Enviado a la página web de Redes Cristianas
Ahora resulta que los indignados han pasado a ser indignantes. Si cuando acampaban en las plazas eran vistos con simpatía y ternura por unos e indiferencia por otros, ahora, desde que se constituyeron como partido político y las encuestas le son altamente favorables, están siendo objeto de ataques, querellas, insidias y desprecios desde diferentes frentes políticos, mediáticos e intelectuales.
A la vista de tanta animosidad hacia este partido que representa a un importante y heterogéneo sector de ciudadanos desencantados, ninguneados, defraudados y engañados por un sistema envilecido, uno se pregunta por el sentido democrático de quienes tan insistentemente nos advierten de los peligros y desgracias que nos esperan si Podemos llegara a gobernar; uno se pregunta si el miedo que sienten es por lo que podríamos perder nosotros o por lo que podrían perder ellos.
Quienes ven en Podemos un elemento desestabilizador deberían agradecer su irrupción en la arena política y no tener miedo al debate de las ideas y reglas del juego democrático. Si este nuevo partido ha sabido aglutinar la indignación y recoger las protestas de las plazas para convertirlas en propuestas, ¿por qué razón vamos a negarles una oportunidad? ¿Por qué razón vamos a negarnos la posibilidad de que las cosas se puedan hacer de otra manera? Con la victoria de Syriza en Grecia y con los buenos augurios para Podemos, ¿por qué negarnos la ilusión y la esperanza de que tal vez estemos ante el inicio de un nuevo tiempo más propicio para todos?
. Valladolid