FUENTE: NUEVA TRIBUNA · 11 ABRIL, 2017
He de reconocer con toda sinceridad que esta semana a la que siguen llamando santa sin que sepa todavía los motivos, siempre me causó miedo. Recuerdo aquellos lejanos años de mi infancia y adolescencia en un pueblo de la Comarca de Segura. Al llegar el jueves santo mi abuela cubría el televisor con un paño negro, el cine se cerraba, los bares no abrían y las tenues luces que salpicaban la ciudad eran apagadas para dar más intensidad a una atmósfera tan lúgubre como asfixiante. Al entrar la noche el ruido de los tambores y las trompetas se me clavaba en los intestinos, mientras esforzados penitentes sacaban santos sangrantes con expresión terrorífica. ··· Ver noticia ···
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