El arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, alcanzó en febrero pasado la edad de jubilación de los obispos (75 años) y apura sus últimos meses de gobierno en la diócesis: la prórroga no puede ser de más de dos años. La cercanía del recambio facilita que emerjan ahora dentro del clero las opiniones críticas sobre la gestión del prelado toledano. La revista católica Saó, de corte progresista y nacionalista, ha dedicado un especial en su número de noviembre al final del episcopado del señor arzobispo de Valencia, en el que diez sacerdotes de la diócesis manifiestan -con tonos y estilos distintos- el desgaste y la pérdida de ilusiones registrados desde la llegada de García-Gasco al palacio arzobispal en 1992.
Esta es, al menos, la visión genérica que señalan los responsables de la publicación en la introducción. También subrayan la importancia del momento por la oportunidad de recuperar ilusiones y sentimientos con el relevo del arzobispo.
Los comentarios de los diferentes curas tienen algunos rasgos que se repiten en la mayoría de ellos. En clave interna, destacan la falta de participación de los clérigos; la uniformidad de pensamiento emanada de palacio; la supremacía de la llamada ?nueva evangelización?? (movimientos neocatecumenales, Opus Dei y otros grupos de este perfil), que es vista de modo crítico como un regreso a las formas anteriores al Concilio Vaticano II, y el olvido del valenciano en la liturgia. Sobre esta última cuestión, uno de los autores, Jesús Cervera, párroco de San Miguel de Soternes, afirma que ?está hoy más enterrada que hace 20 años??.
Con respecto a los vínculos con el exterior, la mayoría de los diez consultados hace hincapié en la vinculación del prelado con ciertas posiciones políticas (Josep Antoni Comes, director de Iglesia Viva, habla del ?partidismo pepero?? del pontificado de García-Gasco) y en la opción por el espectáculo y el culto a la personalidad. El ejemplo recurrido sobre este último rasgo es la visita de Benedicto XVI.
Además de Cervera y Comes aportan sus opiniones en el especial de Saó el director de la revista, Emili J. Marín; el párroco de María Inmaculada, Julio Ciges; el cura y profesor de la Universitat Ximo García Roca; el párroco de la Purísima Concepción, Antoni Garai; el de Santa María de Jesús, Vicent Cardona; el de San Mateo, Joan Almela; el de San Juan de Ribera, Juan Ramón Pinal, y el sacerdote del centro de tercera edad de la Seu, Pepe Aliaga.
Un ex colaborador también critica
La voz que más sorprende entre los sacerdotes consultados por ?Saó?? es la de Juan Ramón Pinal, hoy párroco de la iglesia de San Juan de Ribera en Valencia y hasta hace unos pocos años uno de los más directos colaboradores de García-Gasco en el gobierno de la diócesis. Fue responsable de evangelización del arzobispado y, como señala Emili Marín en el propio cuaderno, el sacerdote que junto a Antonio Corbí (secretario del prelado) tuvo más influencia en sus decisiones. Hasta que el tándem se deshizo y pasó a ?una oposición dócil y no demasiado comprometida??, dice Marín.
Pinal rehúye visiones ?simples?? sobre si el pontificado ha sido bueno o malo, pero deja algunos jugosos comentarios. Habla, así, de la caída de la autoridad del obispo, ?que se manifiesta entre nosotros en una continua desafección hacia la figura del arzobispo??. Como muestra, cita que en la fiesta del Sacerdocio se ha pasado de ser 450 clérigos a ?menos de doscientos en el último año??.