«Jojó» es un cura obrero de Lyon, Francia. Sus amigos curas o sindicalistas le llaman así. Georges Fabré fue ordenado presbítero católico al comienzo de los años sesenta. Tras quince años en una parroquia, pidió permiso a su obispo para ser un trabajador asalariado a tiempo completo: «Yo quería participar de la vida cotidiana de la gente», explica «Jojó».
Junto a otros 200 curas obreros franceses ha celebrado un Pentecostés muy obrero en la residencia que los agustinos asuncionistas tienen a las afueras de Lyon. Cada 4 años se vienen reuniendo para compartir, dialogar, escuchar las aportaciones de los distintos grupos, cantar y rezar juntos… y recordar a los que van muriendo…
«El mensaje cristiano se da a conocer por la presencia entre la gente», afirma Henri Curty, otro cura, enfermero durante 24 años en el Hospital de la Croix-Rousse de Lyon.
«Son personas completamente dedicadas a los demás, viviendo en las ciudades con la gente», dice un militante sindical de la CFDT invitado a participar en el Encuentro.
Louis, entró a trabajar en una fábrica en 1971 como tornero-fresador: «Así me caí de mi pedestal», afirma. «Comencé a vivir las mismas condiciones de trabajo… y podía dialogar con la gente».
Jojó, Henri y Louis, ya jubilados, siguen activos: uno atiende a los trabajadores de pequeñas empresas en el sindicato CGT; otro colabora con la Acción Obrera Cristiana, atiende un hogar para los sin-techo y visita un hospital como capellán; el otro atiende las permanencias de la CFDT, ayudando a los comités de inquilinos.
En toda Francia, sólo unos 40 curas obreros siguen en la actividad profesional. Muchos han muerto. Y pocos curas jóvenes se deciden hoy en día a trabajar como simples asalariados…
Cuando en 1943, desde sus experiencias como soldados en la segunda guerra mundial, constatando la necesidad de estar presentes en la vida misma de la gente, muchos curas comenzaron a trabajar, en Francia, en Alemania, en Bélgica…, especialmente en medios obreros… Cuando en 1954 una expresa prohibición desde Roma les puso en la difícil decisión de obedecer o seguir su propio camino… Cuando en 1965, el Concilio Vaticano II admitió de nuevo este particular ministerio presbiteral… Cuando en la actualidad ellos, y algunas religiosas con la misma opción obrera, se reúnen para evaluar el camino recorrido, están de acuerdo en considerar que ha valido la pena… y hay que seguir, con la ayuda de Dios.
Delegados de los curas obreros de otros países (Alemania, Bélgica, España, Italia, Reino Unido y Portugal) acuden también a estos Encuentros, alentando así la esperanza en el camino emprendido y comprobando una vez más que la Iglesia de Jesucristo, por la acción del Espíritu Santo, crece y se renueva sin cesar y va por todas partes, anunciando a todo el mundo la Buena Noticia del amor de Dios.
La información ha sido recogida del diario francés Le progrés (www.leprogres.fr) de 11 de mayo de 2008, gracias a la aportación de uno de los delegados europeos.
Hoy el término «obrero» plantea ciertamente algunos interrogantes, aunque hace siempre referencia a las personas, la mayoría de la población, que trabajan o han trabajado para vivir, bien como asalariados o como autónomos. Otras expresiones como «trabajadores», «laboratori», «operari», «workers», «arbeiters», etc., expresan sin duda lo mismo. Los ingleses han desarrollado la idea del «Minister at Work», el desarrollo del Ministerio en el lugar donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo: el trabajo
¿Qué sentimientos nos despierta todo esto? ¿Qué opiniones sobre la diversidad de los ministerios en la Iglesia? ¿Cómo estar presente entre los más alejados?