La socióloga Saskia Sassen sostiene que la exclusión va del ghetto a la cárcel y de la cárcel al ghetto; señala, además, que en pleno siglo XXI, Estados Unidos tiene situaciones sociales brutales, gente que nunca tuvo ni tendrá un empleo y vivirá del ghetto a la cárcel. Es curioso observar que en algunos guettos religiosos con alto índice de homosexuales no asumidos, a éstos se los reprima.
En los seminarios y noviciados, no pocas veces se concentra una población que la sociedad ve como problemática, sobretodo en el ejercicio de la sexualidad. También las grandes empresas y muchos sectores de gobierno, con la misma lógica, han construido activamente sistemas socioeconómicos que expulsan y empobrecen.
Estos días circulaba en internet un texto que a modo de chiste autorizaba a los católicos a que se casen; pensé si el cuento no será predictivo de sociedades revanchistas futuras, donde los homosexuales serían mayoría, discriminando a las futuras minorías católicas. Decía :
Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos.
El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales. Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar
Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.
Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas.
También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por «el qué dirán» o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familas católicas y que, dado que no podemos meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.
Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: Aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia. No está mal que adopten hijos.
Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de «¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!».Veo ese tipo de críticas y respondo: Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.
Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.
En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.
Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales.
Versión original: Matrimonio y católicos (18-10-2004) en Psicofonías, el blog de Psicobyte.
Tomado de RIMA
Ayer escuché a un penitenciario, por Continental, decir que en la cárcel le conviene al sistema que haya muchos presos en pareja; agregó: están mejor contenidos, bajan la agresión, y si se los deja estar en pareja son más colaboradores con las autoridades y aceptan todas sus propuestas Es de público conocimiento que las autoridades, por ejemplo, en muchas cárceles femeninas son lesbianos, y que el poder reproduce en las bases, lo que se es en la cima.
También es sabido que en deportes muy estresantes y en ambientes marcados por la competencia y los abusos de poder (jockey, tenis, moda) son altamente funcionales a esa situación las parejas homosexuales. Para un psicólogo como Drewermann, en ambientes tan hostiles a veces es mas fácil seducir un hombre que ser hombre.
Me pregunto si gran parte del estrés de estas sociedades no es generado por los ghettos que excluyen, ora a católicos, ora a homosexuales, homo fóbicos o personas identificadas con la autoridad (clérigos con poder, diseñadores de modas, ricos directores técnicos) De lo cual se deduce que hay homosexualidades naturales y sanas y otras que son producto de los abusos de ghettos homosexuales que favorecen y a la vez reprimen.
Decía Pablo Milanés en un tema que pudo ser anticipativo de lo que hoy sucede
Dos almas, dos cuerpos, dos hombres que se aman, van a ser expulsados del paraíso que les tocó vivir. Ninguno de los dos es un guerrero que premió sus victorias con mancebos. Ninguno de los dos tiene riquezas para calmar la ira de los jueces. Ninguno de los dos es presidente. Ninguno de los dos es un ministro. Ninguno de los dos es un censor de sus propios anhelos mutilados. Y sienten que pueden en cada mañana ver su árbol, su parque, su sol, como tú y como yo.
Entrañas en la más dulce intimidad, con amor, así como por siempre hundo mi carne, desesperadamente, en tu vientre, con amor también.
No somos Dios.
No nos equivoquemos otra vez.
Yo agregaría ?Seamos Dios en serio, acertemos esta vez??. En realidad, somos Dios cuando rescatamos al paraíso y llevamos a nuestra estructura de los afectos (trinidad-inmanente), lo que pudo haber sido excluido. Ora sean homosexuales, ora sean matrimonios católicos.
Se vivirá mejor cuando seamos mas trinitarios (capaces de vivir en unidad con lo distinto ) y cuando lo vida trinitaria no sea un fin, sino también un camino. En las nuevas monogomias que describe Perel, el amor que conlleve seguridad, contención y erotismo de calidad, no es una cuestión de piel, requiere trabajo y responsabilidad, tanto para homosexuales como para heterosexuales.
Padre Leonardo Belderrain, Bioeticista. Capilla Santa Elena Parque Pereyra Iraola te 0221-4731674