«S?LO EL DIÁLOGO ACABARÁ CON EL CONFLICTO». Mateo Zuppi, sacerdote de la Comunidad de S. Egidio

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Religión Digital

El miembro de la comunidad cristiana de San Egidio Mateo Zuppi conoce bien la situación vasca. Este grupo de laicos ha mediado alguna vez con ETA, pero Zuppi prefiere no hablar de ello. Es también asesor de Baketik, el centro por la paz de Arantzazu.

El sacerdote romano, de 52 años, dio ayer una charla en San Sebastián con el obispo donostiarra, Juan María Uriarte, para exponer su labor en conflictos del Tercer Mundo. Ambos participarán esta tarde, a partir de las 19.30 horas, en un encuentro de oración por la paz que se celebrará en la catedral de la capital guipuzcoana del Buen Pastor. Lo entrevista Jorge Sainz en El Correo.

-¿La Comunidad de San Egidio está ejerciendo actualmente alguna mediación en el caso vasco?

-No, buscamos intercambios de experiencias y exponer lo que San Egidio hace por la paz, como hemos hecho en esta conferencia.

-¿Cómo ve la situación vasca?

-No hay una receta para la paz. Hay un desafío y una necesidad de paz, pero es un riesgo identificar una receta, porque cada situación tiene su historia y encontramos diferencias. La tentación de dar una receta sería trágica porque sería como aplicar algo ya vivido y la paz es un proceso en el que los actores deber estar convencidos y buscar la solución que tienen que vivir. La paz no puede ser impuesta.

-Tras haber mediado en conflictos del Tercer Mundo, ¿cree que aquí debería ser más fácil lograr la paz?

-No. Cada violencia tiene una historia y hay que entender las ‘razones’, siempre dejando claro que la violencia no tiene razón de ser. Pero para vencer la violencia hay que solucionar las situaciones que llevaron a esa violencia. En Burundi había un problema étnico, entre hutus y tutsis, pero también existía una historia y unos lazos personales que había que conocer para hallar una solución como la que ahora parece que está en marcha.

-¿Qué aportan ustedes para solucionar los conflictos políticos?

-Favorecer el diálogo y ayudar a quien quiere dialogar. En diciembre fue el décimo aniversario de la paz en Guatemala. Allí jugamos un papel importante para que se celebraran encuentros secretos entre el Gobierno y la guerrilla, que se reunieron para entenderse. Después de esto, nosotros paramos y continuó la mediación de Naciones Unidas.

-¿Cree que aquí también deberían reunirse en secreto el Gobierno y ETA para buscar una solución?

-Es difícil saberlo. Es un riesgo decirlo. Creo que todos tienen la convicción de que la única manera de acabar con el conflicto es con el diálogo. Aquí todos tienen responsabilidad de hacer el máximo para no desilusionar la expectativa de poder vivir en paz.

«Mantener la esperanza»

-¿Es usted optimista?

-Cuando no hay esperanza crecen mucho más la violencia y el hábito del conflicto. Esto no es positivo. Por eso hay que conservar la esperanza y hacer el máximo. La paz es un proceso largo, con altibajos, pero todos somos actores.

-¿Dónde está mediando ahora la comunidad de San Egidio?

-Principalmente en el norte de Uganda y en Darfur (Sudán). En el primer caso, actúa una guerrilla, mezcla de etnicismo y misticismo, que provoca un sufrimiento terrible desde hace quince años. La semana próxima deben comenzar las negociaciones con el Gobierno. En Darfur el problema es hallar un diálogo entre muchos actores. Se firmó una paz que no logró nada porque fue hecha por la comunidad internacional, que impuso el cierre del problema, pero sin llegar a un verdadero acuerdo. Sólo la firmó uno de los actores y ha provocado más violencia.

-¿Cuál es su mejor logro desde que comenzaron su labor en 1968?

-El acuerdo de paz de 1992 en Mozambique y el de Guatemala en 1996. Pero también la labor de otras comunidades cristianas, como la de Indonesia, donde son minoría pero ayudan a los musulmanes, considerados sus enemigos. Esto es construir un futuro diferente.