Pese a las denuncias y las pruebas, los papas han ignorado los casos de pederastia en el seno de la iglesia hasta que han amenazado su pontificado
Un mal no es un mal para quien no lo siente. Les ocurrió a Juan Pablo II y Benedicto XVI. Hasta que no les cayó el pedrisco de la pederastia sobre sus cabezas, no fueron conscientes de las desgracias y el desprestigio que estremecían a la Iglesia romana. No fue hasta 2002 que el pontífice polaco, en babia pese a su formidable afición a viajar, escuchó las alarmas. Hasta entonces, había despreciado las denuncias porque, en su opinión, pretendían desprestigiar a su iglesia. Algunos de sus portavoces llegaron a decir que la difusión de los casos de abusos en Estados Unidos era una venganza del presidente George W. Bush por haber criticado el papa polaco la guerra de Irak.··· Ver noticia ···