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Péina ápe / aheja che ñe??. / Toveve / toipykúi / tekove rape…
(Aquí está/ aquí dejo mi voz. Que vuele / que emprenda / el camino de la vida…)
Félix de Guarania, del poemario guaraní Tojevy kuarahy (Que vuelva el sol), 1989
Me preguntan por ahí qué puedo contar de los mineros españoles.
Pues, ante todo lo que me urge: un inmenso respeto, unido a una absoluta solidaridad. Cruzo el océano para abrazarlos, para pisar sus huellas, para tocar su lucha, para cantar al viento su canto de libertad.
Somos hermanos. Ellos en su ardua labor cotidiana en los pozos de carbón que el gobierno ha decido dejar de subsidiar por el ajuste, el que va borrándole el gesto a la España que reía y disfrutaba. Yo aquí en casa, criando mis hijos con el salario de un trabajador de la educación volcado a la escuela pública, la que los gobiernos han ido dejando de financiar por los planes de ajuste en nuestro sur empobrecido de siglos.
Somos hermanos. Ellos en su marcha negra hasta Madrid recogiendo solidaridades, ampliando conciencias, contagiando a muchos, por más que todavía no se tenga en claro el próximo paso o se tema por los cambios revolucionarios que empujan los de abajo. Yo al abrigo de las palabras canto, para mi tierra arrasada, para tanta vida deshabitada en los subsuelos de mi patria, entibiando el sueño de la revolución.
Somos hermanos, ellos y yo, yo y los mineros españoles y los mineros del mundo, yo y los trabajadores del mundo hermanos de todos los explotados y excluidos, de cuantos sobreviven apenas en los márgenes del gran imperio del capital; nosotros todos con las ganas intactas de sumarnos a las multitudes que saldrán tarde o temprano a las calles para torcer el destino a que se empeñan en condenarnos.
Allí estaremos todos nosotros, de pie y marchando con el puño en alto para iluminar de una buena vez esta larga noche del mundo.
Fuente: Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base