832, y que no se atrevió a publicar hasta 1848 cuando subió al pontificado el cardenal Mastai Ferreti y tomó el nombre de Pío IX. Entonces Rosmini, aprovechando el entusiasmo por un Papa que iba a abrir los caminos del futuro, publicó su libro ?Las cinco llagas de la Iglesia??.
Dos años después, el Papa Pío IX ya se había vuelto un intransigente adalid de los conservadores, y el libro de Rosmini fue a parar al baúl de los libros prohibidos. Pero el análisis de Rosmini es interesante. Haciendo una aplicación a nuestra Iglesia de hoy, celebrando o sufriendo los cincuenta años del Vaticano II, podemos sacar muchas conclusiones.
Rosmini señaló las llagas él creía deberían ser sanadas en la Iglesia: 1) La brecha entre el pueblo y el clero. 2) Un clero erudito y distante. 3) Las relaciones de poder civil. 4) Los nombramientos episcopales. Y 5) El control de los bienes eclesiásticos.
¡Buena Tabla de conversación nos dejó el beato Rosmini! Para no alargar este blog en demasía, iremos por partes, herida por herida, sanación por sanación. Te dejo invitado para las sesiones siguientes