Enviado a la página web de Redes Cristianas
Estos días me ha sorprendido, y mucho, la diligencia y rapidez con que el fiscal ha pedido la imputación de un joven concejal de Madrid, recién estrenado en su edilidad, y la prisa que se ha dado el juez correspondiente para aceptar la imputación propuesta por el fiscal. Que hace cuatro años un joven reprodujera en tuit unos chistes malos, hirientes y ofensivos, que ni siquiera son originales de su autoría, y que en cuatro años ese delito no previsto por la ley, -flagrante desprecio del necesario principio previo de «legalidad»-, es decir, delito dudoso, -«in dubio pro reo»-, y, además, que en estos cuatro años ese delito fantasma no haya prescrito, todo ello junto constituye un milagro jurídico, que suele suceder una vez en siglos, a no ser que alguien tenga mucho interés, y ponga el suficiente empeño para que suceda.
La principal agraviada por uno de los chistes, Irene Villa, y el padre de Marta del Castillo, otra presunta ofendida, ya han manifestado que no se sienten ofendidos, e Irene ha llegado a afirmar que si se persiguiera a los transmisores, más que autores, de chistes sobre ella, habría una cola que atascaría los juzgados. Y que se sienten, tanto ella, como el señor Castillo, suficientemente satisfechos con las petición de disculpas que hay presentado el concejal. Si no recuerdo mal, el abogado de la infanta Cristina protestó porque en un momento dado no había acusación particular, y el juez pretendía seguir con el caso, como de hecho siguió. Pues ahora no parece que las acusaciones particulares estén por la labor, y tampoco tiene mucha lógica que la fiscalía actúe de oficio, a no ser, como así han perpetrado, más que hecho, que identifiquen el no-delito, o dudoso-delito, como exaltación del terrorismo y desprecio a las víctimas.
Pero algo huele a podrido en un Reino bien más cercano que el de Dinamarca. Que el PP ha abusado hasta el aburrimiento y la saciedad de su mayoría absoluta es un hecho conocido, y reconocido por todos. Pero la demostración de nerviosismo, y el intento de manejar las instituciones del Estado a su favor está rayando lo escandaloso en estas fechas pos electorales, en las que, por lo visto, ha visto, por fin, las orejas al lobo, esas que todos estábamos viendo, oyendo y oliendo hace tiempo.
Otro caso parecido y encomiable en el celo funcionarial judicial, por la rapidez con que han acudido a presentar al público su situación procesal, ha sido el de la joven «laicista», y de topless provocativo, Rita Maestre, de quien ha afirmado el arzobispo de Madrid, seguramente el que jurídicamente mejor representa a los que se han sentido ofendidos en sus sentimientos religiosos, que ya ha sido perdonada. Pero tal vez el celo escrupuloso por el bien común haga al fiscal perseguir esta causa «ex oficio». Y D. Carlos ha añadido, para que lo oigan aquellos católicos que olvidan, o nunca han oído, o han dejado de lado las palabra de Jesús, que «el que no comprenda este perdón no tiene mucha idea de Cristianismo». Por lo tanto, no hay acusación particular contra ella.
