Unos sin techo, cansados de andar saltando de albergue en albergue, y viéndose a veces obligados a dormir al raso deciden hacerse cargo de su suerte: ocupan un antiguo garaje con vivienda, en un barrio del casco antiguo de la ciudad de Burdeos.
Los locales están vacíos desde hace años y completamente desatendidos. Según van transcurriendo los meses, se rehabilita el lugar y se crea un taller par el trabajo. Participan a esta aventura tres asociaciones de sin techo.
El local es propiedad de la comunidad urbana de Burdeos (CUB). El Presidente no quiere negociar con los sin techo. Solicita la expulsión y los lleva a juicio.
Los sin techo se defienden. Me invitan a venir a Burdeos para la inauguración del local antes del juicio. Es un día de fiesta y un desafío a las autoridades. Muchas personas vienen a visitar los locales y a aportar su apoyo: « No deja de ser una lástima que se dejen estos locales desocupados. Tienen razón de venirse aquí.»
En efecto, es un escándalo ver los locales vacíos durante años en plena ciudad cuando hay seres humanos que se ven obligados a dormir en la calle. ¿Quién se pone fuera de la ley? ¿Los sin techo o los propietarios? ¿Cómo puede ser que las autoridades prefieran reprimir a negociar?
Los medios de comunicación regionales cubren los acontecimientos con interés. Dirigiéndome a ellos, insto al presidente de la CUB a abrir negociaciones. Después de la rueda de prensa, vino el aperitivo con el cuscús a continuación. Los sin techo son muy felices con esta jornada. No se sienten solos.
Cada día, están pendientes de una señal de cambio de parte de las autoridades. La señal llega: la negociación con la CUB ya puede ser. ¡Los sin techo ya están pensando en celebrarlo!