Enviado a la página web de Redes Cristianas
Sentía esta mañana vergüenza al ver en cadenas privadas, en directo, la magna manifestación que Podemos ha organizado en Madrid, mientras las dos públicas, TVE, y Telemadrid, seguían con su programación normal. La primera, con una exhibición de la futilidad y vacuidad a la que puede llegar la tele, en esos programas, más de vaciedades que de variedades. Y la televisión pública de Madrid, con un programa que me llamó tanto la atención que ni me acuerdo de qué iba. Y la vergüenza se trasformaba en indignación conforme la adrenalina iba ocupando espacios superiores. Sé que ni mis líneas, ni las de ningún blog, ni de redes sociales, va a hacer que el Gobierno mude su rumbo fatal, no de restauración democrática, sino de aniquilación y destrucción de la mismísima democracia. Pero ni a editoriales de grandes periódicos y eximios periodistas, ni a columnas lúcidas y bien argumentadas, hace ningún tipo de caso, ni presta atención, este Gobierno, que bate records en desfachatez y cinismo, y sobresale en casi todo lo indiferente, o lo malo. Menos en prudencia de Gobierno.
¡Que aseguren los miembros de este falaz Gobierno que están empeñados en una regeneración democrática es un escarnio, una tomadura de pelo a los ciudadanos, y una insensatez tan monumental que solo ellos se la pueden creer, porque dan ya señales de que hace tiempo se han convencido de la veracidad de las mentiras que propagan. Ya ni mienten, formalmente. Están convencidos de su excelencia no solo económica y política, sino también ética y moral. !Hasta ahí llega su alienación!.
Pero no. Muchos, independiendo de los colores y simpatías partidistas, pensamos que desde la transición, nunca nuestra democracia había estado en horas tan bajas, y menospreciada. Y no tanto por la corrupción, por los desmanes y abusos de los políticos, -unas cuantas decenas de miembros del partido en el poder, y ocupando cargos públicos, están imputados, o han sido condenados por corrupción-, sino por la falta de finura y de tacto en los signos estrictamente democráticos. ¿Ejemplos? la falta de respeto a las minorías, que llega al desprecio; la implacable , y al mismo tiempo burda, manipulación de las televisiones públicas; la poca compresión de lo que es la mayoría absoluta, entendida solamente como la oportunidad de hacer y deshacer a su antojo; la apropiación de un patriotismo de opereta, de esos de llevar cintas con colores de la bandera nacional, de denigrar toda idea territorial de signo diferente, no hace falta que sea contrario, y, al mismo tiempo, el mas desgarrador desprecio por el auténtico patriotismo: el bien de los ciudadanos, que éstos vean cumplidas, por lo menos, sus expectativas constitucionales, como comer, tener una vivienda digna, un empleo remunerado suficientemente para vivir con dignidad, y si no se hacen las políticas apropiadas para ello, que el Estado garantice, con presupuesto, el cumplimiento de esos mandatos constitucionales.
Han salido señalados miembros del PP, con el presidente a la cabeza, para denunciar que la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, había adelantado .las elecciones autonómicas por motivos partidistas, y que se preocupaba más de sus intereses que por el bien delos ciudadanos. Y eso lo dice un Gobierno que, por no perder un puñado de votos de la extrema derecha, no tiene el más mínimo escrúpulo de arrojar a su país, es decir, a sus conciudadanos, en la oscura noche de los tiempos bárbaros, con su propuesta de la cadena perpetua. O que considera una victoria el haber calmado a los mercados, a costa de la penuria, pobreza, y hasta miseria, de millones de españoles que vagan como alma en pena, con los ojos nublados por la desesperación y el miedo, sin presente, y con el futuro hace tiempo perdido.
No sé si han pensado nuestros próceres que alguna vez les podría tocar lo que tantos millones de españoles, definitivamente aherrojados a la pobreza, están pasando con sus hijos y nietos, a los que no pueden proteger, ni criar, ni educar bien. Tala vez sería de justicia que muchos de nuestros conciudadanos opulentos, que llevan sus hijos a colegios de pago, que usan coches de alta gama, que visten ropa de marca, que viajan al extranjero con soltura, como quien va a de Madrid a Guadalajara, tal vez convendría, digo, que por una raro viraje del destino, probasen la dura medicina de la incerteza e inseguridad para el hoy y para el mañana.. Es muy probable que, si eso sucediese, cambiasen radicalmente su ¿ideología? y sus preferencias políticas, sociales y económicas. ¡Pero no conocen cómo puede ser dura la noche de la pobreza, y, para muchos, de la miseria! Son los que la sufren, Sr. Presidente, los tristes en España, y son muchos. Y no los que lo denunciamos. No nos quiera engañar una vez más, no haga que la indignación suba hasta niveles incontrolables. No se preocupen Vds. tanto de los mercados, y tan poco de los últimos, cada vez más excluidos, que cada vez aumentan más, -ocho millones rayando no ya el umbral de la pobreza, sino de la miseria-, literalmente abandonados a su suerte, o condenados a la humillación de tener que agradecer las migajas que caen de la mesa de los poderosos.