Vivimos tiempos en que la calidad cristiana de nuestras comunidades se juega en su coherencia evangélica y en el tipo de presencia pública que propugnan y realizan. Cristianos en Red está constituido por un conjunto de hombres y mujeres de la Iglesia de Valladolid, que quiere coordinar y animar la importante experiencia de vida cristiana que se va desarro-llando entre nosotros, ya sea personal, en grupos o comunitariamente. Además, pretendemos que estas experiencias sean impulsadas, de modo que resulten significativas y alentadoras para el conjunto de nuestra Iglesia local. No queremos renunciar a ser signos de liberación y solidaridad evangélica en nuestra sociedad vallisoletana.
Estas son algunas reflexiones que, teniendo en cuenta varios ensayos previos realizados, van surgiendo a lo largo del camino andado desde la primavera del año 2004, cuando comenzamos a poner en marcha esta iniciativa a través de sucesivas reuniones de representantes de diversos grupos y otras personas interesadas. Se elaboró entonces un documento para orientar la convocatoria del primer encuentro general. (Octubre de 2004). Recientemente hemos acordado redactar en el próximo futuro un documento tipo «presentación», que sirva como guía general de nuestro trabajo y compromiso, a la vez que permita dar a conocer nuestra visión y estilo.
En la actualidad conforman esta Red personas procedentes de diferentes Comunidades Cristianas Populares de Valladolid (La Espiga, Pilarica, Belén, Rondilla, Millán Santos, Sicar y Jóvenes), Comunidad La Salle-Shemá, Foro Millán Santos, Asociación Juvenil Wounaan y Comisión Justicia y Paz, junto con otras personas participantes a título individual, hasta formar un conjunto muy plural (laicos/as, varios religiosos/as y algunos curas). Los encuentros generales suelen reunir en torno a setenta u ochenta personas, sin perjuicio de que el conjunto social que respalda la Red ha de entenderse lógicamente como más amplio.
I – NOS SITUAMOS EN LA REALIDAD
Nos damos cuenta del importante fenómeno de indiferencia religiosa que va afectando a nuestras comunidades; nos preocupa la tendencia privatizadora de vivir la fe. ?sta se va reduciendo a una decisión individual ajena al mundo, sobre todo al mundo dolorido y sufriente.
Creemos que, en la realidad cultural, social y religiosa actual, es preciso esforzarnos por formular el mensaje cristiano con un nuevo lenguaje, que será:
-Provisional, crítico y no indiferente.
-No sólo útil para la iluminación de las conciencias, sino también para la transformación de la realidad.
-Un lenguaje práctico, lo cual no implica un sometimiento a la realidad, sino un ejercicio de memoria de Jesús de Nazaret y de su pasión por la libertad y la justicia.
-No un lenguaje de añoranzas y condenas, sino de esperanzas para los sin esperanza y los peor parados.
-Un lenguaje testimonial, que también hace memoria de los testigos, para crear nuevos estilos que sean signos de una vida nueva a favor de los no representados e infravalorados.
La credibilidad y eficacia de este lenguaje dependerá también de que nuestras comunidades no den la impresión de indiferencia o de rechazo hacia un mundo, una persona, una sociedad cada vez menos propensa a someterse a las orientaciones eclesiásticas.
Nuestras comunidades, narradoras de la novedad evangélica, viven dentro de esta realidad social, a un mismo tiempo inquietante y esperanzadora. Pero también queremos vivir como comunidades de crítica al mundo, en una tarea de liberación y siempre sometidas a la autoridad de los que sufren.
Para sacar adelante esta tarea crítica frente a la sociedad, resulta necesario cooperar con otros grupos e instituciones no cristianas. Puesto que la Iglesia debe evitar actitudes y comportamientos sectarios, valoramos la posibilidad de frentes comunes de resistencia y para la búsqueda de alternativas.
II – DESAFÍOS
Esta realidad en la que vamos haciendo camino nos sigue planteando algunos desafíos:
1.-Desarrollar y compartir una praxis de libertad solidaria que nace del Evangelio. Esta praxis no fomenta sólo una experiencia cultual, intimista personal o grupal, al margen y al abrigo de los conflictos y desafíos de la vida cotidiana. La praxis evangélica que propugnamos y que queremos compartir en Valladolid a través de Cristianos en Red, cobra fuerza y se hace más cristiana en la medida que va creciendo en disposición para compartir con los demás y para padecer el sufrimiento de los otros, y en la medida en que va tomando conciencia de lo que se hace o se deja de hacer por los demás.
2.-Mantener una esperanza crítica.
El hecho de que nuestras comunidades sean una minoría social y eclesial no puede ser motivo de temor o vergüenza. Ser minoría es una posibilidad y una gracia otorgada que da a nuestras comunidades una mayor movilidad para aproximarnos a las minorías olvidadas y oprimidas, para acercarnos con mayor libertad evangélica a los problemas de los hombres y las mujeres de hoy.
3.-Llevar adelante, con ánimo constructivo, los procesos de libertad evangélica y los encuentros compartidos, ya iniciados en nuestra Iglesia. Naturalmente debemos tener en cuenta los caminos ya experimentados por algunos grupos y personas, que con su recorrido y compromiso personal y comunitario son un testimonio precioso de verdad evangélica para muchos de nosotros, y pueden provocarnos para el proceso de cambio y conversión que todos necesitamos, recordándonos cuanto de «peligroso», de libertador y de redentor tiene el mensaje evangélico encarnado en nuestras comunidades.
4.-Ser un espacio libre y democrático, abierto a las distintas personas, grupos y comunidades de nuestra iglesia local. Cristianos en Red de Valladolid no pretende crear una nueva comunidad, sino articular una red que anime y coordine una pertenencia eclesial crítica y constructiva, no sometida al pensamiento único que también corre el peligro de imponerse en nuestra Iglesia; que ayude a profundizar en una fe comprometida con los más pobres, y que muestre una presencia de Iglesia dialogante, libre y siempre crítica con todo aquello que deshumaniza.
5.-No situarnos en el rechazo, en la condena o en el fracaso. Nuestras respuestas a la realidad quieren nacer del espíritu evangélico, y no podrán plantearse como réplicas o contraataques frente a las amenazas, los peligros o las persecuciones (reales o supuestas). Nuestra reacción no pretende ser polémica. Las respuestas que queremos ofrecer ante situaciones de contratiempo se articularán, sobre todo, en propuestas que deriven en espacios de encuentro críticos y proposititos, que sean desafíos a los grandes problemas de nuestra sociedad y nuestro tiempo, y todo ello desde el espíritu de Jesús de Nazaret?? «El recelo con que se ha mirado la presencia de la Iglesia en la sociedad española?? por considerarla como frenadora de la cultura o del progreso social, se podría afrontar con estas actitudes de diálogo y de servicio decididos, poniendo nuestra confianza en el Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos». (La Iglesia en Castilla, samaritana y solidaria con los pobres, Instrucción pastoral de los obispos de la región del Duero. 1991).
III – ACTIVIDADES
He aquí algunas de las acciones que vamos desarrollando:
-Se cuenta con una Coordinadora que se reúne periódicamente, y una secretaría, responsable de realizar convocatorias, difundir informaciones, etc.
-Vamos conociendo y compartiendo las opciones, tareas y caminos de las distintas personas, grupos y comunidades que participamos en Cristianos en Red.
-Avanzamos en la información y coordinación de las distintas actividades quedesarrollan los grupos y comunidades integrados en nuestra Red, para potenciar la mutua participación y evitar la duplicación de las mismas.
-Tenemos dos encuentros generales cada año, durante los cuales buscamos profundizar en la reflexión evangélica y la comprensión de la realidad, en función de un tema monográfico previamente elegido, además de abordar asuntos de organización interna. Estos encuentros suelen comenzar con una ponencia a cargo de personas de fuera de nuestras comunidades o grupos, en lo cual hemos podido contar hasta ahora con la colaboración de Julio Lois, Antonio Albarrán, José María Mardones, Eutiquio Sanz, Eusebio Losada y Koldo Rodríguez Bengoa (Kristau Sarea-Red Cristiana de Bizkaia), etc., y en un principio con Javier Vitoria, cuando los prolegómenos de la Red. Entre los próximos temas de análisis que estamos considerando cabe citar la participación de los cristianos y cristianas en la Iglesia y en la sociedad, la bioética, los emigrantes, la financiación de la Iglesia, el proceso de paz en el País Vasco, etc. Procuramos que en estos momentos la oración, el encuentro festivo y el intercambio de experiencias tengan un lugar importante.
-Se asumen como propias de la Red algunas celebraciones y actividades que organizan sus propios grupos.
-Declaraciones públicas sobre temas de actualidad y asuntos específicos de nuestra Iglesia local: COPE, emigración, manifestación del 18 de Junio 2005, etc. Tenemos intención de potenciarlas y fomentar la presencia pública de la Red en los medios de comunicación y en las plataformas ciudadanas.
-Difusión de informaciones internas, noticias y documentos, fundamentalmente a través del correo electrónico.
-Coordinación y encuentros con otros grupos similares de Castilla y León, para llegar a constituir una plataforma para el conjunto de la Comunidad Autónoma. Hemos acordado integrarnos plenamente en Redes Cristianas en el ámbito general, con la intención de participar de forma más activa. En paralelo, existe un permanente esfuerzo por colaborar con otras comunidades y grupos de Valladolid que nos resultan próximos, con el propósito de consolidar la Red.
IV – ESPIRITUALIDAD
Y de fondo una espiritualidad. Es necesario tener una experiencia de Dios que nos lleve a vivir no en comunidades emocionales, donde el individuo se defiende de la incertidumbre de nuestra época encerrándose en una fe privada, individualista o sentimental, ?también en muchos casos dogmatizada?, de creencias firmes e incluso hostiles, más cercanas a la ideología que a la fe. Lo prioritario en estos momentos, para nuestras comunidades, no es transmitir doctrina, predicar moral o sostener una práctica religiosa. Lo prioritario es la experiencia de Dios y, en consecuencia, el compromiso solidario. Esta llamada a la experiencia de Dios está provocada, también, por la realidad de la indiferencia moderna, que no debe ser vivida como tragedia sino como un «acontecimiento para la fe», pues nos coloca a los creyentes en la alternativa de buscar a Dios desde nuestra debilidad radical, sin apoyos seguros ni razones humanas ciertas.
Acoger esta experiencia de Dios es una experiencia de resistencia en este mundo que no quiere noticias de ?l, que le debilita hasta su inexistencia. Dietrich Bonhoeffer, un testigo de la resistencia asesinado por el nazismo, expresa esta experiencia en sus cartas desde la prisión, que precisamente fueron tituladas Resistencia y sumisión: «Dios nos hace saber que hemos de vivir como hombres que logran vivir sin Dios ¡El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona! El Dios que nos hace vivir en el mundo sin la hipótesis de trabajo Dios, es el Dios ante el cual nos hallamos constantemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios, clavado en la Cruz, permite que lo echen del mundo. Dios es impotente y débil en el mundo y precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda». Esta es una característica propia de los cristianos y de nuestra fe: «La religiosidad humana remite al hombre, en su necesidad, al poder de Dios en el mundo: así es el Deus ex machina. Pero la Biblia lo remite a la debilidad y al sufrimiento de Dios; sólo el Dios sufriente puede ayudarnos».
Por esto no es lo más importante, ni merece la pena, crear una religión fortificada y hostil, pues Dios no quiere ser impuesto por la fuerza, ni quiere el celo piadoso, «sino que gusta de llevar personalmente su causa y de cuidar o no del hombre, libre y gratuitamente» (Bonhoeffer. Creer y vivir) No es espiritualidad de resistencia provocar una pastoral crispada, frentista, «perseguida», orientada a defender a Dios o los intereses éticos o institucionales de su Iglesia.
Sí que es experiencia de resistencia la misma propuesta de Bonhoeffer: «??Las palabras antiguas han de marchitarse y enmudecer, y nuestra existencia cristiana sólo tendrá, en la actualidad dos aspectos: orar y hacer justicia entre los hombres?? No nos toca a nosotros predecir el día -pero este día vendrá- en que de nuevo habrá hombres llamados a pronunciar la Palabra de Dios de tal modo que el mundo será transformado y renovado por ella. Será un lenguaje nuevo, quizá totalmente arreligioso, pero liberador y redentor como el lenguaje de Cristo??. Será el lenguaje de la nueva justicia y de una verdad nueva, el lenguaje que anunciará la paz del Señor con los hombres y la proximidad de su Reino». (Bonhoeffer. Resistencia y sumisión)
Orar y hacer justicia, para crear una experiencia nueva, un lenguaje nuevo, una Iglesia nueva.
La resistencia y el desvío tienen sus consecuencias de adversidad y conflicto; pero a las comunidades cristianas se les debe pedir que no se dejen llevar por lo «políticamente correcto», o lo «eclesialmente adecuado». Las comunidades cristianas han de aportar al conjunto de la Iglesia y a nuestra sociedad un poco de pasión, un poco de locura y aire fresco. Nos deben traer la mirada de los abatidos; hemos de pedirlas, a nuestras comunidades, que pasen al lado de los derrotados y que, en alianza con ellos, hagan un pacto para resistir, para vivir, al menos, con dignidad: esa vieja palabra tan olvidada.
La memoria de Jesús de Nazaret será el mejor aguijón; no en vano se encuentra entre los derrotados de la historia. Sin duda esta memoria estará siempre amenazada, porque muchos días, debilitados por la rutina, perderemos la luz, la soledad nos abrumará y la belleza será para nosotros una ilusión. Pero no importa, la memoria de Jesús de Nazaret nos marcará el camino contra la resignación, a favor de la resistencia. Es necesario por tanto, para nuestras comunidades, mantener el recuerdo, la memoria, la sed de amor, la libertad; y entonces el desierto por el que caminamos se irá abriendo a nuevos horizontes insospechados para el pensamiento único y socialmente aceptado (María Tabuyo).
Las comunidades cristianas nos deben remitir, en definitiva, a una espiritualidad de resistencia para soportar el trago de la historia sin sucumbir espiritualmente.
«Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Les pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que -únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de ese terremoto que amenaza la condición humana» (Ernesto Sábato, La resistencia).
Es posible resistir, decir no, es posible desviarse. Somos muchos los que queremos experimentar y actuar desde estas claves. Unos somos creyentes y otros no. Con todos ellos debemos hacer camino, con todos ellos tenemos que compartir, trabajar y crear espacios de resistencia.
Los cristianos, desde la imprescindible memoria de Jesús de Nazaret, tenemos una responsabilidad ineludible, ya que la resistencia es, en definitiva, un ejercicio de responsabilidad que hay que organizar en nuestras comunidades, también para que otra Iglesia sea posible en un mundo nuevo por construir.