Durante el mes de noviembre, el hermano Alois, acompañado de otro hermano, viajó a Asia para visitar a los hermanos que viven en Corea y para animar encuentros de jóvenes en varios países. Durante este viaje, el hermano Alois deseó hacer una parada en Camboya donde los cristianos han sido reprimidos con dureza en el transcurso de un período oscuro de su reciente historia. Los hermanos visitaron las tres diócesis del país yendo a Kompong Tom y de allí a Kompong Cham, luego a Phnom Penh.
El 29 de noviembre, más de 600 jóvenes estuvieron presentes para una oración en la parroquia San José de Phnom Penh, en la cual el prior de Taizé expresó su “gran alegría” de venir a rezar en la capital de Camboya. Meditando sobre la frase de Jesús “son la luz del mundo” (Jn 8,12), el hermano Alois pudo destacar la esperanza que suscita el renacimiento de la Iglesia en Camboya: “ aunque su Iglesia sea muy pequeña, su luz brilla hasta Taizé, nuestra casa en Francia. ”
Evocando la tiniebla que no había podido obstruir la luz, el hermano Alois pensaba en las conversaciones que él mismo habían tenido, a relatos del pasado, a la visita a Tuol Sleng, la antigua prisión Roja. Tenía también en la cabeza su visita a Tan Kok, que se ha convertido en un lugar de peregrinación: allí el cuerpo del joven monseñor Salas, vicario apostólico, se había encontrado cerca de una pagoda, muerto de agotamiento. A lo largo de esta visita, quedaba claro que la luz no fue apagada por todos los sufrimientos del pasado.
En la actualidad, las dos dimensiones de al oración y la solidaridad están íntimamente ligadas en la vida de las comunidades cristianas locales. Además del trabajo de las ONG, existe una multitud de pequeñas iniciativas discretas pero que responden a necesidades inmediatas. A Kompong Tom, en un local anexo a la parroquia, un joven laico coordina una ayuda a minusválidos cuyo gran número son víctimas de las minas. Es una ayuda muy concreta que pretende volver a dar autonomía a los minusválidos proporcionándoles un silla de ruedas o el mínimo necesario para comenzar un pequeño negocio.
A Ko Rokha, mujeres que sufren grandes problemas familiares recibieron una parcela para cultivar, lo que les proporciona una pequeña renta y les permite redescubrir la alegría de trabajar juntas al mismo momento que la experiencia tan negativa de los trabajos colectivos durante el tiempo de Pol Pot permanece aún en la memoria.
A Phnom Penh, la parroquia de Boeung Tumpun también decidió crear un lugar de acogida para cuidar a personas enfermas venidas de las provincias, a menudo muy pobres. El hermano Alois destacó este vínculo entre oración y solidaridad en la vida de los cristianos: “ Es bueno ver como sus parroquias y comunidades son lugares de esperanza, lugares para rezar juntos y para expresar una solidaridad concreta con los más pobres. ”
“ La visita del hermano Alois tiene un gran significado para los cristianos de Camboya, es como una señal de su pertenencia a la Iglesia universal ” decía Sok, un joven camboyano del equipo de preparación, entrevistado por la agencia de prensa UCAN. Al vivir las pesadas pruebas atravesadas por el país, los cristianos de Camboya encontraron en la oración el valor de perseverar: es una esperanza que irradia mucho más allá de las fronteras del país, y que nos viene “ de la confianza que Dios está siempre presente en nuestras vidas, como en la historia de nuestros países”.