¿Un mensaje ?diferente??? -- Gabriel Mª Otalora

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

Finalizada la visita pastoral a Brasil, el papa Francisco ha mantenido un mensaje diferente a la mayoría de los escuchados en muchas visitas papables parecidas. Pero, ¿diferente, respecto a quién? Hacía mucho tiempo que los mensajes evangélicos no tenían un eco tan claro como el que transmite este papa. Algunas crónicas periodísticas, un tanto descolocadas e incómodas, han preferido centrar la cuestión en que los movimientos de izquierda de aquél país -y más cerca- van a aprovechar este viaje para mostrar similitudes entre su discurso y el de ellos. Pero sería igual de lógico hacer el planteamiento al revés: a ver si resulta que lo positivo de los mensajes de izquierdas tiene sus mejores referencias en los mensajes cristianos del papa, más universal (católico) que nunca.

Seamos sinceros; el mensaje del papa es diferente a los que nos tenía acostumbrados la jerarquía católica, especialmente la española, tan endogámica como reaccionaria. Parece increíble que, escuchando al papa, casi todo lo que suene a liberador pueda haber parecido impropio de Cristo. De lo leído y escuchado hasta ahora sobre este viaje, me quedo con unas pocas ideas que, al menos para mí, pueden ser una valiosa ayuda para que los católicos más decadentes recuperemos lo esencial del evangelio en este mundo de hoy.

1) Autocrítica: no estamos acostumbrados a ella, sobre todo en las altas esferas vaticanas. Todavía recordamos el larguísimo perdón proclamado por Juan Pablo II, tan necesario como sincero, y las manifestaciones de algunos curiales en el sentido de que aquello fue una manifestación que debilitaba a la Iglesia. Este papa, ha apuntado mucho más cerca: a los cardenales y obispos, diciendo cosas muy claras: el obispo debe conducir, que no mangonear (sic); deben ser pacientes y misericordiosos, que amen la pobreza interior y exterior, la austeridad de vida; hombres que renuncien a la psicología de príncipes. Etc.

2) Crítica: Francisco ha criticado al capitalismo actual por ser una fuente directa de injusticias estructurales y de fomento de la codicia. Ha denunciado la realidad mundial actual como injusta y no conforme al evangelio. Los pobres son los preferentes, a la manera del evangelio.

3) Está con los más frágiles: ha dado un paso al frente por la juventud, por sus derechos y la marginación de su situación, ante el paro y la falta de expectativas. Les anima a que protesten y reivindiquen sus legítimos derechos. Stéphane Hessel se alegrará desde el cielo. El papa, lejos de utilizar la condena con ellos, ha exhortado a los adultos a ayudarles a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor.

4) Reivindica la alegría como esencia cristiana: ha pedido a los católicos vivir con alegría, pues un cristiano ?no puede tener el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo. Y a los obispos, en otra ocasión: qué mala cosa es un obispo triste. Menuda pedrada a nuestra actitud pesimista.

5) Sorpresa final: su reivindicación del papel de la mujer y el respeto por los homosexuales y lesbianas. Su frase de ¿quién soy yo para juzgar a un gay? ha dado la vuelta al mundo. Su respeto por cualquier persona de buena voluntad, abre la puerta a que el amor sincero no es exclusivo de unos u otras. Lo que muchos creíamos ahora lo afirma el papa, recordándome el pasaje evangélico de la adúltera.

Propuesta general de vida: apuesta por acercarnos a los que sufren, ejercer la justicia centrados en una fe solidaria, entregada y basada en obras, no en teorías. La conocida fe que para ser tal necesita obras. La teoría (ortodoxia) sin amor cristiano en la práctica, no define al seguidor del Cristo.

Todo su extenso mensaje en Río, nada novedoso en Jesús de Nazaret pero sí en buena parte de la Iglesia católica occidental, es una bocanada de aire fresco incluso para quienes no sienten la fe cristiana pero buscan de corazón un sentido y una alegría en sus vidas. Por sus hechos les conoceréis. Gracias, Francisco, por recordárnoslo.