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El hartazgo de la mayor parte de la oposición, respecto a Rajoy y a sus políticas, y la audacia de Pedro Sánchez para presentar la moción de censura y luego ganarla han dado un viraje político inusitado y esperanzador. Que Rajoy no gobernaba ni dejaba gobernar, era de todos sabido. Pero es ahora, en contraste con la hiperactividad del gobierno de Sanchez, donde se aprecia en su verdadera dimensión la parálisis que atenazaba este país, tanto en política nacional como internacional. Desde la formación del nuevo Gobierno, las iniciativas políticas van a velocidad de crucero y, salvo alguna metedura de pata, se puede decir que el rumbo es el adecuado.
Ahora bien, el señor Sánchez no debe olvidar que si es difícil alcanzar el poder más lo es mantenerlo. Y dada su precariedad parlamentaria necesitará de verdaderos equilibrios para transitar, si es que no cae antes, por estos dos años de legislatura. Enemigos que le muevan el alambre no le van a faltar. Tanto Ciudadanos como el PP no le van a perdonar nunca que al primero le haya birlado el liderazgo en las encuestas y, al segundo, el Gobierno de la nación. Todo ello mediante una limpia moción de censura que los dos partidos hermanos se han empeñado en deslegitimar lanzando puyas populistas que, tal vez, causen más descrédito a quien las dispara que a quien van dirigidas.
/ Antoñán del Valle (León)