Trump invoca a dios (..con minúscula) -- Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

TrumpEn el discurso de su toma de posesión como 45º presidente de los EE.UU. de América el señor Trump invocó varias veces a Dios. Al final, con el famoso «Dios bendiga a los Estados Unidos de América».. y en el siguiente párrafo, tremendamente significativo:
«No debe haber temor. Estamos protegidos y siempre estaremos protegidos. Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestro Ejército y las fuerzas del orden. Y, lo que es más importante, estaremos protegidos por Dios». Claro que el presidente debe de conocer la teoría filosófica de la actuación de Dios a través de la causas segundas, y bien se preocupa de cuidar y alimentar a estas últimas. Por eso, por si la protección de Dios fuera insuficiente, el recién electo presidente de la nación más rica y poderosa del mundo, -¡por ahora!, y por poco tiempo, a lo que parece- va incrementar la industria americana, y ya sabemos cuales son sus máximos exponentes, en la gran industria, y en el volumen de los lucros conseguidos: el petróleo, gran contaminante, los coches, otros que no se quedan cortos tampoco, y, sobre todo, lo que más dinero y ganancias produce, las armas. ¡Qué gran blasfemia!, que Dios defienda a los Estados Unidos con armas poderosísimas y sofisticadas, y a los que no las tienen, que Dios no los proteja, ¿no?.

Me escandaliza la apropiación de Dios para causas inicuas. Todavía recuerdo el estupor que me produjo la escena, posiblemente vista en alguna edición del NODO, del arzobispo de Nueva York Francis Spellman bendiciendo los cañones norteamericanos que ayudarían a los Estados Unidos a ganar la 2ªguerra mundial. Nunca entendí que las aguas pascuales bendijesen artefactos guerreros pensados y fabricados para matar. Pero no es de extrañar nada en un personaje como Spellman, anticomunista furioso, que hacía prevalecer su simpatía republicana sobre la condición de católico de Kennedy en su carrera electoral contra Nixon. O su habilidad capitalista para las finanzas, que lo llevó a administrar los bienes de la Santa Sede y de muchas de las diócesis norteamericanas. Pero estas contradicciones que estoy recordando a raíz de mi pequeña reflexión sobre la «religiosidad» de Trump, nos ayudan a entender mejor las profundas divergencias en la sensibilidad socio-económicas-políticas que subsisten entre la sociedad americana del Norte y la europea.

Como me enfada y sonroja que un personaje, que según me he enterado es presbiteriano practicante y asiduo, no se sonroje al proclamar que «primero América», y, casi, solo América. Como enoja profundamente a los restantes americanos, los dos el norte, Canadá y Mexico, los de América central, y los de sud América, éstos sobre todo, que se sienten despreciados y ninguneados, cuando sus prepotentes vecinos del norte se apoderan también en exclusividad de la condición de americanos. Y que al desprecio sume la ofensa, y a ésta, la amenaza, como la bravuconada de que construirá el dichoso muro, y que, además, lo pagará Méjico. Con lo que demuestra un delicado y apropiado sentido de las relaciones internacionales, del respeto y consideración a todos los habitantes de la misma casa común, que es la tierra, y la predisposición a lanzarse por la calle del medio cuando sienta el menor asomo de menoscabo de su petulante preeminencia. En su Iglesia, ¿no oye las Palabra «Cruz», «poner la otra mejilla», «Padre Nuestro, no mío», ¡ay de los ricos!, «perdonar hasta setenta veces siete», «bienaventurados los pobres», o «la parábola del Rico y del pobre Lázaro»?

Y también nos asusta, mas que sorprende, la prisa que tenía en demostrar su absoluta falta de solidaridad, que ya parece odio, más que desprecio, a muchos de sus conciudadanos legales, -dejemos un momento metodológicamente a los ilegales-, que se comunican normalmente en español, anulando cualquier posibilidad de contacto en la lengua española con la web presidencial. ¡Y pensar que el 27% del voto hispano fue para un presidente que demuestra tanto agradecimiento! Espero que los ciudadanos de Norte América sepan parar los pies a semejante ejemplar de niño grande, poderoso y mimado. Pero los que no somos ciudadanos de ese grande país, pero sí creyentes en el Dios Padre de Jesucristo, tenemos derecho de solicitar al señor Trump que no se apropie de ?l para fines tan alejados de la Sabiduría, la Justicia, la Misericordia y el Amor de Dios.