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Amos Oz, escritor israelí comprometido con el derecho a dos Estados para palestinos y judíos, dijo en una ocasión que un trozo de territorio tan pequeño no puede soportar tanta historia. Y es verdad. La antigua región de Canáan se corresponde con el actual Estado de Israel, Gaza y Cisjordania (el incipiente Estado palestino), la zona occidental de Jordania y algunas zonas de Siria y Líbano. Ha sido un punto de convergencia entre importantes rutas comerciales, lo cual facilitaba la influencia de culturas diversas, las posibilidades comerciales pero también las invasiones y los conflictos armados.
La zona está habitada al menos desde el paleolítico y entre los años 10000 y 15000 a.C., se instalan comunidades agrícolas fijas. Del 3000 al 1250 a.C. fueron llegando tribus dispares: amorreos, jebuseos, filisteos, fenicios, hititas, arameos… y hebreos. Pero nunca constituyeron un estado unificado ni organizado, sino que se mantuvieron dentro de un sistema de alianzas tribales inestables.
No hay lugar en el mundo que lleve tantos siglos sumido en permanentes violencias, y encima con un sustrato religioso en muchos de sus conflictos. Solo parece que les une la figura de Abraham Todos, -judíos, musulmanes, cristianos- le consideran como su patriarca y un elemento de unión. Los jebuseos tuvieron su momento de liderazgo entre las tribus cananeas, que junto a los filisteos (Gaza) son el germen del actual pueblo palestino. Los hebreos, por su parte, fueron haciéndose fuertes en torno a su religión. Los conflictos eran frecuentes y lo peor estaba por venir.
Primero fueron los egipcios en el siglo XV a.C., con el famoso éxodo hebreo del Sinaí, que a la vuelta del exilio lucharán hasta que David unifica Israel y Judá. Luego las invasiones asiria y después caldea (Babilonia), la destrucción de Jerusalén y nuevo cautiverio a Babilonia. Invasión de Alejandro Magno, nuevamente los egipcios (Ptolomeos) y los sirios seléucidas. Los romanos expulsan a los judíos (año 70 d. C.) y culminan una segunda represión cambiando el nombre de la provincia romana de Judea por Palestina como forma de borrar toda memoria judía de la región.
Sin apenas respiro, la invasión de los bizantinos y la llegada del imperio árabe provocando la expansión islámica. Los árabes, también descendientes de Ismael al igual que de Esaú, empezaron a reclamar la tierra cananea con el motivo religioso añadido al conflicto. Llegan las Cruzadas, luego los mamelucos y a partir de 1516, Palestina pasa a formar parte del Imperio otomano hasta 1917. De 1882 a 1903 vuelven muchos judíos deportados y exilados de conflictos anteriores.
El nacimiento del sionismo como tal está ligado a la eclosión de los nacionalismos europeos del siglo XIX, bajo la idea de «un pueblo, un Estado». La novedad es que ahora se despierta en Europa el deseo de atraer al Oriente Próximo a su área de influencia; es decir, de colonizarlo cuanto fuera posible. Se incrementa la inmigración judía ante la expectativa de un Estado propio y a medida que el antisemitismo crece en Europa. Tras la Primera Guerra Mundial, los británicos y franceses se reparten la zona. En 1922, los británicos crearon el Emirato de Transjordania, que incorporaba a todas las tierras judías de Palestina, al este del Río Jordán. Y les prometieron a los hachemitas árabes de la zona que obtendrían la independencia para crear un gran Estado árabe unido en todo Oriente Medio. Pero a la vez, el gobierno británico también había prometido crear un «Hogar Nacional Judío» en Palestina.
La tensión se incrementó hasta desembocar en violentos disturbios de los años veinte y en el periodo 1936-1939. Se produjeron acciones terroristas árabes sin abandonar nunca las rencillas entre ellos. Una vez más, Reino Unido canceló unilateralmente sus compromisos de modo que los árabes de la región conservaran íntegra una parte de ese territorio y los británicos administrarían la parte oeste del Jordán como Palestina y la parte este como Transjordania, hasta 1946. Por su parte, Adolf Hitler recabó todo el apoyo posible de los árabes para destruir la hegemonía británica en la zona. La mayoría de judíos palestinos, por tanto, colaboraron con el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.
La ONU decide (1947) dividir Palestina en dos Estados quedando Jerusalén bajo mandato internacional. Un día antes de la retirada británica, el Gobierno Provisional Judío declaró la formación del Estado de Israel (1948). Nuevo conflicto y anexión del 77% del territorio por las armas. De este modo, todos los habitantes que quedaron dentro del recién formado Estado de Israel, ya fuesen judíos o árabes, recibieron la ciudadanía israelí. En 1949 se acuerda un alto el fuego y ahora son los palestinos los que tienen que marcharse, en torno a un millón de personas.
La Operación Kadesh en 1956 tensiona más la cuerda a consecuencia de la nacionalización del Canal de Suez por el dirigente egipcio Nasser. En 1964 nace la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y empieza un nuevo acoso interno y externo árabe a Israel que acaba con un ataque por sorpresa de Israel el 5 de junio de 1967 conquistando el desierto del Sinaí, Gaza, Judea y Samaría, los Altos del Golán y todo Jerusalén. El territorio ocupado por el estado hebreo pasó de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados a 102.400.
En 1972, un grupo terrorista palestino provoca la masacre en los Juegos Olímpicos de Munich contra la delegación israelí. En 1973, la guerra del Yon Kipur. Por fin se produce un histórico tratado de paz entre Israel y Egipto (1979), que fue el primer país árabe en firmar un tratado de paz con Israel, y el primero también que reconoce oficialmente al Estado judío. Después lo haría Yasser Arafat (1988) en nombre de la Autoridad Nacional Palestina. En 2003 se produce la invasión de Ramala y la toma violenta de la residencia oficial de Arafat. En 2005, para facilitar el proceso de paz, Israel se retiró de Gaza pero desde entonces, se han incrementado sus asentamientos ilegales y la guerrilla de Hamás, que no reconoce a Israel. Tras la terrible masacre de este verano, llega el enésimo acuerdo en agosto que pone fin, en teoría, a más de siete años de bloqueo inhumano sobre Gaza.
Todo esto no es más que un apretadísimo resumen de un conflicto eterno que exige ya el reconocimiento mutuo a la existencia con el establecimiento de fronteras seguras, el estatus de Jerusalén, el problema de los asentamientos ilegales israelíes, la libertad de movimiento palestino, sin muros de la vergüenza, y la implicación honesta de la comunidad internacional en una solución justa. La tan cacareada paz por territorios es cada vez más difícil porque Israel está pasando de una guerra de supervivencia a ser el actor de un genocidio de la población palestina, impensable sin la actitud vergonzosa de Estados Unidos. El resultado probable si no se ataja esta dinámica eterna, es que la violencia y el odio seguirán siendo los protagonistas en las generaciones venideras, palestinas y judías, junto al escándalo de usar la religión como el arma arrojadiza que lo justifica todo.