Nacida en India en 1952, Shiva se doctoró en Física de partículas. Pese a pertenecer a una casta “superior” -su gran círculo de color Burdeos en la frente lo atestigua- muy pronto se sintió atraída por la lucha de las mujeres, sobre todo la de las campesinas, que sufrían por no poder dar de comer a sus hijos e hijas. Seguidora convencida de Gandhi, fue una de las primeras líderes ecofeministas, desde que saltó a la fama como una de las dirigentes del movimiento Chipko en 1977.
En 1982 creó la ‘Fundación para la Investigación, Científica y Ecológica’, que actualmente dirige. Entre sus iniciativas cuenta con el impulso y la difusión de la agricultura ecológica. Comprometida también en la investigación de energías alternativas, Shiva no está de acuerdo en que los biocombustibles no son una buena alternativa ecológica al petróleo. Para la ecofeminista Vandana Shiva la defensa de los árboles y de las semillas forma parte de una lucha global que en la India han desarrollado principalmente las mujeres como creadoras de vida y divulgadoras de un saber tradicional de producir comida de acuerdo con la naturaleza.
Vandana Shiva emocionó al público en su intervención en el ’Primer Encuentro organizado por la Fundación Mas Árboles’, en el Palacio de Congresos de Barcelona, en el que habló del “poder de las plantas para contrarrestar el calentamiento global» y defendió la agricultura orgánica (a favor de la naturaleza), de la soberanía alimentaría, las semillas de cultivo libre, los árboles y también denunció la inmoralidad de grandes multinacionales de semillas modificadas genéticamente como Monsanto y Novartis, por causar muertos y esclavitud en su país.
Vandana Shiva, con su poderosa voz, su sonrisa permanente y su expresión afectuosa lo ha dicho bien claro: “Si queremos luchar contra el calentamiento global se ha de acabar con la deforestación mundial y el monocultivo destructor de la biodiversidad. Hay que plantar miles de árboles y potenciar la agricultura ’orgánica’, erradicar las semillas genéticamente modificadas y liberar a las semillas agrícolas del control de las multinacionales”
Shiva estuvo en Barcelona como conferenciante invitada del Primer Congreso Internacional de Amigos de los Árboles, y aunque la presión mediática y humana que la rodeó fue increíble, en ningún momento perdió su sonrisa y su calidez. Abrazaba, o tenía unas palabras y un gesto amable con todas las personas. Se mostró muy interesada en AmecoPress, y compartimos el espacio con la gente que quería escucharla.
Usted dice que la tierra sobrevivirá gracias a revolución ecológica de las mujeres.
Así es. Aunque yo hablo de mujeres que son una extensión genuina de la Tierra. Mujeres que pueden enseñar al hombre que el mundo no es un mercado financiero, que el poder no debe ser para destruir, sino para conservar y regenerar. Hoy estamos al borde de la extinción, y la solución llegará por la habilidad femenina para promover una vida más sostenible, para compartir el amor por la naturaleza, por la vida. Ser ecologista significa estar conectados a la tierra. Cada vez que comemos una patata tenemos que ser conscientes de lo que le ha costado a la tierra producirla.
Usted empezó a ser conocida en 1977, cuando lideró el movimiento de mujeres para proteger los árboles. Actualmente, ¿cuál es el papel de las mujeres en la organización y en las comunidades locales?
Las mujeres son las directivas de nuestra organización y ahora dirigen comunidades rurales. Nuestro trabajo mas importante es producir semillas de buena calidad, salvar los árboles y la biodiversidad, o sea la economía local, y para eso todas las mujeres son necesarias. Salvamos y cultivamos las semillas, para conseguir buena comida. En las pequeñas granjas ellas son importantes. Saben gestionar la calidad porque es lo que han hecho siempre. El conocimiento especializado de las mujeres es una garantía contra la comida basura. Saben producir una alimentación sana, y además están conectadas con una red de distribución que garantiza la distribución de productos de alta calidad a un coste bajo. Las mujeres son imprescindibles para defender otra visión del mundo más ecológica y humana. En nuestro mundo lo más importante no es el dinero, sino el saber y el compartir. Nuestra moneda es la naturaleza.
Ha explicado que la situación de las mujeres ha mejorado. ¿Han aceptado bien los hombres su poder local o familiar?
El movimiento comunitario de mujeres como tal acabó en 1981; entonces el gobierno intervino, y se arreglaron algunas cosas. Los hombres también han colaborado y reconocen que ha habido mejoras. Todos hemos tenido que desaprender que sea necesario dominar a otras personas para que nuestra vida sea más productiva. Nuestras madres nos han enseñado que el compartir es importante para todos, hombres y mujeres. El cuidado de las personas y de la naturaleza también es cosa de hombres. Para ser verdaderamente humanos los hombres tendrían que ser feministas. Ya lo decía Gandhi: “agradezco a Dios, que cada día me haga más como mi mujer”.
¿Y como se difunde el saber y la experiencia de las mujeres?
Hemos organizado una universidad de mujeres abierta a todos, para difundir el conocimiento, la experiencia y reconocer las habilidades de las mujeres. Para que no se pierda ese conocimiento ancestral de hacer las cosas bien, con poco costo, que no se pierda su experiencia. De momento, la mejor experiencia demostrada a favor de la tierra. Las mujeres tienen la clave cuando abrazan cualquier aspecto de la naturaleza, montañas, semillas, ríos, dan continuidad al movimiento, y obtienen el poder de lo que las rodea. Nuestro movimiento usa la fuerza del amor contra la fuerza de la violencia, ya que abrazar es la expresión máxima del amor. Las mujeres, como maestras del abrazo, son las que transmiten ese poder para las futuras generaciones. ¿Las hijas de las pioneras han continuado su lucha?
Hace una semana tuve 100 niños y niñas en mi granja, para desarrollar un proyecto de plantas, semillas y atención al bosque. Lo interesante es que las maestras eran las madres de los niños, las pioneras de nuestra lucha. Nuestra vida cotidiana es esa, la lucha por las semillas, por los cultivos, por la comida diaria, por mantener a la gente contenta. No podemos separar una cosa de otra. No podemos decir hacemos esto y en el tiempo libre hacemos esto otro. Todo está integrado en nuestra vida diaria. En la primera línea de los alimentos, hay que potenciar lo local. Mientras compremos en el súper cualquier cosa, le pondremos kilómetros encima y agravaremos el cambio climático. ¡No puedes hacer volar tomates y lechugas alrededor del mundo y que la salud del planeta no lo acuse! La globalización es la principal causa del cambio climático. Cuantos más productos autóctonos consumamos, mejor para todos. España tiene un clima magnífico. No tiene excusa para no producir sus verduras. La solución pasa por el cambio de las reglas del comercio, de modo que lo local no esté penalizado. En la India intentan prohibir la comida en las calles, por ejemplo. Y nosotros optamos por la resistencia pasiva, la satyagraha de Gandhi. Lo hacemos con el agua, con las semillas, con los alimentos. Proteger la vida es proteger lo local.
¿Cuál es su opinión sobre el feminismo europeo?
Creo que sigue habiendo dos tipos de feminismos. Por un lado un feminismo, que quiere participar del poder, y ser más como los hombres, individualista y un poco masculino, que se está imponiendo en los lugares de más poder adquisitivo. Este modelo es el que nos muestran los medios audiovisuales europeos, asiáticos y alguno de África del sur. Hay otro extremo, la alternativa de la que yo formo parte. Mi libro sobre ecofeminismo tiene un prólogo escrito por Mary Amise que es europea. Esta alternativa nos muestra que básicamente nosotras obtendremos nuestro poder, no pasando por encima de otros, no convirtiéndonos en hombres, pero sí siendo más ecológicamente mujeres, viviendo más de acuerdo con nuestra madre, Gaia, con la naturaleza y ayudando a los hombres a participar en lo mismo. Así pues las opciones son un feminismo que se puede convertir en un apoyo al nuevo sistema patriarcal, o bien el feminismo con un nuevo paradigma de empoderamiento para todos y que dé cabida a que los hombres se puedan sentir integrados en un nuevo modelo de vida. ¿Que papel van a desempeñar los hombres en este nuevo mundo?, ¿tienen que pensar como mujeres?
Se ha hablado de las habilidades y las experiencias de las mujeres, pero también los hijos de las mujeres, los hombres, tienen esas habilidades y otras que si quieren pueden aplicar en cualquier momento. Yo creo en un mundo en que los hombres también son ecofeministas y participan en el cambio. De hecho muchos ya están participando, aunque los que verdaderamente mandan se sienten amenazados y utilizan la violencia. La guerra de Irak es una expresión del poder “masculino” amenazado, que para defender un modo de vida no sostenible y mantener los intereses de los poderosos usa las armas. Y esto jamás resolverá los problemas del mundo. Realmente yo les invito a ser más femeninos. Más ecofeministas (se ríe a carcajadas). Hay que cambiar la economía del negocio a costa de todo, por la economía del compartir. Muchos compañeros políticos, cuando en 1977 nos abrazamos a los árboles para evitar su tala, nos dijeron que frenábamos la economía y contestamos que el producto primero no era el dinero, sino el agua, la tierra y el aire puro. Han tenido que pasar años, con el cambio climático, para que nos den la razón y entiendan que los árboles son la primera línea de defensa para mantener el bienestar.
¿Quiere dar algún consejo especial a las feministas europeas?
Realmente yo nunca doy un consejo porque lo creo arrogante. Muchos errores que se han hecho en el mundo han sido producto de seguir consejos erróneos. Pero quiero compartir mi amor con hombres, mujeres y niños de España, y quiero decir que hemos llegado al límite, los retos de hombres, mujeres y niños de India son los mismos que los de los hombres, mujeres y niños de Europa. Los retos de nuestra especie que puede llegar a la extinción en una o dos décadas a partir de hoy, y todos tenemos que abrazar a la Tierra y a nuestros semejantes para encontrar un nuevo camino. Se nos ha hecho creer que nuestro único objetivo es consumir y consumir. Tenemos que ser creadoras, productoras y denunciar como feministas los abusos que protagonizan nuestros países. Europa se está volviendo avariciosa. Está exportando su contaminación al tercer mundo. Inglaterra va diciendo que solo es responsable del 2% de las emisiones. ¡Todas las compañías británicas están en la India y en China! No es nada ético externalizar la contaminación y hacer que los pobres tengan que soportar su basura. Una mejor vida en una parte significa destrucción en la otra. ¡Formamos parte de la misma familia humana en peligro de extinción!