Carta al presidente de Israel del nieto de una víctima del Holocausto.Borrad el nombre de mi abuelo en Yad Vashem.Jean-Moïse Braitberg
LE MONDE
Traducido del francés para Rebelión por Germán Leyens
Señor presidente del Estado de Israel:
Le escribo para que intervenga ante quien sea a fin que se retire del Memorial de Yad Vashem dedicado a la memoria de los víctimas judías del nazismo, el nombre de mi abuelo, Moshe Brajtberg, gaseado en Treblinka en 1943, así como los de los demás miembros de mi familia muertos en deportación en diferentes campos nazis durante la segunda guerra mundial.
Le demando que acceda a mi pedido, señor presidente, porque lo que pasó en Gaza, y de modo más general, la suerte dada al pueblo árabe de Palestina desde hace sesenta años, descalifica a mis ojos a Israel como centro de la memoria del mal hecho a los judíos y por lo tanto a toda la humanidad.
Desde mi infancia he vivido rodeado de sobrevivientes de los campos de la muerte. He visto los números tatuados sobre los brazos, he escuchado los relatos de las torturas; he conocido los duelos imposibles y he compartido sus pesadillas.
Era preciso, me enseñaron, que esos crímenes no recomenzaran jamás, que nunca más un hombre, por su pertenencia a una etnia o a una religión desprecie a otro, que atropelle sus derechos más elementales que son una vida digna en la seguridad, la ausencia de barreras, y la luz, por lejana que sea, de un porvenir de serenidad y prosperidad.
Pero, señor presidente, observo que a pesar de algunas decenas de resoluciones aprobadas por la comunidad internacional, a pesar de los claros indicios de la injusticia cometida contra el pueblo palestino desde 1948, a pesar de las esperanzas nacidas en Oslo y a pesar del reconocimiento del derecho de los judíos israelíes a vivir en paz y seguridad, reafirmadas frecuentemente por la Autoridad Palestina, las únicas respuestas aportadas por los sucesivos gobiernos de su país han sido la violencia, el derramamiento de sangre, el encierro, los incesantes controles, la colonización, las expoliaciones.
Usted me dirá, señor presidente, que es legítimo, para su país, que se defienda contra los que lanzan cohetes contra Israel, o contra los kamikazes que se llevan con ellos numerosas vidas israelíes inocentes. A lo cual le responderé que mi sentimiento de humanidad no varía según la ciudadanía de las víctimas.
Al contrario, señor presidente, usted dirige los destinos de un país que no sólo dice representar a los judíos en su conjunto, sino también la memoria de los que fueron víctimas del nazismo. Es eso lo que me preocupa y me es insoportable. Al conservar en el Memorial de Yad Vashem, en el corazón del Estado judío, el nombre de mis parientes, vuestro Estado tiene prisionera mi memoria familiar tras las alambradas de púa del sionismo para que sean rehenes de una así llamada autoridad moral que comete cada día la abominación que es la negación de justicia.
Por lo tanto, le ruego que retire el nombre de mi abuelo del santuario dedicado a la crueldad cometida contra los judíos para que no siga justificando la cometida contra los palestinos.
Sírvase aceptar, señor presidente, el testimonio de mi respetuosa consideración http://www.rebelion.org/noticia.php?id=79875&titular=el-arma-revolucionaria-del-voto-
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UN ENTRAÑABLE CANTO A LA DIGNIDAD…TE DOY AUTORIDAD PARA DERROCAR Y RECONSTRUIR… (Cfr. Jer. 1,10)
Montevideo, 30 de enero de 2009 – Gabriel Sánchez
Hay una enorme dignidad moral, en todos los que han sobrevivido a los genocidios, por motivos políticos, raciales, religiosos, todos los sobrevivientes de tan tremendos crímenes efectuados por un grupo de fanáticos asesinos, siempre han guardado…la memoria del nunca más…
Son especialmente sensibles al surgimiento en la historia de ese tipo de desenfrenos homicidas, que a veces hace que algunas comunidades se erijan en dueños de la vida de los otros y se crean con el derecho de asesinar colectivamente…
Son la voz de alarma, la última reserva y en quienes han sobrevivido en los campos de exterminio Nazi, casi huelen esa euforia nacionalista que transforma a un colectivo en genocida…Dios ha querido sembrar en el corazón de los sobrevivientes de los Nazis y de los descendientes de los caídos en el acto en los inhumanos campos de concentración Nazi…que fueron judíos, gitanos, opositores…despiadadamente humillados, pisoteados y masacrados más allá de la muerte, un toque de alarma…y un índice señalador, capaz de denunciar y someter al juicio público a los genocidas…
Ni más ni menos que eso ha hecho Jean-Moïse Braitberg, con el antiguo y entrañable sentido de Justicia, que arranca desde la Alianza del Sinai y sembrado en el corazón de los verdaderos judíos.- Este notable escritor, ha levantado con enorme dignididad, la bandera del nunca más…nunca más que trasciende a un acontecimiento y a un pueblo y que sitúa en el corazón mismo de la humanidad, entonces ese dignísimo Judío, se levanta como la voz de todos los muertos en el holocausto nazi, para señalar al gobierno de Israel y quitarle la legitimidad de representar ese sagrado memorial, que nos recuerda a todos entre otras cosas que si no levantamos nuestra voz en contra del genocidio, somos cómplices y nos será reclamada de la misma manera que a los ejecutores la sangre inocente derramada.-
Para mi que soy creyente, me reconcilia con el rostro compasivo y humanitario del Dios de la Alianza…presente en el corazón de los verdaderos judíos…el que advierte reiteradamente que el pecado de idolatría es no respetar al huérfano, a la viuda y derramar sangre inocente y que ese mandato, sintetizado en el NO MATARAS, sigue hoy vigente para todos los que nos sentimos hijos del aquel Dios que le dijo a la casa de Israel…”Practicad el derecho y la justicia, librad al oprimido de manos del opresor, y al forastero, al huérfano y a la viuda no atropelléis; no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente” (Cfr. Dt. 27,15-19; Jr. 7,6-7; Jr.22,1-5)…¿No ese el mismo grito de Jean-Moïse Braitberg, devenido en profeta, que cuál nuevo Elías, acusa al gobierno de Israel de nuevo Ajab…derramando la sangre inocente de Nabot…para usurpar su viña ?(Cfr. 1 Re. 21, 17-19)…
Gracias Jean-Moïse, por ser un buen testigo de un Dios que sigue hoy caminando en medio de los pueblos y sobretodo gracias por reconciliarnos con lo más entrañable del pueblo Judío, su capacidad de mostrarnos, más allá del dolor…la tierra prometida.-
(Información recibida de la Red Mundial de Comunidades Eclesiales de Base)