Violaciones versus celibato opcional -- Pepe Mallo

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Explotación sexual en la Iglesia africana
Hay noticias que por su carácter insólito y extraordinario, se prestan a un exagerado sensacionalismo y a que se falsee o tergiverse la realidad; por eso tendemos a ignorarlas o marginarlas. Sin embargo, analizadas con rigor, entrañan una autenticidad sorprendente y desconcertante. Es el caso que nos desvela recientemente la revista Vida Nueva, en su número 2944 (6-12 de junio 2015). Los titulares en portada ya sobrecogen: ?Sor Rita Mboshu denuncia la explotación sexual en la Iglesia africana: ?Algunas monjas venden lo que entregaron al Señor para poder vivir??.

Por parte de obispos y sacerdotes

La crónica recoge una valiente denuncia que esta religiosa congoleña, profesora en la Pontificia Universidad Urbaniana, reveló en su ponencia durante el reciente seminario sobre la condición de la mujer en la Iglesia celebrado en el Vaticano. En ella describe con toda su crudeza las humillantes vejaciones que sufren las religiosas en Africa por parte de obispos y sacerdotes. La religiosa destapa detalles aterradores. En su editorial, que el semanario titula ?Una vejación contra la mujer y la Iglesia??, el editorialista señala que no es la primera vez que se lleva a cabo una denuncia de este tipo. Efectivamente, escarbando en hemerotecas, leemos titulares como éstos (valgan como ejemplo): ?El Vaticano reconoce que cientos de monjas han sido violadas por misioneros.?? (El País ? Roma, 21 marzo 2001), ?Las sotanas del diablo?? (El Mundo – Domingo, 25 marzo 2001), ?Los abusos a monjas reabren el debate sobre el sexo en la Iglesia Católica?? (Miguel Bayón Pereda. Madrid, 22 marzo 2001). Y en el cuerpo de los respectivos artículos se asegura que los abusos sexuales dentro de las congregaciones religiosas comenzaron a denunciarse en los años noventa. El 18 de febrero de 1995 la religiosa Maura O’Donohue, coordinadora del programa sobre el sida de Caritas Internacional, presentó un informe sobrecogedor al cardenal español Eduardo Martínez Somalo, prefecto de la Congregación Vaticana para la Vida Religiosa. El cardenal, sorprendido por las dimensiones del problema, encargó investigar la situación a un grupo de trabajo presidido por O’ Donohue. La nueva investigación dibujó un panorama aún más inquietante. La lista de abusos era concluyente y descorazonadora.

La estrategia del avestruz resulta deshonesta

No son pocos los que sostienen que esta execrable lacra existe en todos los órdenes y estratos de la sociedad. Efectivamente. Nadie lo puede negar. Pero esgrimir este argumento para adoptar la estrategia del avestruz resulta deshonesto. Esconder la cabeza bajo tierra nos deja peligrosamente con el culo al aire (con perdón). Y es que en el caso del clero, tal conducta encierra un cariz especial. Hablamos de un colectivo con unos específicos y ?sagrados?? principios morales; una clase, o ?casta??, que debe ser paradigma de comportamiento ético. Y para más inri, con una peculiar prerrogativa inflexible que les diferencia radicalmente de cualquier otro gremio y les ?segrega?? substancialmente de cualquier otra colectividad o individuo: el ?celibato obligatorio??.

No es mi intención desarrollar un artículo más sobre el celibato. Ya se ha vertido y se sigue derramando mucha tinta sobre este asunto. En este mismo blog, Rufo viene publicando interesantes y magníficos posts sobre el tema. Solo quiero preguntarme y preguntar, ante estos execrables acontecimientos denunciados por la religiosa: ¿Qué consecuencias está acarreando en la Iglesia el preceptivo celibato ministerial? ¿Existe una relación causa efecto entre violaciones y celibato impuesto? ¿Cómo neutralizar los efectos del celibato obligatorio? Es el tipo de preguntas, espinosas de responder con exactitud científica, pero muy útiles para cuestionar los propios prejuicios eclesiales. Estas son interpelaciones que deberían formularse los más recalcitrantes paladines del celibato obligatorio.

Reitero las preguntas y aporto unas respuestas probables y posibles

1.- ¿Qué consecuencias está acarreando en la Iglesia el preceptivo celibato ministerial?

Los hechos cantan. Obispos y sacerdotes que exigen sexo a cambio de favores en un continente, África, azotado por el sida, donde las monjas jóvenes son un factor de bajo riesgo para mantener relaciones sexuales seguras. En los informes referidos, se citan los factores que, en opinión de las religiosas, dan origen al problema: Consta como prioritaria la circunstancia de que ?en algunos países, el celibato y/o la castidad no es reconocido como un valor espiritual. Nuestra conducta está fuertemente influida por la cultura en la que nos desarrollamos. Si se crece en una cultura que ha institucionalizado ciertas convicciones, éstas forman parte de nosotros, están inscritas en nuestro interior, y las aceptamos. Llegamos a un punto en que nuestro sentimiento no puede elegir otra cosa.?? ¿El peso de las culturas? Si ésta es la punta del iceberg, ¿cuál será su tamaño real? Porque tengamos en cuenta que el problema no solo se manifiesta en Africa; alcanza también a otros países como América o Europa. Se habla de abusos en 23 países. Y engloba además otras violaciones y pederastias ya convictas y confesas. Un panorama devastador. Nadie sostiene que sea algo generalizado, pero sí que es un fenómeno real y que exige una respuesta. La Iglesia debe reaccionar con urgencia ante este drama.

2.- ¿Existe una relación causa efecto entre violaciones y celibato obligatorio?

Nos hallamos en la tesitura, en este contexto, en que un sacerdote y una monja no disfrutan de la misma capacidad de elección. No se trata de una situación en la que un hombre y una mujer deciden de común acuerdo tener una relación sexual. Se trata de un impulso dominante en ciertas personas. La hermana O?Donohue, en su declaración, afirma que el Vicario General de una diócesis africana le aseguró: ?El celibato en un contexto africano significa que un sacerdote no contrae matrimonio; pero eso no quiere decir que no pueda tener hijos??. Las leyes biológicas ni envejecen ni mueren. Existen pulsiones que impelen al hombre a reafirmar su personalidad. El celibato impuesto y no vocacional, suele ir acompañado de serios problemas que llegan a vulnerar la dignidad del individuo y, sobre todo, su conciencia. ¿La ?consagración?? ministerial suprime la sexualidad de la persona? Cuántos sacerdotes descubren su predisposición y aptitud para el ministerio, pero no se sienten ?llamados?? al celibato. Y así, viven en una dicotomía angustiosa.

Se da una explicación plausible para este comportamiento. Se trata de la ?disonancia cognitiva??. El concepto de disonancia cognitiva, en psicología, ?hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas, todo lo cual puede impactar sobre sus actitudes.?? La Hermana Esther Fangman, psicóloga benedictina, aplica esta teoría a los referidos abusos de Africa: ?Si se crece dentro de una cultura ?o de una familia? que tiene determinadas convicciones en lo que se refiere a los impulsos sexuales, considerándolos no sólo naturales sino que hay que satisfacerlos como algo sano para ser hombre, cuando la Iglesia viene y dice ?los curas tienen que ser célibes??, entonces se produce la disonancia cognitiva.

La primera solución a este conflicto, obviamente, sería observar el celibato simplemente. Otra solución consiste en considerar la ley del celibato en el contexto de otros razonamientos que la anulan. Por ejemplo: ?Roma no entiende nuestra cultura; el celibato no es una cosa normal; en realidad no quieren decir que no se deben tener relaciones sexuales; los hombres tienen derecho a satisfacer sus deseos sexuales, etc??. No voy a minimizar la horrible injusticia de estos abusos sexuales, sino que simplemente intento entender lo que ocurre. ?Nuestra conducta está fuertemente influida por la cultura en la que crecemos. Si se crece en una cultura que ha institucionalizado ciertas convicciones, éstas forman parte de nosotros, están inscritas en nuestro interior, y las aceptamos.??

Opino que este síndrome de disonancia cognitiva es aplicable también a otros países, a otras situaciones semejantes y a otros comportamientos similares. De tales polvos vienen estos lodos. Y tal causa produce tal efecto. Rubrico el tajante anatema de Vida Nueva en su editorial: ?Con la misma contundencia con la que se está aplicando la tolerancia cero con los pederastas, la Iglesia debe reaccionar con urgencia a este drama oculto dentro de los conventos y comunidades religiosas. El clero no puede ser refugio para depredadores sexuales.??

3.- ¿Cómo neutralizar los efectos del celibato obligatorio?

El problema ?celibato?? está actualmente en tierra de nadie. Muchos lo intentan perpetuar sacralizándolo, santificándolo y endiosándolo; no pocos sueñan con revisarlo adoptando una visión algo más práctica, que entienda el celibato como un problema práctico que resolver; personas que hace tiempo abandonaron en la cuneta ese viejo y anquilosado vehículo llamado celibato obligatorio y se subieron al tren de la integridad en la comunidad cristiana.

Personalmente considero que el ?mal?? es de raíz, y se encuentra en la oposición que se hace y se insiste en hacer, entre el sacramento del orden y el sacramento del matrimonio. Este enfrentamiento ensalza al sacerdocio por encima del matrimonio, cuando lo natural y ?revelado?? primordialmente es el matrimonio. El celibato no es un sacramento. Se trata de integrar en la persona su propia sexualidad, sin acosos exteriores. Da la sensación de que la doctrina está por encima de la persona, contradiciendo al Evangelio. Eso, además de causar un daño innecesario, ¿no perjudica a la imagen de la propia Iglesia? La disciplina actual de la Iglesia da la impresión de excluir a las personas cuando más apoyo y comprensión necesitan. Si la Iglesia que integramos ofrece un proyecto ilusionante, el celibato por el Reino, la Iglesia en la que vivimos hoy parece más un espacio donde competir unos contra otros que un ámbito donde cooperar unos con otros para lograr una Iglesia fraterna que anuncia y celebra en comunidad. El diálogo y la responsabilidad son las mejores herramientas. Es tiempo de puentes, no de frentes. Unidad es algo más que uniformidad de reglas.

¿Convocará el papa Francisco un Sínodo sobre el celibato opcional como lo ha hecho para el tema de la familia?