Enviado a la página web de Redes Cristianas
La situación provocada por el COVID-19, que estamos viviendo, con sus dramáticas
consecuencias para todos, ha puesto de manifiesto que la única salida posible es la
comunión, la solidaridad. Esta práctica, que Jesucristo nos enseñó con su vida
crucificada, es asumida por muchas personas, sean creyentes, o no. Así, cada día
podemos celebrar con gozo multitud de testimonios de personas que ponen vida y
capacidades al servicio de quienes lo necesitan; también hemos visto cómo la
política en gran medida ha sido capaz de humanizarse y ponerse al servicio de las
necesidades de las personas y del bien común.
Junto al drama de la enfermedad y la muerte, a la HOAC, como Iglesia presente en
medio de las condiciones de vida del mundo obrero y del trabajo, también nos
preocupa la dimensión social y económica de esta crisis, y no vemos que la
comunión – solidaridad sea la respuesta que se está dando. Valoramos
positivamente las medidas del gobierno dirigidas a proteger a empresas,
autónomos y trabajadores, pero estimamos que están muy lejos aún de lo que es
necesario.
Por ello nos parece una necesidad urgente:
Poner a disposición de las pequeñas y medianas empresas, y trabajadores
autónomos el dinero y las exenciones fiscales necesarias para el sostenimiento y
relanzamiento de sus empresas, sin que ello suponga ninguna hipoteca ni
endeudamientos futuros.
Garantizar los recursos económicos necesarios a todas las personas y familias que
se han visto privadas de su trabajo, incluyendo en la solidaridad a los trabajadores
y trabajadoras que han sido excluidos de la economía formal. Estas personas si
trabajan, cobran, si no trabajan, no cobran: La persona que limpia casas sin
contrato, la que vende productos de su huerta de puerta en puerta, la que recoge
chatarra, la que hace alguna chapuza de vez en cuando… Estas personas no van a
ser incluidas en ningún ERTE ni van a cobrar ninguna prestación de desempleo,
pero también son personas trabajadoras que tienen que seguir viviendo. Todo ello
hace imprescindible la existencia de una Renta Básica que llegue a todas las
personas y familias, y prioritariamente, a estas, que lo necesitan.
Establecer un mecanismo compensatorio para las personas y familias que no
puedan pagar hipotecas o alquileres. Ya tenemos experiencia de lo que suponen
los desahucios y no deberíamos repetir prácticas que atentan contra la dignidad
humana.
Junto a estas medidas de carácter urgente, es imprescindible abordar dos líneas
de trabajo para reorientar nuestra sociedad y nuestra economía después de la
crisis, y prepararnos para futuras situaciones como esta o parecidas:
Revertir un conjunto de políticas públicas cuya inoperancia ha quedado de
manifiesto, para que se centren en el cuidado de la vida. Entre otras señalamos: La
atención a la dependencia, incluidas las residencias de mayores. La política
sanitaria, que ha sufrido especialmente recortes que han desmantelado a centros
de salud y hospitales privándolos de medios técnicos y personal necesarios y ha
sumido en grandes estrecheces a la asistencia primaria y la prevención. Los
Servicios Sociales Comunitarios, sin recursos para responder a la demanda de la
pobreza y la exclusión y sin profesionales que los puedan atender. La política de
vivienda, que ha echado una losa insoportable sobre muchas familias. Las políticas
de Rentas Mínimas y de lucha contra la exclusión, que parecen diseñadas más
como propaganda que como caminos de integración real y la política laboral y de
empleo, cuya inoperancia es ya un clamor.
Revisar el papel de la banca privada y el papel del Banco Central Europeo y del
Banco de España. Es un contrasentido que le demos a la banca privada el dinero de
todos a interés cero, para que la banca lo preste a empresas y personas a un
interés cuatro o cinco puntos mayor. Los Estados necesitan una fuente de
financiación que no sea una condena, y esto solo puede hacerlo una Banca Pública
o legislando que los Bancos Centrales asuman esta función.
Nos unimos al papa Francisco que expresó en la Audiencia General del día de ayer
que nuestras sociedades necesitan que difundamos más allá de las emergencias,
como la de ahora, esa cultura de la solidaridad, del cuidado y de la acogida,
contribuyendo a crear un mundo cada vez más humano.
Seguimos invitando a todas y todos a expresar de manera concreta la solidaridad
con quienes más sufren las consecuencias de esta situación, a activar nuestra
misericordia compasiva que se traduzca en gestos samaritanos con los más
necesitados, y a seguir poniendo nuestra confianza en el Dios de la Vida.
COMISI?N PERMANENTE DE LA HOAC
Madrid, 26 de marzo de 2020