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TODA NUESTRA VIDA ES UN ADVIENTO. Pedro Casaldáliga

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Han llegado las grandes lluvias sobre la tierra de nuestro sertâo y han empezado a nacer hermosos, el maíz y el arroz. Ha llegado a nuestras celebraciones el Adviento, que es un tiempo de cuatro semanas en preparación de la Navidad. Va a nacer Jesucristo, el Salvador. Llega otra vez Navidad, el tiempo más hermoso del año. ¿Por qué celebramos el Adviento? ¿Por qué celebramos la Navidad?

Dios creó el mundo, con las estrellas y las plantas y los animales y puso en medio del mundo al hombre, para que el hombre fuese el celador y el rey de todo. Dios, que es Padre, quería tener muchos hijos felices como Él. Para eso creó los hombres.
Pero el hombre pecó y Dios y el hombre se distanciaron, como si fuesen enemigos. Dios, sin embargo, se mantuvo, terco, en su amor de Padre. Para Él las cosas no podían quedar así. Y prometió que enviaría el Mesías, el Salvador.

El antiguo pueblo de Dios, Israel, estuvo esperando ese Salvador durante 4 mil años, mucho tiempo. Esa espera es el Antiguo Testamento de la Biblia. Es todo aquel caminar que va desde Abrahám hasta la Virgen, desde la esclavitud de Egipto hasta la Buena Nueva de Belén.

Y el Salvador llegó. Dios hecho hombre, hermano nuestro. Jesús, el Hijo de Dios hecho hijo de María, nacido en la noche de Navidad.

Así y todo, Él nacido hombre, Él muerto por los hombres, Él resucitado y vivo entre los hombres, todavía ha de ser esperado y buscado. En su busca caminamos aquí en la tierra, para encontrarnos con Él, para siempre, en el cielo. Por eso celebramos el Adviento. Por eso preparamos la Navidad.

Toda nuestra vida es «adviento»: Dios está viniendo.

Él viene en su Palabra, en su Espíritu que nos da la fe, en los sacramentos de la Iglesia, en las luchas y alegrías de la vida, en cada uno de nuestros hermanos, sobre todo en los más pobres y sufridos.
Hay que saber esperar a Dios.
Hay que saber buscar a Dios.
Hay que saber descubrir a Dios.

Y mira que hay muchos que se cansan de esperar, porque la vida se ha puesto muy dura y los poderosos siempre aplastan al pueblo. Y hay muchos que no saben buscar a Dios día a día, en el trabajo, en casa, en la calle, en la lucha por los derechos de todos, en la oración, en la fiesta alegre de los hermanos unidos, e incluso más allá de la muerte. Hay muchos que no saben descubrir al Dios que se esconde en el Niño de Belén, en la lucha de la vida y en los hermanos más pobres.

Adviento es un tiempo muy bueno para aprender a esperar a Dios, para aprender a buscar a Dios, para aprender a descubrir a Dios.

El maíz y el arroz están naciendo, hermosos. Ha llegado el Adviento. Luego llegará la Navidad. Dios está llegando siempre. Abramos los ojos de la fe, abramos los brazos de la esperanza, abramos el corazón del amor.

En ese Dios que siempre viene, os abraza vuestro hermano.

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