Enviado a la página web de Redes Cristianas
Que los cabecillas del independentismo se hayan vuelto locos entra dentro de lo posible, pero que esa locura la hayan contagiado a la mitad de la población de Cataluña es más difícil de explicar. Claro que, bien mirado, los rebaños suelen balar sumisos a las ordenes de los pastores.
Vendedores de quimeras los ha habido siempre, pero que éstas aún se sigan comprando como solución a los problemas que nos aquejan, demuestra que seguimos siendo unos pardillos en manos de embaucadores de perra chica.
Cierto es que la mitad de los catalanes han descubierto el señuelo y están ojo avizor, pero la otra mitad ya han comprado una idílica república envuelta en una estelada y un precioso lazo amarillo. Lástima que, en este caso, los lazos no vayan destinados a enlazar, a unir al pueblo, sino a dividirlo.
/ Antoñán del Valle (León)