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UNA SOCIEDAD DE MIERDA. QOHELET Y LA SRA. DE LA VEGA EN UN BASURERO. Xavier Pikaza

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Xavier Pikaza

Ayer he comentado, con miedo, algunas palabras del texto del Qohelet o Eclesiastés, un libro inquietando donde la Biblia explora la miseria humana desde el punto de vista de un hombre muy rico (un Gran Rey) que mira y apunta lo que pasa. Quiero seguir reflexionando sobre el tema. Pero, antes de retomar mañana mi comentario, me parece bueno introducir hoy una reflexión y una noticia. La reflexión viene de un amigo argentino que precisa el sentido del Quhelet. La noticia es tipo social: La Vice-Presidente del Gobierno español ha estado en un basurero de Managua

Tema

El tema es la miseria de la vida humana, una vida que parece sin sentido. Por eso decía ayer que era importante introducir sentido donde no existe sentido, como hará Jesús, uno de de los hombre que ha bajado al basurero de la historia humana, crucificado precisamente en medio de el pudridero del Calvario, una cantera abandonada convertida en vertedero de todas las suciedades de la ciudad, lugar de perros famélicos y aves carroñeras, como han dicho muchos exegetas. En este contexto vuelvo a citar un pasaje central del Qohelet

De todo he visto en mis fugaces días:
justos que mueren a pesar de su justicia,
impíos que viven muchos años a pesar de su iniqui¬dad.
El hombre domina sobre el hombre, con el fin de hacerle daño.
Por eso se venera a los impíos (Qoh 7, 15; 8, 9-10).

Una sociedad de mierda

((Juan Manuel González, amigo argentino, director de una Escuela de Biblia llamada Parresia, me ha mandado ayer este comentario que me siento obligado a introducir en mi lectura del Qohelet)).

Se suele privilegiar una lectura «existencialista» del Eclesiastés (el absurdo, la náusea; Cambalache del tango argentino; «Coplas a la muerte de mi padre» de Jorge Manrique, etc). Pero atendiendo al contexto histórico del libro, aparece la dimensión social (profética) .
El Eclesiastés rechazaba el espíritu de la cultura helenística, cultura de los dominadores ptolomeos, que se caracterizaba por una fe tecnocrática. El valor de su aporte está en su habilidad de criticar y desenmascarar. Señala la «hybris» (=»desmesura») aristocrática, las ambiciones ilimitadas y sus consecuencias de injusticia y fracaso.

La lectura de su libro es un ejercicio para desenmascarar el espíritu religioso-tecnocrático de la cultura dominante de hoy.

Qohelet, más que a Sócrates, habría que igualarlo con lo «cínicos» (= perros) (hoy diríamos «filósofos malditos»): Diógenes Laercio, por ejemplo.
El autor del Eclesiastés, escribe para los estudiantes universitarios israelitas (iban al Gimnasio), para despertarlos a una «resistencia cultural»…

Se trataba de decirles a los universitarios que la tecnología helenística es una «porquería», una «mierda» (traducción de «vanidad» que aporta Elsa Tamez, reconocida biblista feminista latinoamericana, que tiene un precioso comentario de este libro del Qohelet).
¿Por qué los griegos estuvieron en la vanguardia en «ciencia especulativa» y no en la los inventos de «física» que mejoraran la vida de los pobres (Arquímides: se negaba a escribir ciencia práctica): por que tenían esclavos (!?)… Es una sociedad de «mierda»! (diría Qohelet).
Saludos

De la Vega entre basuras. Nuevo Qohelet

((He querido tomar la información de un periódico nada sospechoso en esta campo, como es El Mundo de Madrid ///www.elmundo.es /elmundo/2007/08/04/ Está firmada por DAVID SANZ EZQUERRO (enviado especial).

Muchos lugares del mundo padecen la dura realidad de la pobreza y ofrecen estampas capaces de conmocionar al extraño que circunstancialmente tiene oportunidad de acercarse a ellos. Pero en La Chureca de Managua la vida sobrepasa cualquier límite de miseria, cuya crudeza resulta imposible de imaginar ni contar.

La Chureca es un vertedero situado en el barrio Acahualinca de Managua, una de las zonas más desfavorecidas de la ciudad. La pobreza y la marginalidad social hunden con fuerza sus raíces en los más de siete kilómetros que ocupa el barrio, pero el verdadero horror queda reservado para el basurero, un enclave en el que personas y animales conviven entre los desperdicios de la capital de Nicaragua, que a su vez es uno de cuatro países más pobres de toda América Latina.

Las propias dimensiones del vertedero ya asombran. Al adentrarse en él se suceden una tras otra y a lo largo de 47 hectáreas –el tamaño de otros tantos campos de fútbol– montañas de residuos. Todo el horizonte que alcanza la vista está formado por basuras. La Chureca es el principal vertedero municipal de Managua y a él llega el 60% de los deshechos de una ciudad que cuenta con más de un millón de habitantes.

A este lugar insalubre acuden a diario a trabajar más de 2.500 personas carentes de cualquier tipo de equipamiento. Algunos se cubren la nariz y la boca con un pañuelo, pero la mayoría ni eso.

Muchas zonas están cargadas del humo procedente de los desperdicios que son quemados y en otras se acumulan los gases que se desprenden como consecuencia de la putrefacción de la basura. Búsqueda de reciclaje

En medio de este paisaje, familias enteras buscan materiales aptos para el reciclaje, como plásticos o metales, y de paso, recogen los deshechos a los que pueden sacar algún tipo de provecho. Con el sol cayendo a plomo y una temperatura que puede superar los 35ºC confeccionan enormes fardos que luego cargan a sus espaldas. A lo largo de jornadas de 12 y 14 horas no consiguen más de dos euros al día.

En su búsqueda entre la nada, compiten con los perros que pueblan el vertedero. También hay vacas esqueléticas, rodeadas de insectos, que comen directamente en los montones de basura con la misma naturalidad que si estuvieran entre pastos. Y para completar el terrible escenario, cientos de aves sobrevuelan el lugar o toman tierra y se arremolinan en los lugares en los que en esos momentos no hay personas.

Al acabar el día, muchas de estas personas regresan a sus casas, pero aproximadamente 1.300, de los cuales 300 son niños, no salen del vertedero, porque viven en él. Algunas han construido entre las montañas de basura chozas con chapas y maderas, en las que no tienen agua, ni alcantarillado. Otras duermen directamente tiradas entre los desperdicios. Las enfermedades respiratorias, gastrointestinales y dermatológicas forman parte de la vida cotidiana. Marginación y analfabetismo, males endémicos

En este contexto, los problemas sociales tienen el terreno abonado. El alcoholismo, la drogadicción, la violencia juvenil y los abusos a las mujeres son lacras que acrecientan el drama de los habitantes de este mundo marginal. Asimismo, el analfabetismo se extiende entre el más del 25% de la población.

En estos momentos la ONG española Solidaridad Internacional en colaboración con la organización nicaragüense ‘Dos Generaciones’, lleva a cabo un proyecto de cooperación en este barrio, centrado sobre todo en la escolarización de los niños.
En los alrededores del basurero se han ubicado dos centros de enseñanza, a través de los cuales se trata de erradicar el trabajo infantil.

Aprovechando su paso por Nicaragua, dentro de la gira por seis países de América Latina que está llevando a cabo estos días, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, acudió al barrio de Acahualinca para presenciar esta terrible realidad de cerca. De esta forma, ella, toda su delegación y la prensa que la acompaña en el viaje pudieron ser testigos de las penosas condiciones en las que desarrollan su vida día a día los habitantes del vertedero. ‘Usted ha venido hasta aquí para vernos’

Durante su estancia en el basurero, De la Vega departió con dos representantes de los residentes, quienes le pidieron ayuda para salir de la situación en la que se encuentran y le agradecieron repetidamente su presencia. «Usted ha venido hasta aquí para vernos. Pero con usted no veo a ningún funcionario del Gobierno nicaragüense. Ellos no quieren venir no vaya a ser que se ensucien su lindos zapatitos», le dijo un hombre de mediana edad, apoyado sobre la barra que utiliza para remover la basura.

De la Vega, visiblemente emocionada ante las explicaciones de este hombre y de otra mujer que reiteradamente le pedía ayuda para los niños que, en lugar de estar en la escuela, pasan los días trabajando en el vertedero, se despidió de ellos prometiéndoles que el Gobierno español se implicará en el asunto e impulsará un proyecto encaminado al sellado del basurero y a la instauración de alternativas laborales para estas personas, que viven enterradas en la miseria más absoluta.

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