«Sólo hay dos absolutos: Dios y los pobres» -- Pedro Pierre

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Enviado a la página web de Redes Cristianas

La expresión es de monseñor Pedro Casaldáliga, de Brasil. Es el legado que conservo de mi gran amigo Alfredo que acaba de fallecer la semana pasada. Los creyentes tenemos que caminar una mano con Dios y la otra con los pobres, porque los dos, Dios y los pobres, van siempre juntos. Eso es el testimonio de Jesús de Nazaret, de las primeras Comunidades cristianas, los innumerables mártires latinoamericanos y de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs).

Es también el hilo conductor de toda la Biblia: Dios es el Dios de todos, pero más prioritariamente el Dios de los pobres.

Su proyecto de una Humanidad reconciliada parte de los pobres, encargados por él de hacer realidad su Reino. Eso fue la misión de Jesús: por una parte, revelarnos a un Dios amigo, compañero, padre y madre, y por otra, hacer realidad su Reino con los pobres y con los que se solidarizan con ellos.

Hoy esa es la gran tarea de las Iglesias: Hacer acontecer el Reino de Dios a partir de los pobres. Si hay una gran crisis en nuestra Iglesia es porque un gran número de católicos, la gran mayoría de los sacerdotes y obispos se han olvidado de esta su misión. Las grandes intuiciones del Concilio Vaticano 2° no han sido aplicadas debidamente.

El papa Juan 23, al convocarlo en 1961, marcaba el camino a seguir: ?La Iglesia es y debe ser la Iglesia de todos, pero más especialmente la Iglesia de los Pobres??. En eso insistía el cardenal Carlos Martini: ?Los pobres son el gran tema del Concilio??. Por esa misma razón los obispos de América Latina sellaron el final del Concilio con el Pacto de las Catacumbas: Se comprometían a vivir pobremente y a trabajar por la liberación de los pobres.

Actualmente es la gran opción del papa Francisco, tal como lo dijo el primer día de su elección como papa: ?Quiero una Iglesia pobre para los pobres??. Se dio cuenta el papa Francisco que el Concilio no se había aplicado con suficiente realidad en la Iglesia católica. Por esta razón lanzó la propuesta de empeñarse todas y todos en todos los niveles para ser una Iglesia sinodal, es decir dedicada a la construcción del Reino de Dios mediante un renovado ardor por parte de todos los bautizados. Los sacerdotes y los obispos tienen que dejar de un lado el clericalismo, o sea, el acaparamiento de todos poderes en la Iglesia, y el patriarcalismo, o sea, todo el poder sólo en manos de los varones. Es la conversión exigida en esto tiempos dónde los escándalos de pedofilia se han multiplicado, las iglesias se están vaciando, las nuevas generaciones se desinteresan de la fe cristiana y los pobres son abandonados a su suerte.

Pero el papa Francisco va más lejos: No limita la sinodalidad a la Iglesia. ?Una Iglesia sinodal es como un emblema levantado entre las naciones para el redescubrimiento de la dignidad inviolable de los pueblos y de la función de servicio de la autoridad podrán ayudar a la sociedad civil a edificarse en la justicia y la fraternidad, generando un mundo más bello y más digno del hombre para las generaciones que vendrán después de nosotros.?? El papa no deja de condenar el sistema neoliberal que ?nos mata?? por poner en primer lugar la acumulación ilimitada de la riqueza en manos de unos pocos ?ricos que se hacen más ricos a costa de los pobres que se hacen más pobres??.

El actual fracaso del Ecuador está en el olvido y el empobrecimiento creciente de los pobres. Mientras no valoraremos a los pobres, mientras no descubriremos que tienen que ser los protagonistas, junto a otros, de un cambio de sistema, seguiremos la inequidad, el desempleo, la plaga de las drogas, la violencia, las injusticias y un sinfín de perversidades que nos hunden cada vez más en la desgracia, el odio y el enfrentamiento.

Este sistema neoliberal es de un puño de ricos que lo mantienen a toda costa para su exclusivo beneficio gracias al apoyo de los medios de comunicación manipuladores, la complicidad de las Iglesias y el consentimiento de la mayoría de los ciudadanos que permiten lo que está pasando en nuestro país. Los únicos que promueven un sistema alternativo son las pobres organizados, en particular los Indígenas de la CONAIE (Confederación de las Nacionalidad de los Indígenas del Ecuador), las mujeres condenadas a la marginación y al asesinato, los Comités de Derechos Humanos, los trabajadores sindicalizados, los grupos de orientaciones sexuales particulares, las Asociaciones estudiantiles, los Negros secularmente marginados??

Es imposible un Ecuador diferente que empeora cada día sin el protagonismo de los pobres organizados. Los cristianos debemos ser los primeros impulsores de las iniciativas y alternativas económicas, políticas y ecológicas de las citadas organizaciones populares para que no quedemos como traidores al proyecto del Reino inaugurado por Jesús de Nazaret. El corazón del Evangelio está en la Bienaventuranzas: ?¡Felices los pobres!??, nos dice san Mateo y ?¡Felices los que tienen el espíritu de los pobres?? porque de ellos es el Reino de Dios!??. Eso fue la opción de Jesús por los pobres: Esa tiene que ser también nuestra opción tanto como cristianos como simples ciudadano.

Es más que tiempo de darnos cuenta de esta verdad si queremos un país diferente y mejor?? sino pisoteamos el mensaje de Jesús, somos infieles a las primeras Comunidades cristianas y atropelladores de los mártires latinoamericanos, nos hacemos cómplices de la muerte de los pobres y colaboradores de nuestra propia destrucción: No somos ni humanos ni cristianos.

¡Gracias, amigo Alfredo, por recordarnos esta gran verdad y darnos el ejemplo inquebrantable de tu vida profundamente humana y cristiana gracias a tu fe en Dios unida a tu solidaridad con los pobres!