Es cierto que una reforma siempre es necesaria, incluso urgente, cuando está en juego el que las personas puedan encontrar fundamentos que sostengan su fe, una situación en la que nos encontramos hoy.
Si queremos cambiar el rostro de la Iglesia es preciso cambiar su mirada, puesto que lo más importante del rostro es la manera de mirar, y también de escuchar y de gustar del mundo que se le presenta. La mirada renovada no puede ser otra que la de Jesús, puesto que es a través de Jesús que Dios mira y siente el mundo; un Jesús que no mira desde cualquier sitio o desde un lugar neutro, sino desde el lugar del esclavo, desde el lugar del pobre, a los pies de los demás, de abajo arriba y desde el margen hacia el centro. ··· Ver noticia ···
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