Me he enterado esta misma mañana. Estoy consternado por lo que esto representa. Y no solo por la amistad que me une desde hace años con Andrés y por todo lo que conozco sobre su prudencia y empeño en mantenerse dentro de la ortodoxia.
Sabía que se le había incoado un expediente en España y en Roma, pero esperaba que dominaría la cordura y se respetaría el trabajo teológico creativo, repensante, del mejor teólogo que hoy tenemos en España quien, desde una profunda fe y un deseo explícito de no fomentar rupturas, está sosteniendo la fe y la permanencia en la Iglesia de muchísimas personas.
Al final, seguramente, lo que ha pasado es que Roma (la Congregación Defensa de la Fe, cuyo Secretario Ladaria es persona conocedora de las nuevas tendencias teológicas) ha devuelto el asunto a los obispos españoles para que ellos decidieran, como pasó en el caso muy parecido de Pagola.
Y estos han aprobado y publicado ayer una Notificación muy dura, diciendo que en los libros recientes de Torres Queiruga se contienen afirmaciones que no concuerdan con la lo que sobre la fe de la Iglesia dicen El catecismo de la Iglesia Católica, algunas declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe (sobre todo la Dominus Iesus) y otras de Juan Pablo II o de la Conferencia Episcopal Española (sobre todo la desdichada Teología y Secularización en España). Eso ya lo sabíamos. ¡Pero no se atreven a declararlo hereje, por más que les gustaría!
En resumen. Andrés Torres Queiruga debe ser exaltado y apoyado hoy más que nunca por quienes estamos implicados en que el tesoro de sabiduría que encierran las tradiciones religiosas y la causa de Jesús se trasmita a las nuevas generaciones. Dejemos a los muertos enterrar a los muertos y quedemos con lo positivo de este incidente. Yo recomiendo la lectura de la nota de los obispos pero en la versión subrayada por mí que se puede abrir aquí.
Ahí se podrán ver, resaltados en verde, los textos de Torres Queiruga que son contrapuestos por los obispos a otros de la doctrina más conservadora y fundamentalista (fisicista respecto a la intervención de Dios en el mundo) que puede uno omitir. Imagino que la mayoría de los lectores experimentarán un acuerdo personal profundo con lo que dice Andrés. Eso es lo importante.
También allí se citan los tres libros de Andrés Torres Queiruga de donde se han tomado esos párrafos y que tenemos que recomendar vivamente a quien quiera proteger su verdadera fe cristiana de esta ola de fundamentalismo que nos invade. Estos honorados libros son:
– Repensar la revelación. La revelación divina en la realización humana, Trotta, Madrid 2008, 574 pp.
– Dialogo de las Religiones y autocomprensión cristiana, Sal Terrae, Santander 2005, 151 pp.
– Repensar la resurrección. La diferencia cristiana en la continuidad de las religiones y de la cultura, Trotta, Madrid 2005, 3ª edición, 374 pp.
Y una última nota final para sacarme una espina.
Era el otoño de 1969 y yo fui invitado a dirigir el Colegio Mayor de Santiago Apóstol en Salamanca. En la primera reunión de rectores de los Colegios que tenían alumnos en la Facultad de Teología se habló de lo mal que se enseñaban muchas asignaturas, por profesores anclados a la escolástica más tradicional, sin apertura a las nuevas visiones e ideas del Concilio. Se decía que esto representaba un grave peligro para la fe de los alumnos y que había que hacer algo.
Como rectores, dirigimos una carta a los obispos responsables, pero sin conseguir nada. Pero de los mismos teólogos nació un “movimiento del 3 de diciembre”, la fecha en la que empezaron una huelga indefinida en la Facultad de Teología que consiguió una visita apostólica (del arzobispo Javierre, después cardenal) y la renovación del claustro de la Facultad, retirando a varios de los antiguos profesores.
A mí me costó dejar el rectorado a fin de curso, pues consideraron que en mi colegio se había cuajado el movimiento reivindicativo. Efectivamente, en El Salvador se solía reunir el comité de los cuatro teólogos que promovían la huelga. Y con esa ocasión conocí a uno de ellos, Adolfo González Montes, el obispo que firma el documento.
Con el derecho que me dan estos antecedentes, me atrevo a preguntarle a Adolfo, cuarenta y dos años después de aquellos hechos: ¿Crees de verdad que las afirmaciones contenidas en los libros de Torres Queiruga son peligrosas para la fe del pueblo de Dios o más bien ayudan a mantenarla a quien se hacen las preguntas de su tiempo? ¿O es que temes que oponerte a firmar este documento y defender a tu amigo Andrés te acarrearía problemas con la tendencia conservadora que hoy se ha vuelto a instaurar en el Iglesia y que está especialmente activa en la Conferencia Episcopal Española?
31-Marzo-2012