Enviado a la página web de Redes Cristianas

Soy un ciudadano más de los muchos que vivimos preocupados y alarmados por la reciente puesta en libertad de varios criminales, asesinos, violadores y pederastas. Y es que, la libertad de estos sujetos, aunque motivada por una aplicación escrupulosa de la legalidad, no deja de ser, de alguna manera, una condena para las personas de bien que aspiramos a vivir tranquilos y seguros.

No soy partidario de la pena de muerte, pero no puedo evitar preguntarme qué hubiera sido de estos individuos, que han cometido delitos tan execrables, si hubieran sido ciudadanos de alguno de los estados de EE.UU donde todavía está implantada esta pena. Sin duda, estos criminales, en la actualidad desperdigados por la geografía española, tienen suerte de vivir en un país evolucionado con extraordinarias garantías legales.

El secretario general de Instituciones penitenciarias, Ángel Yuste, ha reconocido que estos violadores y asesinos excarcelados son personas temibles con desestructuraciones en la personalidad, y que tienen una tasa de reincidencia muy alta y, para colmo, no se les puede aplicar medidas de control, como la libertad vigilada, porque las medidas penales no pueden aplicarse de forma retroactiva.

Pues bien, si tan escrupulosos somos con los derechos de estos desalmados, seámoslo, al menos en el mismo grado, con el derecho de la gente de bien a estar protegida de estas bestias sin empatía ni conciencia.

Valladolid