Ucrania: un conflicto empapado de contradicciones y nuevos modelos en la guerra y los medios de comunicación -- Vijay Prashad

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

UCRANIA2Los medios de comunicación occidentales se están convirtiendo cada vez
más en taquígrafos de sus Gobiernos. Cualquiera que se oponga a la
narrativa de Washington es descartado como irrelevante, y estas voces
marginales tienen dificultades para desarrollar una audiencia.

La sorpresa y el horror definen la reacción a la intervención militar rusa
en Ucrania. Es probable que esto se deba a que, aunque la intervención
ha seguido los contornos de una guerra terrestre moderna, también ha
marcado, en varios sentidos, una ruptura con el pasado. El mundo se ha
acostumbrado a las intervenciones militares de los Estados Unidos. Sin
embargo, ésta no es una intervención estadounidense. Y esto ha sido
una sorpresa, que ha desconcertado por igual a periodistas y expertos.
 
Incluso mientras condenamos la violencia y la pérdida de vidas en
Ucrania como resultado de la intervención rusa (y la violencia
neofascista en el Dombás), es valioso dar un paso atrás y observar cómo
el resto del mundo puede percibir este conflicto, empezando por el
interés etnocéntrico de Occidente en un ataque cuyos participantes y
víctimas creen compartir aspectos de identidad, ya sea relacionados con
la cultura, la religión o el color de la piel.
 
Guerras blancas
 
La guerra en Ucrania se suma a una secuencia de guerras que han
abierto llagas en un planeta muy frágil. Las guerras en África y Asia
parecen interminables, y algunas de ellas apenas se comentan con un
poco de sensibilidad en los medios de comunicación de todo el mundo o

en la cascada de publicaciones que se encuentran en las plataformas de
las redes sociales. Por ejemplo, la guerra en la República Democrática
del Congo, que comenzó en 1996 y que ha provocado millones de
víctimas, no ha suscitado el tipo de simpatía global que se observa
ahora durante los reportajes sobre Ucrania. Por el contrario, los
comentarios sorprendentemente francos de líderes políticos y
periodistas durante el conflicto en Ucrania han revelado la
preponderancia del racismo en la imaginación de estos creadores de
opinión pública.
 
Recientemente fue imposible conseguir que los principales medios de
comunicación mundiales se mostraran interesados por el conflicto de
Cabo Delgado, que se originó a partir de la captura del botín de gas
natural por parte de TotalEnergies SE (Francia) y ExxonMobil (EE. UU.) y
que llevó al despliegue de los militares ruandeses respaldados por
Francia en Mozambique. En la COP26, hablé con un grupo de ejecutivos
de empresas petroleras sobre esta intervención ? que yo había cubierto
para  Globetrotter  ? y uno de ellos respondió con precisión: ?Tienes
razón en lo que dices, pero a nadie le importa??.
 
A nadie, es decir, a las fuerzas políticas de los Estados del Atlántico
Norte, les importa el sufrimiento de los niños y niñas de África y Asia.
Sin embargo, están afectados por la guerra en Ucrania, que debe
afectarles, que nos angustia a todos y todas, pero que no debería
considerarse peor que otros conflictos que tienen lugar en todo el
mundo y que son mucho más brutales y que, además, es muy probable
que desaparezcan de la memoria de todos y todas debido a la falta de
interés y atención que les prestan los líderes mundiales y los medios de
comunicación.
 
Charlie D?Agata, de CBS News, dijo que Ucrania ?no es un lugar, con el
debido respeto, como Irak o Afganistán, que ha visto un conflicto
extenderse durante décadas. Se trata de una ciudad relativamente
civilizada, relativamente europea ? tengo que elegir esas palabras con
cuidado también ?, en la que no se esperaría eso, ni se esperaría que??
[un conflicto] fuera a ocurrir??. Claramente, estas son las cosas que uno
espera ver en Kabul (Afganistán) o Bagdad (Irak) o Goma (República
Democrática del Congo), pero no en una ?relativamente civilizada,
relativamente europea?? ciudad ucraniana. Si uno espera ver este tipo
de cosas en las otras ciudades, las primeras nombradas, entonces es

muy pequeña la necesidad de indignarse de una forma especial por la
violencia que se vive en ellas.
 
No se esperaría tanta violencia en Ucrania, dijo a la BBC el fiscal jefe
adjunto del país, David Sakvarelidze, por el tipo de personas que
quedaron atrapadas en el fuego cruzado: ?gente europea de ojos azules
y pelo rubio que es asesinada cada día??. Sakvarelidze considera que los
ucranianos son europeos, aunque D?Agata los llame ?relativamente
europeos??. El punto es que no son africanos o asiáticos, personas que ?
si se piensa detenidamente en lo que se está diciendo aquí ? ciertos
líderes mundiales y medios de comunicación internacionales esperan
que sean asesinados a través de la violencia desatada contra ellos por
las grandes potencias mundiales (y con las armas vendidas a los matones
locales de estas regiones por estas grandes potencias).
 
¿La peor guerra?
 
El 23 de febrero de 2022, el Secretario General de las Naciones Unidas,
António Guterres, en una sentida declaración sobre la intervención
militar rusa en Ucrania, dijo: ?En nombre de la humanidad no permitan
que comience en Europa lo que podría ser la peor guerra desde
principios de siglo??. Al día siguiente, el 24 de febrero, con
Rusia lanzando ?el mayor ataque contra un Estado europeo desde la
Segunda Guerra Mundial??, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula
von der Leyen, condenó este ?bárbaro ataque?? y dijo que ?es el
presidente Putin quien está trayendo la guerra de nuevo a Europa??.
?Devolver la guerra a Europa??: este es un lenguaje instructivo de Von
der Leyen. Me recordó el Discurso sobre el colonialismo (1950) de Aimé
Césaire, en el que el gran poeta y comunista se lamentaba de la
capacidad de Europa para olvidar el terrible trato fascista de las
potencias coloniales a los pueblos de África y Asia cuando hablaban de
fascismo. El fascismo, escribía Césaire, es la devolución a Europa de su
propio experimento colonial.
 
Cuando Estados Unidos invadió Irak en 2003, ni el secretario general de
las Naciones Unidas ni el presidente de la Comisión Europea salieron a
condenar inmediatamente esa guerra. Ambas instituciones
internacionales la secundaron, permitiendo la destrucción de Irak, que

provocó la muerte de más de un millón de personas. En 2004, un año
después de la guerra de Estados Unidos contra Irak, después de que
salieran a la luz informes sobre graves violaciones de los derechos
humanos (incluidos los de Amnistía Internacional sobre la tortura en la
prisión de Abu Ghraib), el entonces Secretario General de la ONU, Kofi
Annan, calificó la guerra de ?ilegal??. En 2006, tres años después del
inicio de la guerra, el primer ministro italiano Romano Prodi, que había
sido presidente de la Comisión Europea en 2003, calificó la guerra de
?grave error??.
 
En el caso de la intervención rusa, estas instituciones se apresuraron a
condenar la guerra, lo cual está muy bien; pero ¿esto significa que se
apresurarán a condenar a Estados Unidos cuando inicie su próxima
campaña de bombardeos?
 
Taquigrafía de guerra
 
La gente me pregunta a menudo cuál es el medio de comunicación más
fiable. Es una pregunta difícil de responder en estos días, ya que los
medios de comunicación occidentales se están convirtiendo cada vez
más en taquígrafos de sus Gobiernos (exhibiendo cada vez más las
actitudes racistas de los reporteros, lo que hace que las disculpas que
vienen después sean poco reconfortantes). Los medios de comunicación
patrocinados por el Estado en Rusia y China están cada vez más
prohibidos en las redes sociales. Cualquiera que se oponga a la narrativa
de Washington es descartado como irrelevante, y estas voces marginales
tienen dificultades para desarrollar una audiencia.
 
La llamada cultura de la cancelación demuestra sus límites. D?Agata se
ha disculpado por su comentario de que Ucrania es ?relativamente
civilizada, relativamente europea?? en comparación con Irak y
Afganistán, y ya ha sido disculpado porque está en el ?lado correcto??
del conflicto en Ucrania. La cultura de la cancelación se ha trasladado
del parloteo de las redes sociales a los campos de batalla de la
geopolítica y la diplomacia en lo que respecta al conflicto entre Rusia y
Ucrania. Suiza ha decidido poner fin a un siglo de neutralidad formal
para anular a Rusia aplicando sanciones europeas contra ella

(recordemos que Suiza se mantuvo ?neutral?? mientras los nazis
arrasaban Europa durante la Segunda Guerra Mundial, y operó como el
banco de los nazis incluso después de la guerra). Mientras tanto, la
libertad de prensa ha sido dejada de lado durante el actual conflicto en
Europa del este, con Australia y Europa suspendiendo la emisión de RT,
que es una red internacional de medios de comunicación controlada por
el Estado ruso.
 
La fiabilidad de D?Agata como periodista seguirá siendo incuestionable.
Se ?equivocó??, dirán, pero esto es un desliz freudiano.
 
Los cálculos de la guerra
 
Las guerras son espantosas, especialmente las de agresión. El papel del
reportero es explicar por qué un país va a la guerra, especialmente a
una guerra no provocada. Si estuviéramos en 1941, podría intentar
explicar el ataque japonés a Pearl Harbor durante la Segunda Guerra
Mundial o la suposición japonesa de que los nazis derrotarían pronto a
los soviéticos y luego llevarían la guerra al otro lado del Océano
Atlántico. Pero los soviéticos resistieron, salvando al mundo del
fascismo. Del mismo modo, el ataque ruso a Ucrania requiere una
explicación: sus raíces se hunden en varios acontecimientos políticos y
de política exterior, como el surgimiento postsoviético del nacionalismo
étnico a lo largo de la columna vertebral de Europa del Este, el avance
hacia el este del poder de Estados Unidos ? a través de la OTAN ? hacia
la frontera rusa, y la turbulenta relación entre los principales Estados
europeos y sus vecinos del este (incluida Rusia). Explicar este conflicto
no es justificarlo, pues hay poco que justificar en el bombardeo de un
pueblo soberano.
 
Existen voces sensatas en todos los lados de los conflictos sangrientos.
En Rusia, el diputado de la Duma Estatal Mikhail Matveev, del Partido
Comunista, dijo ? poco después de la entrada rusa en Ucrania ? que votó
a favor del reconocimiento de las provincias escindidas de Ucrania, que
?votó a favor de la paz, no de la guerra??, y que votó ?para que Rusia se
convierta en un escudo, para que Dombás no sea bombardeada, y no
para que Kiev sea bombardeada??.
 

La voz de Matveev confunde la narrativa actual: pone en movimiento la
difícil situación del Dombás desde el golpe de Estado impulsado por
Estados Unidos en Ucrania en 2014, y hace sonar la alarma contra la
magnitud de la intervención rusa.
 
¿Hay espacio en nuestra imaginación para tratar de entender lo que dice
Matveev?
 
https://www.alainet.org/pt/node/215087
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