El próximo mes, el Papa Benedicto XVI visitará el Reino Unido, una visita que costará hasta unos 36 millones de dólares. 10 a 12 millones aportará el gobierno británico, que se encargará principalmente de la seguridad del Papa y el resto vendrá de los aportes de los católicos que conforman un 10% de la población.
A parte de las donaciones voluntarios para cubrir esta suma, quienes desean asistir a ceremonias con el Papa, tendrán que desembolsar de 16 a 18 dólares. Para la presencia en la misa en Birmingham, donde el Papa canonizará al Cardenal Newmann, un convertido al catolicismo, y donde se espera unos 800 000 asistentes, se cobrará 40 dólares a cada uno.
¿Qué se espera de esta visita tan costosa de un Papa?
Los enormes gastos para su seguridad revelan ya bastante al respecto. En Gran Britania existe mucha hostilidad contra Roma y se teme que esta pueda desbordar en actos indeseables. No es de esperar que esta aversión disminuya con esta visita. Por otro lada se sabe que entre los católicos que tienen sus sacerdotes y obispos, ver al Papa se debe más a un culto de personas y al complejo de inferioridad, que a la fe cristiana, menos a lo que dice, que a lo que presenta.
Lo sé a partir de la visita del Papa Juan Pablo II al Perú.
En todo caso un viaje tan caro y bochornoso tiene poco o nada que ver con las exigencias del Evangelio de Jesús y de sus discípulos que él ha enviado a los pueblos.