El rincón del peregrino
Seré lavanda silvestre, bálsamo pequeño para la angustia que ahoga.
Con estas manos que Tú me diste, curaré la herida del desamor.
Seré humilde. Nada más. Y nada menos
Hermano, hermana,
que ansías volar y no puedes:
¡Déjate llevar por Él!
Y volarás, finalmente. Ver noticia original en …