TRAS LAS HUELLAS DEL PAPA FRANCISCO
Introducción |
Un año después de la elección de Jorge Mario Bergoglio como Obispo de Roma nos alegra que las esperanzas que expresábamos en nuestro escrito de marzo de 2013 no se han visto defraudadas. La presencia en la Iglesiadel Papa Francisco, con sus palabras, su testimonio personal y las tareas de renovación que está comenzando, es una gracia de Dios que exige de todos nosotros una colaboración sincera y un esfuerzo para revitalizar el seguimiento de Jesús de Nazaret en nuestras vidas.
Se han podido leer en estos días infinidad de comentarios y reflexiones sobre la gran riqueza de aportaciones del Papa Francisco en sus homilías, discursos, entrevistas, y especialmente en su Exhortación apostólica La alegría del Evangelio. Por nuestra parte querríamos, en primer lugar, felicitar al Papa por su Exhortación Evangelii Gaudium, un programa misionero tan completo y tan fácil de leer, que ha llegado a nuestros corazones, nos ha animado y dado esperanza, que presenta un análisis muy real de la situación actual del mundo, arrojando valientemente luz sobre aspectos clave para entender, desde la ética cristiana, qué está sucediendo y qué se nos pide como cristianos.
La Evangelii Gaudium es una novedad notable. No faltaron durante los dos últimos siglos encíclicas sociales, pero en ninguna de ellas se cuestionaba el sistema dominante. Lo extraordinario de este documento es que rompe una larga tradición de connivencia entre la institución eclesial y los sistemas socioeconómicos vigentes, en los que siempre estuvo confortablemente instalada. Por eso es algo inaudito que el documento rechace la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera que conduce a una economía de la exclusión, que denuncie la nueva idolatría del dinero, que gobierna en lugar de servir y señale como causa de violencia la inequidad.
A la luz de este valioso documento quisiéramos hacer una reflexión sobre la realidad española.
VER |
Estamos viendo una sociedad con tantos problemas que no podemos menos que vivir angustiados, tanto más cuanto más sentimos como nuestras las necesidades de los demás.
Por una parte hemos visto la ayuda que recibieron los bancos, (el Banco de España cifra en 61.366 millones de euros las ayudas públicas a la banca desde 2009) y por otra, hemos visto y seguimos viendo desahucios tras desahucios, la mayor parte mandados ejecutar, sin ninguna contemplación, por los mismos bancos.
Por una parte, vemos que algunos, siempre demasiados, se apropian de dineros públicos, otros adeudan o defraudan al Estado, esto es, al pueblo español, incluyendo los más pobres. El futbol debe a Hacienda 3.600 millones de euros, sin contar las deudas del Madrid y del Barcelona. Y a la Seguridad Social 16,6 millones. El Fraude Fiscal, según Hacienda, se estima que es más de 42.000 millones de euros. Anotemos también las algunas cifras de la corrupción: en los ERE se investiga la malversación de 136 millones; Malaya, la cantidad récord defraudada: 500 millones; la Policía dice que la red de Correa movió 25,5 millones, la trama Gürtel estafó un mínimo de 120 millones de euros. Hacienda dice que Bárcenas defraudó 11,5 millones; Filesa supuso 6 millones…
Y, por otra parte, observamos con dolor los recortes que este gobierno ha hecho en educación, sanidad y, lo que es aún peor, en los servicios sociales, lo que conlleva la desatención o deficiente atención de los más necesitados. Pongamos un par de ejemplos: Existen 189.427 personas a las que se les ha reconocido el derecho de acogerse a alguna de las ayudas de la ley pero siguen aguardando a recibir la prestación económica o el servicio del que son acreedores. A veces el recibir o no la prestación depende del lugar de residencia del beneficiario. En total, son 11 las regiones que incumplen el plazo máximo de seis meses para reconocer el derecho a acceder a una prestación. Los retrasos son “especialmente significativos” en Andalucía, Asturias, la Comunidad Valenciana y Extremadura, donde se superan los 300 días. Otro ejemplo de restricción lo tenemos en la atención sanitaria de los inmigrantes.
En las encuestas el paro se percibe como el principal problema que tiene España. Todos somos, pues, somos conscientes de su gravedad. Las cifras (del 4/2/2014) son aterradoras: El paro en Asturias subió en enero en 3.856 personas y llega hasta los 104.732 desempleados. En el conjunto de España, el número de parados registrados aumentó en enero en 113.097 personas, hasta contabilizar un total de 4.814.435 parados.
JUZGAR |
No podemos menos que preguntarnos por qué las cosas son así. Todos estos males tienen unas causas estructurales que se pueden resumir en una: el capitalismo neoliberal productivo y financiero. Podemos ver esto en el paro existente. ¿Por qué no hay trabajo si hay tantas necesidades –individuales y sociales- sin satisfacer? Porque en este sistema sólo se crean puestos de trabajo que generen beneficios satisfactorios. El trabajo no está en función de las necesidades sino del beneficio a obtener.Es necesaria una mayor intervención del Estado para proteger los intereses de los más débiles. “Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”. (Evangelii Gaudium n. 202).
Entre otras, creemos que también hay que señalar como causa de esta situación tan negativa que afecta a tanta gente, la carencia tan generalizada que se da hoy de criterios humanísticos, religiosos, éticos o morales, que sirvan de referencia a las tomas de las decisiones personales y a los comportamientos sociales, por una parte, y, por otra, impulsen al compromiso en el quehacer de un mundo mejor, sobre todo para aquellos que menos bienestar tienen. “…Tras esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. La ética suele ser mirada con cierto desprecio burlón. Se considera contraproducente, demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona. En definitiva, la ética lleva a un Dios que espera una respuesta comprometida que está fuera de las categorías del mercado… La ética —una ética no ideologizada— permite crear un equilibrio y un orden social más humano”. (EG n.57). No hay valores que orienten las decisiones: vale lo que me favorece, aquello de lo que saco más provecho.
Las consecuencias de ese grandísimo poder dominante sin conciencia son obvias: mientras los ricos son más ricos, cada vez hay más pobres, marginados o excluidos, la clase obrera está más explotada, los enfermos y los que están con necesidades de atención especial están menos atendidos o nada atendidos, a los inmigrantes se les niega la sanidad… Hay miedo a quedar sin trabajo y se pasa por lo que sea con tal de no perderlo, los que ya están en paro se desesperan al ver que pasa el tiempo y no encuentran un lugar donde puedan sacar un salario para sí y los suyos… Vivimos en un mundo de esclavos y además nos vemos impotentes para enfrentarnos a las fuerzas dominantes que, por otra parte, casi desconocemos, que están fuera del alcance de nuestra capacidad de acción, entre ellos los manipuladores financieros…
Podemos incorporar aquí el juicio lúcido y certero del Papa Francisco: “Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”.(EG n.56) Y estas otras del economista J. Torres: “… es necesario comenzar a asumir nuevas perspectivas de análisis e imperativos éticos diferentes. No tener miedo, en fin, a poner “patas arriba” una sociedad que se lo merece por injusta.”
ACTUAR |
Seguramente que somos muchos los que nos preguntamos: ¿y qué podemos hacer? Podemos ser altavoces de una voz que ha sonado clara y contundente pero que parece no haber tenido el eco suficiente ni en la sociedad ni en la Iglesia: la voz del Papa Francisco. Asumimos los juicios de valor que él ha emitido sobre nuestro mundo en su Exhortación “La alegría del Evangelio” y por eso decimos que efectivamente la humanidad está en manos de un sistema económico asesino, que mata. El sistema mismo propicia que cada vez haya más pobres, más marginados o excluidos. La inequidad es una de las principales características de nuestra sociedad. Además, “esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes”. (EG n. 60). Denunciamos nosotros también la perversa organización social existente. Por eso, hemos de enfrentarnos a este sistema con todas nuestras fuerzas y todos nuestros medios: participando o apoyando los movimientos que luchen contra él, integrándonos o, al menos, votando a los partidos políticos que más se opongan al neoliberalismo productivo y financiero, comprometiéndonos en la lucha sindical o a través de asociaciones alternativas ciudadanas, culturales… etc. Todo tendría que estar unificado en una común lucha de liberación para poder conseguir quitarnos de encima el yugo implacable del neoliberalismo que nos oprime a todos, que nos empobrece a todos. Sólo unos pocos son excepción: los que son cada vez más ricos, que son aquellos a los que este sistema sirve.
También, siguiendo las pautas de Jesús de Nazaret, y las marcadas últimamente por nuestro Papa Francisco, hemos de ser solidarios acogiendo, acompañando y compartiendo lo que somos y tenemos con los pobres, marginados o excluidos, que han de ser los preferidos de nuestro compromiso social. “Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (Flp 2,5). Inspirada en ella, la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia». (EG n. 198) (Ver 197 al 201)
Asumimos el compromiso de dar a conocer la Exhortación Evangelii Gaudium que dirige a los católicos el Papa Francisco, donde hace un análisis profundo de la realidad social y emite un juicio certero y valiente sobre los males que nos aquejan, invitándonos a comprometernos en el quehacer de un mundo mejor.