Cuando empecé este blog hice promesa de no criticar en concreto a los obispos, pues conozco a muchos (¡que no son malas personas!): prometí no criticarles,pues no es ése mi estilo, ni mi forma de entender la vida de la iglesia. Pero este caso ha colmado mi paciencia. Un obispo concreto de España (de los cultos, de los buenos, de los bien centrados) ha propuesto a mi amigo Santiago que no reconozca a su niña de tres meses o que ?expulse?? a su mujer embarazada (o incluso que aborte). ?sta es una buena ocación para romper mi promesa y condenarla hipocresía de un obispo (de una iglesia-sistema) que no cree de hecho en la familia, por mucho que la defienda y ensalce en sus documentos.
1. Un caso de tantos
Ciertamente, en un caso de tantos (pues conozco varios casos semejantes), pero me ha impactado más pues se trata de un amigo antiguo y su argumento se parece mucho a lo he venido diciendo en este blog (en los días 24 y 5 de marzo), aunque cambiando muchas circunstancias. Gracias a Dios, mi amigo Santiago no va a responder como San Agustín, sino en forma más cristiana. Gracias a Dios, el Jesús de Jn 8 no se parece al obispo de Salvatierra (ni a los que son como él, obispos de institución, antes que cristianos).
Como he dicho, me he relacionado con casos semejantes y, gracias a Dios, he encontrado respuestas y soluciones diversas. El punto de partida ha sido casi siempre el mismo: ha habido un sacerdote que ?se ha relacionado?? con una mujer y ella ha quedado embarazada. ¿Qué respuesta se debe tomar en ese caso? (1) Conozco varios casos en que el obispo o el provincial religioso le ha dicho al ?sacerdote-padre??: «si eres persona y la quieres, te casas con esa mujer y si hace falta os ayudo económicamente. No permito que en mi diócesis ejerza en público un hombre que engaña de esa forma a una mujer. Lo primero en la Iglesia es la verdad y la familia». (2) Pero conozco también varios casos en que el obispo o provincial le ha propuesto al sacerdote que deje a la mujer, que abandone su familia, pues ?la institución sacerdotal?? está primero y, por ella, se debe sacrificar a la mujer y al niño.
Este último es el caso de Santiago (ése es el nombre que aquí quiero darle), sacerdote joven y brillante de una diócesis española, buen conferencista, profesor de un centro prestigioso, un ?episcopable?? de los claros. No quiero decir su nombre, ni el de su obispo (ni el de su ciudad), pero es muy posible que algunos lo adivinen, pues se trata de un caso conocido.
Santiago era un presbítero ejemplar y conocido (¡eso cuenta!), pero un día conoció a una mujer, que llamaré Sofía y sintieron algo que pertenece a Dios, es decir, al misterio de la Vida y, poniéndose en sus manos, sin usar los medios ?preventivos?? que rechaza la jerarquía de la Iglesia, por el gozo mismo y la tarea fuerte de la Vida, engendraron un niño.
A los dos meses, confirmado el amor y el embarazo, Santiago fue a hablar con sus instituciones, fue a presentar su caso, para tratar del tema y encontrar un camino dentro de la Iglesia. Voy a dejar que hable él mismo. Yo me había enterado de su caso y puse unas letras, hace una semana. ?l me ha contestado y ésta es la carta que me ha escrito, diciéndome que puedo ?publicar el caso??, el caso de un obispo que propone destruir una familia. Por amor a la Iglesia lo hago, con gran dolor, para que otros obispos y/o provinciales religiosos puedan reflexionar, sabiendo lo que piensan muchos cristianos:
2. Carta de Santiago (escrita el 26.3.07):
Ah, este martes fue la ecografía de Sofía, ya sabemos que es una niña. Se va a llamar Cristina. Nos gustaba Paula, pero para evitar el nombre de Paula Velázquez, una de la tele. Al final optamos por Cristina. Nacerá en agosto. Estamos muy ilusionados con la niña.
1. Lo que me dices del obispo no es exactamente así. Fue el obispo de Salvatierra (X. X.) el que en el proceso de negociación de mi salida de la Ponti comentó YY (intermediario) la posibilidad de que yo no reconociera el embarazo y la diócesis llegara a un acuerdo económico con Sofía. La propuesta me la hizo YY como portavoz del obispo con quien yo no llegué a hablar. Le pedí a YY que me la repitiera porque no daba crédito a sus palabras.
2. La segunda propuesta era si Sofía y yo realmente queríamos ese bebé, porque las cosas se podía «arreglar». Eso todavía me indignó más. Todo esto sucedió el día 13 de febrero. Al lunes siguiente, cuando fui a firmar, YY me pregunto antes de firmar si había pensado en las propuestas del obispo y yo no le respondí y firmé mi salida.
Este fin de semana pasado estuve en Salvatierra en el dentista y a buscar libros y ropas. 3. Mi amigo Manolo me dijo que el lunes pasado había estado con el obispo en una reunión de la legión de María y que le había dicho que tendrían que recuperarme para el sacerdocio y para el trabajo que hacia. Y Manolo le dijo que eso le parecía imposible al haber un embarazo por medio a lo que el obispo respondió que eso se podría arreglar de varias maneras. Esa es la historia. Yo con el obispo de aquí no he tenido nada ni voy a tener porque paso de él y ahora de todos los obispos del mundo.
4. En cuestión de un mes he perdido la fe en la institución. Creo en Dios, en el mensaje de resurrección del NT, en el amor,… pero en la Iglesia no. No puedo creer en una institución que organiza manifestaciones en favor de la familia y a mi me pide que no reconozca a mi hija y me ofrece llegar a un acuerdo económico con Sofía. No puedo creer en una institución haga declaraciones contra la ley del aborto y a mi me dice que ni no queremos a la niña hay formas de solucionarlo.
5. Así que puedes decir lo que quieras en tu blog (me sentiré muy bien) porque además de decirlo tú, lo voy a decir yo en el futuro. Ya he dicho algo en el periódico de aquí, aunque de forma indirecta, pero lo iré haciendo poco a poco. Quiero saludar a tu mujer Me gustaría que pudiéramos estar los cuatro juntos un día tomando un café (tu mujer y tú, Sofía y yo). Me siento feliz, lleno de vida, cargado de ilusiones de cara al futuro. Quiero hacer muchas cosas pero sobre todo quiero estar con Sofía.
2. Reflexiones post-episcopales
Todo lo anterior ha sido, al pie de la letra, la carta de Santiago. Ciertamente, el caso es ?delicado?? y no es fácil dictar de antemano una respuesta. Pero la propuesta del obispo (que ha sido y sigue siendo normal dentro de un tipo de iglesia) me parece anticristiana. Con propuestas como esa se destruye la Iglesia de Jesús. En este contexto he querido ofrecer unas breves reflexiones, para que los lectores de mi blog puedan pensar y responder, con amor, a favor de Santiago o a favor del obispo?? o en el sentido que ellos vean.
1. Ciertamente, hay un conflicto, y el primero en reconocerlo es Santiago. ?l había ?prometido?? guardar el celibato, al servicio de un tipo de iglesia y de ministerios ?celibatarios?? y lo ha guardado fielmente, durante muchos años. Pero, en un momento dado, cambiadas las circunstancias de la vida, ha sentido, vitalmente, que por encima de ese celibato hay algo previo, que él ha descubierto como superior (para él en concreto, no para todos, en general): ha descubierto el amor personal de una mujer, llamada Sofía, ha descubierto la vida de un niño que va a nacer (¡un hijo suyo!)?? y con gran dolor, pero con amor todavía más grande, ha reconsiderado toda la trayectoria de su vida.
En ese conflicto, en esta situación concreta, Santiago ha decidido optar por la mujer y el niño, no en contra de la Iglesia, sino a favor de la Iglesia, a la que quiere seguir sirviendo y amando, pero de otro modo. Por eso, decidiendo su vida con Sofía y por el niño, ha decidido dejar el ministerio. No ha tomado la decisión a solas, la ha tomado con Sofía (desde ella, con ella),la ha tomado con otros cristianos que se han (nos hemos) sentido solidarios con él, desde la iglesia de Jesús. No se trata, por tanto, de una decisión ?contra la Iglesia??, sino de una decisión y camino ?en la Iglesia?? (¡Creo en Dios, en el mensaje de la resurrección del Nuevo Testamento??), por fidelidad a Jesús y a su resurrección, aunque en choque con la institución concreta
2. El obispo hubiera querido resolver las cosas de otra forma, como si la relación de Santiago con Sofía fuera un ?affaire?? pasajero, sacrificando a la mujer, dejando al niño. Una buena ?vocación sacerdotal?? como la de Santiago implica decisiones fuertes?? Me gustaría conocer mejor los argumentos del obispo, aunque los he oído muchas veces: ¡La institución está por encima de las personas! Sería bueno que el obispo hablara, en concreto, en este caso y en otros muchos?? Pero no creo que es obispo quiera hacerlo.
Repito lo que he dicho: me gustaría que el obispo defendiera su propuesta, si es que puede, por el bien de la iglesia a la que dice representar: ¿Qué es más importante? ¿La perseverancia y fidelidad ?ministerial?? de un sacerdote brillante, episcopable, para bien de la institución, o la fidelidad de un hombre ?cristiano?? a su mujer (ya mujer suya, en plano personal) y al hijo común que va a nacer? Dejo que los lectores respondan.
3. En defensa de la institución. ¿Todas las instituciones harían lo mismo??? En general, ellas se ponen a sí mismas por encima de las personas, a las que sacrifican. Vengo estudiando el tema desde hace años y podría citar a los autores más representativos: M. Weber, R. Alberoni, M. Douglas??Todos ellos dicen que, en un momento dado, después de haber surgido para bien de las personas (para defensa de un carisma, de unos derechos??), las instituciones se colocan por encima de las personas a las que sacrifican para el bien de un pretendido ?conjunto sagrado??. ¿Es normal que Santiago, un hombre de institución, debería sacrificarse por ella? ¿Y qué hacemos entonces con la mujer y el niño? ?ste es el conflicto que aparece ya en la Biblia en el caso de Abrahán y Agar (cf. Gen 16), éste es el conflicto de Agustín (que hemos visto en este blog el otro día). En el fondo está el argumento de Caifás: ?es bueno que un hombre (una mujer, un niño??) muera para bien del conjunto, es decir, del sistema?? (cf. Jn 11, 49).
4. ¿Puede la Iglesia ser una institución distinta? Todas las instituciones ayudan a las personas que están dentro (que se someten), pero tienden a sacrificar a los disidentes y ?externos??. El tema está en que los cristianos pensamos que la Iglesia tendría que ser distinta: una institución al servicio concreto de las personas, en situaciones de conflicto, pero siempre al servicio de los más ?desfavorecidos?? (en este caso, al servicio de Sofía y del niño que va a nacer). La iglesia en general tiende a decir que protege a los niños?? pero luego es capaz de sacrificarlos por el bien del sistema, como en este caso quería hacer el obispo.
5. ¿Qué podría hacer el obispo? Lo único normal, lo único cristiano, hubiera sido decirle a Santiago. (1) Punto de partida: ?¿Lo has pensado bien, es verdad que os queréis? Pues, en ese caso ¡que Dios os bendiga!??. (2) Propuesta inmediata: ?¿Cómo andáis de dinero? Necesitáis algo para ofrecerle un espacio de acogido al niño. La comunidad cristiana a la que has servido muchos años estará feliz de ofrecerte su ayuda económica y personal???. (3) Propuesta a largo plazo: ?Mira, Santiago, quizá por un tiempo, hasta que nazca el niño?? podéis y debéis hacer vuestra vida de un modo más íntimo?? Deja, por unos meses, tus actividades normales?? Pero luego ven por aquí: ¡Tenemos que hacer muchas cosas en la Iglesia, por el bien de los cristianos, por el bien de los hombres! Tú has trabajado muy bien durante casi veinte años, ahora trabajarás mejor, con tu nueva experiencia, en la línea del evangelio. Ven, por favor, venid los dos, por favor, y hablamos entonces??Ah, y avísame cuando nazca el niño, quiero estar en el bautizo??.
6. ¿Y qué hacemos con el celibato? El celibato es una ley eclesial muy importante, muy valiosa y merece la pena que se mantenga, allí donde existan personas que quieran vivirlo y lo vivan con honradez y gozo?? Pero hay algo anterior al celibato, que es el ?amor cristiano??. Y esta iglesia, este obispo, están corriendo el riesgo de dejar de ser cristianos por defender un tipo de celibato. Ciertamente, un tipo de iglesia está perdiendo peso?? pero entre los culpables de esa pérdida de peso están, en lugar destacado, los obispos, como este obispo de Salvatierra.
Conclusión
?sta es una historia triste y bella. Triste por la propueta del obispo, bella por el amor de Santiago y Sofía y por la niña, que se llamara Paula, como Pablo, apóstol de la libertad. A Paula le deseamos desde ahora el amor inmenso de Sofía, su madre, el cuidado y amor de Santiago, su padre… Deseamos que nazca en la Iglesia, una iglesia abierta a los «gentiles», como Pablo quería, una Iglesia del amor universal, arriesgado y hermoso.
El obispo de Salvatierra y su delegado o portavoz YY han hecho lo que tenían que hacer. Yo les conozco, no son malos… Pero forman parte de un sistema que tiene que actuar así. Por eso, para bien de ellos, del obispo y de YY, tiene que cambiar el mismo sistema. Espero que antes de cinco años, cuando Paula empiece a comprender las cosas, Santiago pueda trabajar intensamente al servicio de la Iglesia (es decir, de la libertad), en la institución donde ha servido estos últimos años o en otra semejante. Ánimo Santiago, gracias por tu amor Sofía (¡aunque no te conozco por ahora!), bienvenida al mundo Paula.