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Testimonio de una cooperante: visita a Gaza

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gaza.jpegAunque nos llegan continuamente noticias sobre la situación de la población palestina en Gaza, no hay mejor testimonio que el de una persona que ha pasado por allí y nos puede narrar lo que ha visto con sus propios ojos.
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Les escribo para contarles un poco de las cosas que me van pasando por aqui, no pienses que me olvido, lo que pasa es que no siempre encuentro el tiempo que quisiera para mandar unas líneas para todos…

El viernes pasado fue mi primera visita a la Franja de Gaza, después de más de un año de vivir aquí. Entrar a Gaza no puede ser una cosa que uno decide de un día a otro “ah, mañana me voy”; como muchas cosas en este país, la decisión tiene que pasar por el ejército israelí, hay que solicitar primero una “coordinación”, en otras palabras, que te den permiso, justificando tu necesidad de entrar para dar seguimiento a los proyectos de emergencia que se ejecutan ahí dentro. Para obtener mi coordinación pasaron un par de meses.

En la minúscula y mediterránea Franja de Gaza viven cerca de 1,5 millones de personas, lo que la convierte en una de las zonas más densamente pobladas del planeta. Ocupada desde 1967, en el 2005 el primer ministro israelí Ariel Sharon llevó a cabo su «plan de desconexión», por el que eliminaba las colonias judías y se llevaba para otro lado a unos 8.000 colonos, cediendo toda a la autoridad a los palestinos. Sin embargo, en el 2007, se puede afirmar que Gaza sigue ocupada, puesto que Israel la sigue controlando por aire, mar y tierra. Sus habitantes la definen habitualmente como «prisión al aire libre», y así es: su aeropuerto (pagado en su mayor parte con fondos españoles) fue destruido en el 2001 por los «bulldozers» israelíes; los pescadores son tiroteados si se alejan de la costa; los dos pasos internacionales para personas, Eretz (hacia Israel) y Rafah (hacia Egipto) ya no abren desde junio; igual que los pasos para mercancías, lo que ha hundido el comercio y exacerbado el desempleo.

Salimos temprano con uno de mis compañeros de trabajo y con otros tres amigos de otra organización española, la última ciudad israelí que pasamos fue Ashkelon, está sólo a unos kilómetros de la Franja, tiene bonitas playas y la mayoría de sus habitantes son judíos rusos, etíopes y argentinos, venidos de sus países para encontrarse con su “tierra prometida” y para vivir una vida con mejores condiciones que sus países no pueden ofrecerles.

Desde Ashkelon llamamos a los puestos de control de Naciones Unidas para saber si era “seguro” pasar por el cruce de Eretz. De momento Eretz es la única frontera abierta en Gaza, abierta principalmente para el personal de ONGs y periodistas pero como dije, cerrada para los y las habitantes de la Franja, porque como habrán visto en las noticias hace muchos meses que la gente en Gaza vive presa en una cárcel sin techo, no pueden salir, ya no reciben medicamentos, comida, materiales de construcción, materias primas para sus fábricas, combustible, ya no reciben nada y están sobreviviendo como pueden porque no hay de otra.

Los de Naciones Unidas dijeron que era un día seguro para pasar y seguimos adelante, llegamos a la terminal de Eretz, un lugar comparable en tamaño al aeropuerto de El Salvador pero muchísimo más moderno. Al entrar hay unas casetas donde te piden la documentación, esperas ahí hasta que les da la gana atenderte, te llaman, te preguntan cuál es el motivo de tu visita a la Franja, bla bla bla, te dejan pasar y a partir de ahí ya no ves a nadie, empiezas a seguir lo que indican unas flechas, caminas por túneles, te encuentras puertas cerradas y tienes que esperar a que se abran, sigues caminando por túneles, compuerta, túnel, compuerta, hasta que sales y encuentras a chicos palestinos fuera esperando para cargar bultos y paquetes y ganarse unos shekels, al salir lo primero que se ve es lo que un día fue la zona industrial de Hamsa- hamsa, hoy sólo ruinas porque fue bombardeado. Caminamos un kilómetro más o menos, sólo viendo esa destrucción, acompañados por uno de los chicos que cargan bultos que nos contaba que Ilhamduliláh (gracias a Dios) las cosas están mejor porque los soldados no han disparado esta semana ese camino que en ese momento caminábamos y eso les permite seguir trabajando.

Después de caminar esa explanada nos esperaba Yamal, un médico que trabaja con nuestra contraparte en Gaza, y una ambulancia que nos llevaría hasta la oficina.

En el camino era impresionante solamente encontrarte con destrucción y más destrucción producida por los bulldozers y las bombas del ejército que por “razones de seguridad” destruye en su búsqueda de terroristas, familias de terroristas, o en último caso para que al que quiera ser terrorista se le quiten las ganas.

En Gaza City había mucha gente en la calle, vendedores ambulantes y las tiendas abiertas pero con poquísimos productos para vender, la gente sigue con los comercios abiertos para no quedarse en su casa aunque no tengan trabajo ni clientes; menos las gasolineras que prácticamente ya están todas cerradas porque no hay suministro de gasolina.

Había muchos niños y niñas en la calle saliendo de las escuelas, también había muchos soldados de las fuerzas de seguridad de Hamás que desde mediados de este año tienen el control de la Franja. Se respiraba una normalidad anormal.

En este camino a la oficina, Jamal nos contaba que la situación en Gaza nunca había sido tan terrible como lo es ahora, la harina cuesta el doble así que ya casi nadie come pan, ya no hay medicinas, mucha gente que tenía que salir a Egipto, Jordania o Israel para tratarse enfermedades graves ha muerto porque nunca recibió permiso de los israelíes y lo más triste de todo es que la gente ya no tiene ninguna esperanza y sólo esperan que las cosas empeoren, esta semana estaba anunciado que se cortaría también el suministro de energía eléctrica, según los rumores las cosas sí empeoraran porque Israel sólo espera que se terminen todas las provisiones dentro de la Franja para lanzar una gran invasión y derrocar a Hamás, porque según Israel, todo este bloqueo y este sufrimiento es porque Hamás no puede mantenerse en el poder, si debe o no debe no lo sé, pero no hay palabras para describir ese castigo colectivo que sufre la gente.

Estuvimos reunidos toda la mañana con las y los compañeros de la contraparte, a los que al final pude ponerles cara, porque llevamos meses comunicándonos por teléfono y correo electrónico pero todavía sin conocernos. Se pusieron muy muy contentos cuando les entregamos un pedido de 10 paquetes de cigarros de 20 cajetillas cada paquete, el tabaco tampoco entra a Gaza y para los palestinos dejar de fumar es durísimo, porque aquí la gente si que fuma! Como ya no hay tabaco la gente se las ingenia, fuman té con esencias aromáticas, aserrín y los que pueden compran las escasas y caras cajetillas que se venden en algunos puestitos en la calle, que seguramente han conseguido a través del contrabando con Egipto.

A las dos de la tarde ya era hora de volver, para no correr el riesgo de cruzar después de la puesta del sol, porque estos días el sol ya se pone a las cuatro y media.

En el camino de vuelta vi algo en el paisaje que me pareció curioso aunque sin saber exactamente por qué, eran edificios de condominios, casas en edificios, después entendí qué era lo que eso tenía de raro y es que en Cisjordania la gente no construye en condominios, no hay barrios nuevos porque nunca reciben permisos para edificar de Israel.

También nos encontramos con una boda, la gente bailaba y cantaba en la calle y cargaban al novio en hombros mientras que la novia bailaba con un jarrón de flores enorme encima de su cabeza.

Llegamos de nuevo a la explanada de Hamsa-hamsa, pedimos permiso para cruzar, porque sino lo pides corres el riesgo de que te disparen, volvimos a las compuertas-túnel-compuertas, nos encontramos con algo nuevo, tuvimos que entrar en una cápsula donde te encierran y “activan” no sé que cosa para que en caso que lleves explosivos adheridos al cuerpo explotes ahí dentro.

Salimos de Eretz, volvimos al carro, nos marchamos, ya casi era de noche y nos llevamos en el cuerpo esa sensación tan rara de ver ahí dentro tanta tristeza y destrucción, mezclado con sentimiento de culpa de poder salir de ahí mientras que toda esa gente no se sabe cuando podrá hacerlo.

Bueno siento si he sonado trágica, no era mi intención, sólo quería transmitir un poco de lo que veo, que como siempre insisto, se parece mucho, lamentablemente, a tantas situaciones de injusticia que tambiénse viven en tantos lugares, pero claro, con sus matices y sin ánimo de comparar.

Un abrazo muy fuerte!

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